Después de la coronación, el castillo de Delacroisse seguía vibrando con la energía de una celebración que parecía no tener fin. Los jardines eran un espectáculo de música, luces y risas, donde nobles y aldeanos disfrutaban de la comida y el vino bajo un cielo lleno de estrellas. Sin embargo, Harley sentía el peso de cada momento sobre sus hombros. La coronación había sido un éxito, pero la responsabilidad que ahora recaía sobre ella no desaparecía con los brindis ni con las danzas. Necesitaba un respiro.
Desde el balcón del gran salón, observaba a los invitados mientras intentaba mantener una sonrisa tranquila, aunque su cuerpo pedía descanso. Fue entonces cuando vio a Noah y su familia Wilsore. Estaban cerca de una de las mesas principales, disfrutando del festín. Luna correteaba alrededor, fascinada por los destellos de los candelabros y los intrincados detalles de las columnas doradas.
Harley se permitió una breve sonrisa al ver la alegría en los ojos de la niña. Respiró hondo y se acercó a ellos, buscando una excusa para escapar del bullicio mientras cumplía con una misión que había estado postergando.
—¿Les gustaría un recorrido por el castillo? —preguntó con un tono amable, aunque en su voz había un matiz de urgencia que Noah no tardó en notar.
—Sería un honor —respondió él, levantándose de su asiento con una sonrisa que buscaba tranquilizarla.
Harley asintió, agradecida, y con un gesto de la mano los invitó a seguirla. Luna, emocionada, comenzó a señalar todo lo que veía a su paso, como si cada rincón del castillo escondiera un tesoro.
—¡Mira esto, mamá! —exclamó la niña, deteniéndose frente a una pintura que retrataba una batalla épica de siglos pasados.
La madre de Luna se acercó para examinarla, admirando los detalles mientras Harley los guiaba por un pasillo iluminado por candelabros antiguos. Las sombras danzaban en las paredes, dando vida a los tapices que narraban historias de reyes y reinas que habían gobernado antes que ella.
El pasillo que cruzaron estaba iluminado por candelabros altos, cuyas velas lanzaban sombras que parecían moverse al compás de las historias que los tapices narraban. Cada detalle en las paredes y techos hablaba de la grandeza y el peso de la historia de Delacroisse, pero Harley apenas lo notaba. Su mente estaba fija en su destino: la biblioteca.
Cuando llegaron, Harley empujó con cuidado las enormes puertas de madera, adornadas con intrincados relieves de ramas entrelazadas. Un leve chirrido resonó mientras las puertas se abrían, revelando la sala más majestuosa del castillo.
La biblioteca era un lugar sacado de los sueños. Estanterías de madera oscura, que alcanzaban el techo, estaban repletas de libros encuadernados en cuero, muchos de ellos con títulos dorados que reflejaban la luz de la luna. Un ventanal enorme en el centro de la pared más alta dejaba entrar la luz plateada, bañando el lugar en un resplandor etéreo. La brisa nocturna movía ligeramente las cortinas de terciopelo azul marino, y el aire estaba impregnado con el aroma cálido y familiar de papel envejecido y tinta seca.
—Este es mi lugar favorito en todo el castillo —dijo Harley en voz baja, como si temiera perturbar la calma casi sagrada del espacio.
Luna soltó un suspiro de asombro, corriendo hacia una de las estanterías más bajas, mientras Noah observaba cada rincón. Harley caminó hacia una mesa central, donde algunos tomos descansaban abiertos, sus páginas llenas de escritos antiguos y dibujos de mapas y constelaciones. Sus dedos rozaron una de las páginas, como si quisiera absorber cada palabra.
—Es gigante...—murmuró Noah, observando la biblioteca con una mezcla de admiración y asombro.
Harley apenas asintió, su atención atrapada por un sonido sutil detrás de ellos. Una presencia familiar.
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Reyes Del Odio
Fantasy¿Qué harías si te obligan a casarte con el príncipe del reino enemigo que toda tu vida te empeñaste en odiar? Harley Rivermoor ha sido entrenada desde niña para ser la guerrera más formidable de su reino, destinada a defender su tierra con su vida...