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Conflicto y deseo.
James.
—¿Podría decirme dónde está el baño?.
Veo como el mesero le indica el lugar y ella literalmente huye de la mesa.
—Leister, Williams. No se separen de ella.
Ambos asienten y caminan a sus espaldas, quizás eso le brinde un poco más de tranquilidad. Comprendo el hecho de que no le agrade nada de esto. Pero es su deber y debe acostumbrarse.
—Linda chica. —menciona Oliver con una sonrisa coqueta.
Luck y Liam me miran con disimulo y solo suspiro fastidiado.
—El carácter es lo que la vuelve sexy.
Rezo porque todos los ángeles dioses demonios o lo que sea me den el autocontrol que necesito para no irme sobre Cedric y partirle toda la puta cara hasta desfigurar su rostro.
—Cuida tus palabras —advierto.
—James, acaso no te enseñaron a compartir. Te recuerdo que estuve a punto de...
Liam estampa su mano en mi pecho cuando intentó levantarme.
—Controlate carajo. —susurra.
El sonríe satisfecho por mi reacción y si, no debí hacerlo, solo me dejo en evidencia. Pero dicha cosa me da igual, en verdad detesto que hable de ella. No quiero que la mire y menos que su nombre este en su sucia boca.
—Basta ya —exige—. No es momento para sus putas estupideces.
Inhalar, exhalar y paciencia rogar.
—Vamos Rossi, estamos halagando a su acompañante —rie Eric.
Antes de decir algo más todos callan cuando Alissa se acerca a nosotros una vez más luciendo más calmada que antes.
—La estábamos esperando señorita, ahora usted es parte de esto. —dice Oliver.
Ella no le contesta solo toma asiento una vez más mientras arregla su cabello. La conversación sigue su curso, ellos se disculpan por el comportamiento de su hermano y no presto atención a nada de lo que dicen.
Mis ojos están puestos en ella. Y se que deje claro que no debemos demostrar interés o algo por el estilo. Pero no puedo controlarme. Y menos con Cedric a su lado, eso solo empeora las cosas para mí.
—Señorita, es para usted
El mesero deja una copa de vino en la mesa y Alissa me mira con disimulo. Busco con la mirada observando cada detalle y mis ojos caen en ella una vez más. Solo mira la copa con algo de asombro pero no la toca.
—¿Quién lo envía? —inquiere Luck.
El duda en hablar y Alfred aclara su garganta haciendo que el hombre suelte las palabras con rapidez y algo de temor.
—Ryan Stanford mi señor.
Suspiró y paso una mano por mi cabello harto de esto.
—Alfred —el hombre se acerca a la mesa.
—Me encargó señor.
Desaparece de mi vista con la copa en sus manos. Miro a Alissa y ella asiente en signo de agradecimiento, hago lo mismo y me empinó el trago de vodka que estaba en mi vaso apaciguando mi estrés.
—Solo era una copa de vino. Exageras.
No le contesto. Sabía que este sería uno de los problemas cuando la conocieran. Los mafiosos la verán como una mercancía, una presa. Y solo de ella depende demostrar que es una líder.