Serie: Una noche.
Libro #2
Román tenía clara dos cosas:
La primera; quería jugar fútbol toda la vida y la segunda; Hannah lo volvía loco.
Por otro lado Hannah tenía certeza de algo: nunca caería en los brazos de Román Pierce.
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Capítulo 15 Liam
Me sentía como la mierda, nunca había vivido este tipo de desilusión amorosa y sabía que me estaba comportando como un jodido idiota, pero me dolía, aunque siempre lo supe, no quita el hecho de que me siga doliendo, y aunque quisiera actuar de manera madura y racional me constaba muchisimo hacerlo.
Sentía como si hubiesen metido mi corazón en una jodida licuadora y hubiesen puesto el nivel máximo, y de eso solo quedó un asqueroso jugo sangriento que ya no podría nuevamente ser algo sólido.
Recuerdo el primer día que vi a Roman, —a diferencia de Jackson que lo conocía de toda la vida y por eso era su mejor amigo— yo lo conocí el primer día de entrenamiento del equipo, para ambos era el primer día y de alguna manera congeniamos automáticamente, las cosas fueron evolucionando hasta que se convirtió en mi mejor amigo y yo en el suyo.
Empezó como una buena amistad, pero yo poco a poco me fui enamorando y soy conciente que fui un tonto, porque las reglas siempre fueron claras, solo sexo, pero me fue inevitable, porque aunque Ron se esforzara por mostrar una imagen de él que lo hacia ver como un idiota, era un buen chico, dulce, atento y un excelente amigo.
Era todo lo que siempre había estado buscando, pero al parecer yo no era lo que él siempre busco, y eso se sentía como una patada en las pelotas, dolía demasiado.
Así que el problema era que ¿Cómo no me iba a enamorar de él? desde mi punto de vista era imposible, el maldito era perfecto para mis estándares, su único defecto era que no estaba enamorado de mi. Sinceramente no tenía esperanzas de que algo pasara hasta que él me lo propuso, y no era tonto, sabía que él no me amaba, pero si me quería, me hice ilusiones como un estupido, pensado que lograría hacer que me amará.
No se que me llevó a pensar que eso sería posible, mi padre siempre me enseñó que el amor nunca se mendiga, que si alguien te amaba de verdad iba a ser a la primera, pero algo me llevó a pensar que yo podría cambiar eso, de verdad el amor es ciego, porque te hace hacer cosas que nunca pensaste que harías, te convierte en un imbécil.
Lo más difícil de todo eso era que Ron y yo teníamos los horarios planeados de tal manera que nos veíamos mucho durante el dia, compartimos tres clases y los entrenamientos del equipo, sin contar que vivíamos juntos, asi que era una jodida tortura mi vida en ese momento, tenía que verlo cuando no queria.
Era consciente de que debíamos hablar, pero no quería, no me sentía capaz de afrontar sus palabras, porque si un simple silencio me había destruido, no podía imaginar que me haría sentir esa verdad en su voz.
Los entrenamientos habían sido espantosos, no logramos coordinar, así que no me sorprendió que en el partido de ese fin de semana la historia fuese igual, todos creían que por nuestras diferencias no le había pasado el balón, pero juro que estaba tan metido en mi mente —cosa que estaba muy mal, porque se supone que una vez entras al campo dejas todo atrás, pero para mi no eran tan fácil —que no lo vi, y cuando lo hice ya era muy tarde.
