Problemas

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Pasan los minutos, y no puedo evitar quedarme ahí, con el teléfono aún en la mano, como si de alguna forma pudiera cambiar lo que acabo de hacer. Pero no, no hay vuelta atrás. Ella ya sabe que soy un idiota, y lo peor de todo es que ni siquiera sé qué hacer con la situación. Porque en mi mente, esto solo se está poniendo peor.

De repente, el teléfono vibra en mis manos. La pantalla se ilumina. Mierda, ¿será ella? ¡No puede ser! Mi corazón se acelera como si me estuviera preparando para correr una maratón. ¿Es un mensaje de Mia? ¿Me va a decir algo horrible?

Lo miro, y ahí está. Un mensaje de ella.

Mia:
¿Me colgaste?

Leí el mensaje tres veces, porque no me lo creía. ¿Qué carajos significa eso? ¿Se está burlando de mí? ¿Está realmente molesta? O, peor aún, ¿me está dando una segunda oportunidad para arreglar esta metida de pata?

Mis dedos vuelven a moverse como por arte de magia, y decido contestar algo rápido para no parecer un total desastre.

Yo:
No, claro que no. Simplemente accidental.

Sé que es una mierda de excusa, pero ¿qué se supone que haga?

 Además, esto no es la primera vez que hago algo tan estúpido, así que ya estoy acostumbrado a este tipo de cosas. No soy un tipo muy bueno en las relaciones... o en las llamadas, o en nada que implique ser normal.

El teléfono vibra nuevamente, y esta vez el mensaje me hace reír, aunque nervioso. Mia no está tan molesta como pensaba.

Mia:
¿Por qué piensas llamar a esta hora, Alex? ¿Estás seguro de que no estás borracho o algo así?

Ahí está, la clásica Mia, lanzando dardos, como siempre. Pero, ¿qué esperaba? ¿Que me agradeciera por llamarla en medio de la noche sin razón alguna? No. Mia es Mia. Y eso es exactamente lo que me gusta de ella. Esa actitud de no dejar que nadie se salga con la suya, especialmente yo.

Decido responder rápido, antes de que el pánico me vuelva a invadir.

Yo:
Solo quería asegurarme de que no estuvieras haciendo nada tonto. Sabes, como llorar por un hombre...

¡Cielos! ¿Qué acabo de decir? Eso suena mucho peor de lo que pensaba. Me llevo una mano a la cara, sintiendo que el ridículo no tiene límites.

Pero Mia responde casi al instante.

Mia:
¿En serio, Hill? ¿No tienes mejores cosas que hacer que llamarme a la una de la mañana?

Me estoy muriendo de risa por dentro, porque, claro, eso es lo que hago. Llamar a las personas a horas inapropiadas solo para arruinarlo todo. Pero, por alguna razón, me siento un poco mejor. Al menos ella no me está gritando, no me está bloqueando, no está tirando su teléfono al suelo. 

Es un avance.

Yo:
¿Qué puedo decir? No pude dormir sin saber si el mundo estaba a salvo sin ti.

Mierda. Estoy volviendo a caer en esa trampa. Cada vez que hablo con ella, me doy cuenta de lo mucho que disfruto verla molesta. ¿Por qué soy tan masoca? Pero, también, ¿por qué me sigue respondiendo?

Mia:
Eres un idiota. Pero admito que, al menos, me dió risa el dato random.

¡Bingo! Esto es todo lo que necesito. El ego de Alex Hill tiene una pequeña ganancia. Aunque sea un idiota, al menos estoy haciéndola reír o algo así. Ojalá que no esté riéndose de mí, pero no voy a pensar en eso ahora.

Dime que me odiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora