Que te levantes, perra!

275 18 2
                                    

Daniel se veía  eufórico y entretenido con sus compañeros, tomándose fotos, riendo y celebrando en los jardines mientras yo con mi crisis buscaba desaparecer del mapa.

No quería estar allí, no me sentía  nada bien. Estaba a dos palabras de llorar. Lo único bueno es que al terminar la ceremonia me separé de la Sra. Sofía y Ariana sin que lo notaran.

Deseaba estar solo y me costaba sonreír  y llevar el ritmo del momento que se vivía. Así que para tomar un poco de aire y despejar  la mente comencé a caminar hacia la parte de atrás del auditorio.

Un lugar calmado en donde casi ni se escuchaba la algarabía de su contra parte. Sin embargo llamó mi atención ver a alguien caminando por el área; un graduando, ya que aún cargaba la toga y el birrete pero no alcanzaba a reconocerlo.

No le preste mucha atención ya que esa persona termino saliendo rápido por uno de los caminos con dirección al estacionamiento.

Y nuevamente en aparente soledad  me repetía como mantra en la cabeza "Voy a terminar con Daniel, no puedo hacerle esto...".

Yo, que primero fui un tonto esclavo de mi fantasía no me valoré! ...y ahora... ahora que por fin me sentía digno de ser amado... la cague!

"Daniel me perdonaría? ...alguien podría aceptar lo que hice y continuar...? Yo podría aceptar lo que hice y continuar con Daniel?" Eran dudas que me dolían y rondaban por mi mente.

—Pero si estas aquí!!! ...sabes que ahora estás en deuda conmigo?!— me dice Alberto con sarcasmo al tomarme desprevenido y abrazándome desde atrás.

—Que...? suéltame! ...no te debo nada!!— le dije ofuscado.

—Ohhh... Si que me debes bebé y mucho! ...acabo de pagar una gran cantidad de dinero por tu show!— me dice entre dientes al girarme para luego besarme a la fuerza.

Alberto es un hombre de unos 45 a 50 años, 1,80 de estatura, robusto. A simple vista puede verse interesante y sofisticado pero su actitud prepotente y chocante con aires de superioridad es insoportable.

—Te voy a clavar hasta que llores de verdad y me vas a suplicar más!— decreta susurrando a mi oído mientras me aprieta  a su cuerpo con una mano detrás de mi cuello y con la otra sobre mi  trasero, cuyos dedos además buscaban entrar dentro de mi pantalón.

Quería gritar pero a la vez no, estaba confundido y asustado! luchaba por quitarme sus garras de encima pero no era fácil,  el era mas fuerte y rudo. 

Así que como pude y usando todas mis fuerzas logre darle un golpe en la cara que fue  lo suficientemente  fuerte para que me soltara.

Sin embargo, inmediatamente Alberto reaccionó  golpeando  mi  abdomen y luego mi cara haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al piso. El se veía tan agresivo  e imponente que me daba más miedo.

Desde el suelo Alberto se veía gigante y con solo inclinarse hacia mi, yo retrocedía temeroso para evitar otro golpe.

Jamás he sido una persona violenta y por supuesto nunca había dado ni recibido golpes.

—Levántate que nos vamos!!!— me ordena entre dientes visiblemente molesto mientras se limpiaba el labio que alcancé a romperle.

—No...—respondí con voz temblorosa

—Que te levantes, perra!!!— me dice tomando y jalando  fuerte uno de mis brazos con el fin de obligarme a levantarme, pero antes de que pudiera ponerme en pie veo que alguien le pone la mano a Alberto en el hombro para girarlo.

...Y PUM!!!

Le dieron un tremendo golpe en la cara que lo dejó tumbado en el suelo casi inconsciente.

—Que ocurre Martin? ...estás bien?— me pregunto un preocupado Samir sin imaginar lo desesperado que me sentía.

—...Me quiero ir!!! ...Me quiero ir!!! Ayúdame... Sácame de aquí... por favor!!!— le supliqué aterrado.

Samir me levanto y yo lo abracé con tanto desespero que me preguntó,

—Que pasó? Estas temblando... y este tipo es...—

Samir lo reconoció, sabía que era el papá de Daniel y aunque él mantenía su actitud de macho defensor abrazándome atento a que Alberto se levantara, también quedó extrañado por la situación.

—Martín que ocurre aquí?— me pregunto

—Samir por favor... sácame de aquí!— le volví a suplicar

—Ok, ok...vamos—

Me ayudo a llegar hasta su carro ya que con dificultad podía caminar. El golpe en el abdomen me dolía bastante y me costaba enderezarme.

—A donde quieres ir? ...A tu casa?— me pregunto

—No! No! No quiero que mi papá me vea así.— pues antes de subir al carro vi en el reflejo de la ventana mi rostro lleno de sangre con una herida cerca de mi ojo izquierdo.

Samir insistió en ir a revisarme a un hospital pero me negué. Luego comenzó a preguntarme cosas pero en realidad no lo escuchaba, su voz se perdía en mi mente, tenía un nudo en la garganta y solo brotaban lágrimas de mis ojos.

Entonces mientras conducía solo tomo mi mano y guardo silencio.

De esclavo a tú tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora