Lluvia de amanecer

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Mia

La noche es más oscura que mis pensamientos mientras me deslizo fuera de la casa con una habilidad que ni yo misma sabía que poseía. ¿Qué demonios estoy haciendo? Pero no tengo tiempo para pensar en eso ahora. Son las tres de la mañana, mis padres ni siquiera se han despertado, y aquí estoy: al volante del maldito Mercedes de papá, vestida en mi pijama de hello kitty y con el cabello hecho un desastre, con la misión de rescatar a un idiota que se metió en problemas.

Mi mente está en caos, no puedo evitar pensar en lo ridícula que soy. Esto es un mal sueño, ¿verdad? Debería estar dormida, disfrutando de mi merecido descanso, y aquí estoy, dando vueltas alrededor del coche familiar como si fuera una especie de criminal. Pero bueno, parece que la vida tiene otras ideas para mí, y esas ideas incluyen ponerme en pijama para salvar a Alex Hill de una cárcel improvisada. ¡Maravilloso!

Miro al espejo retrovisor y, honestamente, casi me da risa. Estoy vestida con un conjunto de pijama ridículo, el tipo de pijama que ni siquiera debería salir de la casa, pero aquí estoy, conduciendo con él puesto como si fuera lo más normal del mundo. ¿Quién hace esto a las tres de la mañana? ¿Yo? Claro que sí. Mis padres ni siquiera tienen idea de lo que está pasando, y ni siquiera puedo creer que haya tomado el coche sin más. Seguro que mañana me matan. O peor, me quitan el wifi por un mes.

Cada vez que paso por una esquina o veo una patrulla estacionada, mi corazón da un brinco. No puedo creer que me esté metiendo en esto. Debería estar estudiando para el examen de biología, no corriendo a rescatar al idiota más engreído de la historia. Mia, eres una tonta, te van a descubrir, te van a arrestar, y todo por este... este... imbécil.

Pero, no sé por qué, todo esto me parece una mezcla de emocionante y completamente estúpido. Si alguien me viera ahora, se moriría de risa. Pero no me importa. No puedo dejar que Alex termine en la cárcel, aunque, sinceramente, lo merece. Solo que... bueno, ¿quién más lo va a sacar de ahí, si no soy yo? Y de alguna manera, esa idea me hace sentir un poco más tranquila. 

Sigo conduciendo, el sonido del motor es lo único que me acompaña mientras mi mente divaga. De repente, me doy cuenta de algo más: ¿Sabes qué? ¡Esto es un desastre! Yo nunca manejé un carro tan caro y menos a estas horas de la madrugada. ¿Qué tal si choco? ¡Qué vergüenza sería que mis padres me encuentren con el coche destrozado a las tres de la mañana, después de que les haya robado el auto para rescatar a alguien como Alex!

Pero, no sé qué pasa. Algo en mi interior me impulsa a seguir adelante. Maldita sea, Mia, me repito a mí misma mientras esquivo un par de baches en la carretera. 

Finalmente, después de lo que parece una eternidad, llego. Y ahí está él, el idiota que metió todo en este lío, con la cara de siempre, como si no hubiera pasado nada. Respiro hondo, apago el motor del coche, y, por un segundo, me quedo ahí, mirando el volante. ¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Pero luego lo veo, y sin pensarlo más, me bajo del carro. Aquí estoy, con la cara llena de sueño y el corazón acelerado, por rescatarlo.


Alex

Veo a Mia ingresar y la veo... vestida con una pijama de hello kitty? Me río al verla

Ella me lanza una mirada asesina que no me hace más que reír más fuerte.  Si ella se va a meter en este lío conmigo, que al menos lo haga con estilo. Aunque no puedo negar que verla vestida como una niña pequeña con ese pijama me está matando de risa.

De repente, el policía, que debe estar tan confundido como yo, se acerca a ella, sacudiendo la cabeza y murmurando algo sobre cómo todo esto se siente más como una película de comedia que como un rescate serio.

Dime que me odiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora