Serie: Una noche.
Libro #2
Román tenía clara dos cosas:
La primera; quería jugar fútbol toda la vida y la segunda; Hannah lo volvía loco.
Por otro lado Hannah tenía certeza de algo: nunca caería en los brazos de Román Pierce.
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Capítulo 10
H
annah Un año antes
Había cometido el peor error de mi vida.
Sonaba algo dramático, pero por años había hecho a un lado lo que me había hecho sentir Roman Pierce y con una estúpida discusión me había dejado llevar de esa manera, me sentía una idiota, había perdido la virginidad con la peor persona posible, lo odiaba.
Él siempre fue un imbécil de primera, su pasatiempo favorito era hacerme enfadar y aunque eso me molestaba muchísimo, no era mi única razón de odiarlo, más bien era el hecho de que me hacía sentir, y no me gustaba esa sensación de debilidad.
Dejar que otra persona tenga influencia en tus sentimientos era la peor debilidad que podrías tener, lo entendí desde muy pequeña, en el momento que vi como mi madre trataba como un pedazo de mierda a mi papá y él seguía allí detrás de ella por el simple hecho que alguna vez la amo tanto como para dar la vida por ella, y aunque esa mujer ya no existiera, él tenía la esperanza de que alguna vez volviera, yo no iba a pasar por eso.
El viaje de regreso a nuestras casa fue una jodida tortura, Roman no dejaba de mirarme por el retrovisor mientras conducia y yo no dejaba de simular que no existia, había cometido un error y no se iba a volver a repetir, o eso queria creer, no me podia permitir sentir de esa manera, pero aún con mis pensamientos firmes, las imagenes de lo que había pasado en aquella playa no dejaban de invadir mi mente.
El sabor de sus labios, sus manos rozando mi piel, sus embestidas, cada respiración entrecortada… no quería pensar en ello pero era jodidamente difícil no hacerlo, y mucho más difícil aún, evitar que mi corazón se acelerara ante los recuerdos.
Cuando por fin me dejaron en casa sentí alivio por alejarme de su mirada persistente, pero ese alivio momentáneo desapareció una vez entre a casa y mi madre me recibió de la mejor manera que sabía hacerlo.
—Pero mira quien decidió regresar a casa —dijo con sarna mientras bajaba las escaleras centrales desde el segundo piso de la casa. — Querida, esto no es un hotel para que vuelvas cuando te dé la gana. —Parecía estar esperándome, pero lo cierto era que iba de salida con su maleta de viaje y aunque sonara triste eso me causaba alivio, odiaba cuando estaba en casa.
—Mira quien lo dice, es un poco cínico de tu parte reclamarme por algo que llevas años haciendo, madre —Una sonrisa llena de arrogancia apareció en mi rostro, ella podía ser un perra en toda la palabra, pero yo era su hija y había aprendido de la mejor, podía ser tan despiadada como ella o eso quería creer, era mi mejor defensa ante sus palabras.
—Hannah, no juegues con fuego querida, no soy tan piadosa como el inutil de tu padre…
—Yo tampoco madre, resulta que aprendí de la mejor, sé perfectamente cómo comportarme como una perra sin corazón, así que mejor déjame en paz y vete de una vez, nos llevamos mucho mejor cuando no estás. —Mi voz no tembló ni un poco mientras hablaba con ella, y la muy hija… sonrió como si estuviera orgullosa de mí, conociéndola seguro lo estaba, porque parecía una jodida copia de ella.