9. Blood
Escuché el tintineo de algo... o no, era un marcapasos... ¿por qué estaba escuchando un marcapasos? Perezosamente, abrí los ojos, primero uno y luego el otro, me encontraba en una habitación blanca, olía a alcohol y fármacos, mierda... estaba en un hospital.
¿Cómo carajo terminé aquí?
Como pude me incorporé encontrándome solo, en efecto, en la camilla de un hospital o más bien el centro de salud del pueblo. ¿Que pasó? Recuerdo que me sangraba la nariz, ¿luego qué? ¿Jael me encontró? ¿Macao? ¿Kim?
Fue Jael, entró a la habitación siendo perseguido por un molesto Macao.
– ¿Ves? Te dije que el ángel estaría bien – dice Jael –
Macao lo empujó con el hombro y corrió hacia mi – Chay, ¿que pasó?
– Eso mismo me pregunto yo – repuse – ¿Por qué estoy aquí?
– Te encontré desmayado en la cocina, pequeña molestia – dice Jael – Kim ya viene para acá, supongo que en...
– Chay –
Ese había sido Kim, irrumpiendo en la habitación de hospital, iba vestido de negro, el rostro con una expresión preocupada... y también, molesta.
– ¿No fui claro contigo? Te dije que lo cuidaras, imbécil – dice Kim llegando a Jael
– Le cuidé bien el culo a tu ángel, pero no puedo protegerlo de las enfermedades físicas de un humano, idiota – dice el otro demonio cruzándose de brazos
Kim me mira y se acerca, cambiando su rostro – Angel – susurra, sonrió – ¿Por qué me ves como si fuera tu persona favorita?
– Lo eres – musité y tomé su mano entre las mías, él estaba siempre tan frío – Estoy bien
– No lo estás, el doctor dijo que te descompusiste por falta de alimentos, dice que estás cansado y fue el agotamiento lo que derivó al desmayo – explica – Chay, amigo, debes cuidarte más y...
– ¿Desde hace cuanto te sientes exhausto? – pregunta Kim
Realmente, no me he sentido mal a demás de los sangrados...
– Yo me siento bien, creo que no ha sido nada – susurró – Kim, quiero ir a casa.
Mi novio se inclina lo suficiente para besarme la mejilla y luego, dulcemente los labios.
– Aun no, debes recibir los suplementos y luego nos iremos
No me había percatado que estaba conectado a una máquina que me pasaba por medio de intravenosa varios suplementos y vitamínicos. Estaría aquí por varias horas.
– No quiero que te alejes más – dije
Creo que esa pequeña frase fue la banderita verde para que Jael y Macao me dejaran a solas con Kim.
– Yo tampoco, pero estaba haciendo algo importante – dice, él nunca soltó mi mano.
– ¿Y que hacias?
– Hablaremos de eso luego – sonrié para mi – Me asusté mucho cuando Jael me avisó.
– Oww, ¿estás preocupado por mi?
Me miró como si estuviera loco – ¿Y tu que crees? – preguntó y negó – De ser por mi te mantendría en una urna de cristal, ángel.
Solté una risita – Te creo – bufé – Pero soy más fuerte de lo que crees.