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Bipolaridad.
Alissa.
—¡Es tu puto problema!
El grito me despierta y por el sobresalto hace que salte de la cama. Caigo al suelo y segundos despues intentó levantarme mientras asimiló todo lo que hay a mí alrededor.
Excelente manera de despertar.
Me sujeto la cabeza por el dolor y el mareo que se apodera de mi y la noche anterior se reproduce en mi mente como una película. Calentando mis mejillas.
«—¿Lista?
—Lista».
«Santa virgen bendita».
Besos, ropa por todos lados, gemidos, jadeos, dolor y placer... Joder. Si paso. ¡No fue un puto sueño!.
—¿Que haces en el piso?.
James está frente a mí, sin camisa con el cabello despeinado como de costumbre mientras me mira arqueando una ceja. Pensar en todo lo que hicimos anoche, me pone nerviosa. Demasiado para mí gusto, recordar sus besos por mi cuerpo, su voz. Ronca y firme, diciendo que le pertenezco.
«Con ese maldito acento, dios»
Lo bien que sentí cada cosa que hicimos, lo cuidadoso que fue. Todo fue jodidamente perfecto.
—Alissa, ¿Estas bien?.
Asiento e intento levantarme pero caigo una vez más y el ríe haciéndome enojar. Me ayuda a levantarme y tomo asiento en la cama. No puedo articular palabras. Los recuerdos tienen toda mi atención.
«—Nena, ahora eres mía. Solo mía»
Si, solo necesitaba eso para saber qué estoy completamente loca por el ruso. Y si me lo preguntan, no me arrepiento de absolutamente nada.
—Linda, ¿pasa algo? —su mano reposa en mi cara brindándome caricias y mimos en el cabello—. ¿Te sientes bien?.
Asiento.
—Me asusté cuando te oí gritar.
Aparta su mano de mi rostro y sus ojos de los míos. Lo que significa que no va a decirme porque gritaba, ya lo sé.
Sin querer indagar me levanto de la cama y mis piernas amenazan con caer pero James me sujeta una vez más. En su rostro hay una sonrisa que intenta ocultar. Pero es demasiado notoria.
«—No pares, por favor.
—No pienso detenerme».
La temperatura me eleva ante el recuerdo que se cruza por mi mente. ¿En verdad dije todo eso?. Aún no puedo creerlo.
—Debo arreglarme. —susurro.
El asiente y me alza. Envuelvo mis piernas en su cintura para no caer y camina conmigo en brazos hasta el baño. Abre la puerta y luego me baja con cuidado para despues tomar asiento en un banco
—Estare aquí por si caes. —yo lo miro confundida. No, eso en definitiva no pasará.
Quiero ducharme, no coger con James en la ducha.
—Fuera —el niega con la cabeza
—James ¡Afuera!.
Sigue sin moverse, solo está ahí. Mirándome con una sonrisa coqueta.
Desisto a la idea de sacarlo y mi atención es captada por un dolor en el cuello cosa que hace que dirija mi vista al espejo y.
Santo Dios.