Mia
La nieve crujía bajo mis botas mientras llegaba a la cima de la montaña. Todo a mi alrededor parecía pacífico, pero por dentro sentía el caos. Un remolino de pensamientos —el engaño de Ethan, la declaración de Alex de que no me odiaba, esa mirada suya que parecía decirme tanto y tan poco al mismo tiempo— me abrumaban.
Tomé aire y traté de concentrarme, pero el simple acto de respirar se volvía difícil. Mis manos temblaban dentro de los guantes, y mis ojos escaneaban el vasto manto de nieve, buscando una distracción. Lo que buscaba realmente era... ¿qué? Algo que me permitiera olvidar, al menos por unos minutos, todo este enredo en mi vida.
Resbalé la tabla bajo mis pies y me lancé cuesta abajo, esperando que la velocidad arrastrara mis pensamientos lejos de mí. Sentí el viento golpeando mi rostro, y aunque el frío quemaba, me aferré a esa sensación. Pero los pensamientos no se iban, seguían ahí, apretándome el pecho.
¿Por qué me importaba tanto lo que Alex pensara de mí? Me mordí el labio, recordando su mirada al decirme que no me odiaba y el hecho de que me escuchó llorando. Era como si esas palabras se hubieran quedado grabadas, cada vez más profundas, desgarrándome de adentro hacia afuera.
La respiración se me aceleraba, y cada intento por calmarme era inútil. Me detuve bruscamente en la mitad de la bajada, sintiendo cómo la ansiedad me invadía. Mis pulmones se sentían atrapados, como si no pudiera tomar suficiente aire, como si la montaña misma estuviera cerrándose sobre mí.
La nieve brillaba bajo mis pies, pero la presión en mi pecho se hacía más fuerte. Me apoyé en las rodillas, agachándome para intentar calmarme. ¿Por qué nada podía ser sencillo? Mi mente estaba atrapada en un bucle, repitiendo escenas y frases que me atormentaban. Los últimos días parecían haberse convertido en una serie de decisiones y palabras que me hacían daño, una tras otra.
Después de lo que pareció una eternidad, logré controlarme lo suficiente para volver a casa. Me sentía agotada, como si la montaña me hubiera quitado cada gramo de energía. Justo al entrar, encontré un mensaje de Alisson: "Voy a tu casa en un rato. Prepara las palomitas." No tenía energía para nada, pero la idea de compañía y de distraerme era lo que necesitaba.
Poco después, Alisson apareció en mi puerta, con una sonrisa y su mochila cargada de chocolates y golosinas. Me dio un abrazo fuerte, y sin necesidad de preguntar nada, supe que ella entendía lo que necesitaba.
—Amor a medianoche —dijo con una sonrisa traviesa, sosteniendo la película en alto. Era mi favorita, y verla siempre me hacía sentirme mejor, aunque solo fuera un rato.
Nos acurrucamos en el sofá, y mientras la película avanzaba, sentí cómo mi mente se calmaba poco a poco. La compañía de Alisson, las escenas familiares de la película, y la calidez de mi hogar eran el bálsamo que necesitaba. Entre risas, bromas, y susurros sobre las escenas, me di cuenta de que, aunque las cosas no fueran fáciles, siempre tenía a alguien a mi lado para ayudarme a sobrellevarlas.
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El fin de semana llegó, y la emoción flotaba en el aire mientras Alisson y yo nos preparábamos para la película de Marvel que tanto esperábamos. Habíamos estado en la fila desde la madrugada, asegurándonos de conseguir los boletos. Con nuestras camisetas personalizadas de Marvel, estábamos listas para vivir la experiencia del estreno. La adrenalina corría por mis venas mientras imaginaba las escenas épicas que estábamos a punto de presenciar.
Al llegar al cine, la fila se movía rápidamente, y una vez dentro, encontramos nuestros asientos perfectos. Nos acomodamos, listas con nuestras palomitas y refrescos, cuando de repente, mis ojos se abrieron como platos. Joshua y Alex estaban allí, caminando hacia nosotros con sus propias sonrisas de entusiasmo.
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Dime que me odias
Teen FictionEn un mundo donde la rivalidad escolar se mezcla con la adrenalina de las montañas, Mia Clair y Alex Hill son dos jóvenes que compiten por ser los mejores en todo. Enfrentándose en el aula y desafiándose en la pista de snowboarding, nunca imaginaron...