Perder

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Mia

La cafetería estaba abarrotada. Las chicas populares, por supuesto, estaban instaladas en una de las mesas con carteles de colores, vendiendo brazaletes y flores para el estúpido baile de mitad de año. Era una tradición ridícula, un baile solo para los del último año. Qué original, pensé con sarcasmo. Todos los años lo mismo. Las chicas llevaban un brazalete y los chicos, una flor a juego en la bolsa de su saco. Wow, qué romántico. No podía pensar en nada peor.

—¡Y recuerden! —anunció la señorita López desde el frente del salón, su voz chillona resonando por todo el lugar—. El baile es obligatorio si quieren esos 10 puntos extra para la clase de sociología. ¡Deben asistir con una pareja! Las chicas llevan un brazalete del color que elijan y los chicos, una flor a juego en el saco. ¡Así que busquen una pareja pronto, el tiempo corre!

Un coro de murmullos invadió el ambiente. Era fácil saber lo que pasaba por las cabezas de los demás. Todos se veían nerviosos, algunos lanzaban miradas furtivas a sus respectivos crushes. Algunos chicos se atrevían a acercarse a las chicas con una torpe sonrisa, mientras ellas fingían que no los habían notado, pero por dentro estaban emocionadas.

Alisson me lanzó una mirada cómplice mientras acariciaba con el dedo el brazalete que acababa de comprar. Claro, ella ya tenía pareja. Joshua se lo había pedido hace días, así que estaba tranquila y lista para el evento. Pero yo...

—Señorita López, ¿es obligatorio? —levanté la mano, rompiendo el bullicio. No me interesaba en absoluto ese baile, ni tampoco perder mi tiempo en elegir a algún chico solo para cumplir con la estúpida tradición. 10 puntos no pueden ser tan importantes.

La señorita López me dedicó una mirada condescendiente, como si acabara de preguntar si el sol salía por el este.

—Mia, querida, por supuesto que sí. Son 10 puntos perdidos si no asistes —dijo con una sonrisa demasiado amplia para mi gusto—. Y sabes que esos puntos cuentan mucho para la nota final del semestre.

Mi mandíbula cayó. ¿Perder 10 puntos solo por no asistir? Eso era injusto. ¿Desde cuándo nos castigaban por no participar en una tontería así? Las quejas se quedaron atrapadas en mi garganta, y lo único que pude hacer fue cerrar los ojos un segundo y tomar aire.

¿Una pareja? ¿A quién voy a elegir?

—¿Problemas, Clair? —escuché la voz de Alex detrás de mí, y supe que estaba a punto de empeorar mi día. Me giré, ya con la mirada afilada, y ahí estaba él, con su habitual sonrisa arrogante, como si disfrutara de mi incomodidad.

—¿Qué quieres? —le solté, no estaba de humor para soportar sus bromas.

—Solo estoy disfrutando de tu pequeño dilema —respondió, acercándose un paso más—. Ya sabes, eso de que tienes que encontrar una pareja para el baile. Pero claro, como eres tan increíblemente sociable, seguro ya tienes a alguien en mente... oh, espera. No, no lo tienes. —Su tono burlón me hizo hervir la sangre.

Rodé los ojos, intentando no caer en su juego.

—No es de tu incumbencia, Alex.

Pero él no dejaba de sonreír, como si esto fuera lo mejor que le hubiera pasado en la semana.

—Oye, tranquila —dijo, levantando las manos en señal de paz—. Solo me preocupa que te quedes sin pareja. Después de todo, no todos los chicos pueden estar a la altura de tus exigencias... aunque si lo piensas, tienes suerte. Aún tienes tiempo para encontrar a alguien... ¿O debería decir rogarle a alguien?

—Tú no me conoces lo suficiente para decir eso —repliqué, entrecerrando los ojos—. No necesito que nadie me lo pida.

—Claro, claro —rió suavemente, inclinándose un poco más hacia mí—. Pero sabes que es verdad. Eres tan... inaccesible que apuesto a que la mitad de los chicos aquí están aterrorizados de siquiera intentar pedirte que vayas con ellos. —Me dedicó una mirada de lástima fingida—. Debe ser difícil ser tú, ¿eh?

Dime que me odiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora