Traición

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Alex

Desde la fiesta, las cosas entre Mia y yo han ido de mal en peor. Cada vez que la veo, parece que estoy caminando sobre un campo de minas. Si siquiera intento hablarle, ella me corta con un comentario afilado, y si no digo nada, no me deja en paz con sus miradas frías. Pero ahora, lo que más me saca de quicio no es ella exactamente. Es él.

Ethan aparece en cada esquina como si fuera su sombra, siempre sonriendo, siempre encantador, siempre justo donde no debería estar. Y lo peor es que Mia le sigue la corriente. Lo veo con sus estúpidas flores y su aire de tipo perfecto, y cada vez que están juntos me dan ganas de ponerle un freno. Solo que... no tengo derecho, ¿verdad? Porque, técnicamente, Ethan no está haciendo nada malo. Técnicamente.

La primera vez que me cruzo con ellos en el pasillo esa semana, Ethan está apoyado en su casillero, diciéndole algo a Mia que la hace reír. Ríe de una forma despreocupada, como si no hubiera habido ni una pizca de tensión en los últimos días. Y yo, bueno... finjo que me da igual. Paso cerca, directo, sin apartar la vista, y cuando están a punto de verme, suelto un comentario al aire:

—Bueno, bueno, ¿no es lindo el nuevo accesorio de Mia?

Ambos se vuelven, y Mia me lanza una mirada cargada de veneno. Ethan, en cambio, intenta poner cara de "pacificador", como si fuera un tipo tan superior que no necesita rebajarse a mis bromas. Pero sé lo que hace: se acomoda como si fuera su guardaespaldas, como si me estuviera apartando.

Mia da un paso adelante, y esa chispa en su mirada es suficiente para que el día se me ilumine un poco.

—Prefiero un accesorio que al menos no me da dolores de cabeza —dice, con una sonrisa que a cualquiera engañaría, pero que yo sé perfectamente que va dirigida a mí como una bofetada.

Mis labios se tensan, pero le devuelvo la sonrisa. Al final, dos pueden jugar este juego.

—Seguro —respondo, y mi voz sale más dura de lo que pensaba—. Aunque, ya sabes, esos accesorios suelen ser temporales.

Ella levanta una ceja y sonríe aún más, como si disfrutara cada segundo.

Los días siguientes, cada vez que veo a Mia, está pegada a Ethan. En la cafetería, en los pasillos, incluso en el estacionamiento. Y cada vez que los veo, una parte de mí siente como si la sangre me hirviera en las venas. Intento mantener la calma, pero es difícil no perderla cuando ves a alguien que simplemente no encaja con ella. Es como si se estuviera obligando a estar cerca de él.

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Mia

La casa de Alisson estaba llena de luces y risas, la música vibrando en cada rincón mientras la gente se movía por el salón. Había algo en el ambiente de esa noche que me hacía sentir ligera, como si por una vez las cosas estuvieran en su lugar. O, al menos, eso quería creer.

Ethan estaba a mi lado, y su sonrisa tranquila me daba una paz que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Me tomó la mano mientras charlábamos, y cuando nuestras miradas se encontraron, sentí que el tiempo se detenía. No lo pensé mucho; lo último que quería era analizarlo todo como hacía con Alex. Con Ethan era distinto: sencillo, directo. Me hacía reír, me hacía sentir que realmente estaba ahí para mí, sin dobles intenciones.

—¿Quieres subir por un poco de aire? —me susurró, apuntando con la cabeza hacia la escalera.

Asentí, y me dejé llevar, entre la gente, sintiendo su mano segura en la mía. Nos detuvimos en uno de los descansos de la escalera, y con las luces de la fiesta parpadeando a nuestro alrededor, parecía como si estuviéramos en nuestro propio pequeño rincón. Ethan se acercó, sus ojos fijos en los míos, y su expresión me transmitía esa tranquilidad que tanto necesitaba.

Dime que me odiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora