Capítulo 1. [Editado √]

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Siento un horrible dolor en todo el cuerpo. Trato de levantarme pero choco con el techo. Miro a ambos lados, esta muy oscuro.

Me alboroto al ver que se trata de la cajuela de un auto, comienzo a patalear. Mi garganta ya ardía de tanto gritar en vano, sentía mis lágrimas saladas bajar por mis mejillas, esto era una tortura, y nadie parecía escucharme.

Trato de calmarme pero la presión de estar ahogada en aquel estrecho rincón me proporcionaba una incómoda sensación de asfixia. No era claustrofobica, pero era impresionante la falta de oxígeno que podía acumularse en aquel rincón. No lo soporté más, comencé a gritar y a patear la parte de arriba que funcionaba como "techo", hasta que oí voces provenientes de la parte delantera.

-Si no se calla, te juro que la mataré-. Dijo una voz masculina. Pero eso solo me hizo patalear más fuerte por la desesperación.

-Si la matas, Cleytom se enojará-. Dijo esta vez la otra voz.

Lloré descontrolada, no solo porque me estaban secuestrando o porque probablemente ya estuviéramos a miles de kilómetros de donde estaba, sino porque sabía en lo más profundo de mi corazón que nadie me buscaría. Desde que mi madre decidió mudarse a Italia con mi padrastro, ya no se preocupa por mi. Es más que obvio que por eso me obligó a quedarme con mi padre biológico en Francia donde todo es desconocido para mi. Seguro mi madre pensaría que estoy con mi padre, y mi padre que estoy con ella.

Busco mi celular en el bolsillo trasero de mis jeans, no hay señal y no me sé el número de emergencias de este continente. me limpié las lágrimas que caían totalmente desenfrenadas de mis ojos y miré el contenido de mi alrededor. Había latas de pintura, sogas, herramientas y una pala... Espera, ¿una pala?, ¿para que querían una pala?, A menos que...

-¡¡AYUDA, ME TIENEN SECUESTRADA!!-. Grité a todo pulmón reprimiendo las ganas sobrehumanas de llorar.

El automóvil frenó de golpe. Escuché pasos acercarse agitadamente hacía mi. Admito que no fue buena idea comenzar a gritar, aunque tuve la pequeña esperanza de que alguien me oyera, lástima que solo me creé una falsa barrera de ilusión. La cajuela se abrió dejando ver un rostro sombrío con notable furia en sus ojos, pude observar que tenia una gran cicatriz en la parte superior de la ceja.

En su mano izquierda llevaba un grueso tuvo de metal que no me daba un buen presentimiento.

-¡ESPERA BRYAN, NO LO HAGAS!-. Escuché gritar al otro sujeto que venía corriendo detrás de él. Pero ya era tarde, sentí algo impactar fuertemente contra mi cráneo.

...

Notó algo líquido deslizarse por mi frente. Intento tocarlo con mi mano pero no puedo, algo me inmoviliza. Miro mis brazos, están atados. Muevo mis pies pero igual están atados. El líquido es tan continuo que hace cosquillas en mi nariz. Me estoy asustando, observó el ambiente en busca de explicaciones pero aún sigue siendo nada. Las paredes son blancas algo descoloridas, hay una ventana en un lado de la habitación pero con rejas y por último un colchón en el suelo.

-¡¡¿QUE BRYAN  HIZO QUÉ?!!-. Oigo decir detrás de la puerta.

Bryan... Ese nombre fue el único que escuché antes de estar aquí.

-Ya se lo dije señor, lo sentimos, fue un accidente. Estoy seguro de que Bryan no lo hizo con malas intenciones-. Esa voz me resultaba conocida.

Oí el sonido de un puñetazo y luego a alguién caerse en el suelo con brusquedad. Eso me sobresaltó y me hizo estremecer.

-Estoy seguro que no volverá a pasar. Eso fue por no detenerlo a tiempo. Quiero a Bryan en mi despacho ¡AHORA!-. Escuché los pasos alejarse rápidamente.

La manecilla de la puerta comenzó a girarse, temí por mi vida y observé con horror la puerta que ahora se estaba deslizando hacía adelante.

Podía sentir el miedo en mis ojos, mi cabello me tapaba ligeramente el rostro mientras yo veía hacía abajo como las gotas de mi sangre manchaba el sucio suelo a su paso. Escuché lentos pasos acercarse hacia mi, a medida que el corazón me latía con fuerza, amenazando con salir de mi pecho. Noté la presencia de alguién agacharse a mi lado.

Sentí una suave mano acariciar mi rostro y poner unos cuantos mechones que se habían escapado detrás de mi oreja. Yo solo presenciaba su cálido tácto con los ojos cerrados y la cabeza hacía abajo.

Él toco mi mandíbula y la alzó con delicadeza para poder ver mi cara. Yo la alcé con inseguridad. Abrí los ojos, él tenía unas profundas lagunas azules como ojos y una rebeldemente desordenada cabellera color azabache.

Lo observe con confusión a medida que él se acercaba para examinar mi rostro más de cerca, desvío la mirada de mis ojos para centrarse en mi herida. Se llevó su dedo a mi frente y toco suavemente en la parte sangrante, haciéndome sentir un gran dolor.

-¡AUH!-. Grité echándome hacia atrás.

Él se paró y me observó unos cuantos segundos en silencio. Su mirada era seria, casi tanto como su aspecto. Yo también miré cada rasgo de su cara para luego centrar mi atención en su mano. Traía un bate de béisbol completamente manchado de sangre seca. Mi mirada se torno de un momento a otro de confundida a asustada.

Lo miré con los ojos cristalizados, no quería sollozar enfrente de mi agresor, pero supongo que sólo eso me quedaba. Después de todo, no sé donde estoy.

Inconscientemente una lágrima se escapó de mis ojos empapando nuevamente mis mejillas. Él miró detenidamente como la lágrima se deslizaba lentamente hasta llegar a mi cuello. y después otra le siguió el paso. Él se acercó a mí y con cuidado de no lastimarme, limpió las lágrimas con su suave pulgar.

-¿Quién eres?-. Le pregunté con la voz quebrada.

Él entre abrió los labios pero luego los cerró intentando escoger las palabras adecuadas. Y cuando finalmente se decidió por hablar, la puerta se abrió detrás de él dejando ver dos hombres grandes y robustos entrar a través de esta.

-Señor, Bryan lo está esperando en su alcoba-. Dijo el más alto de los dos.

-Llevenla con las otras, curenle la herida y denle algo de comer, esta muy pálida-. Dijo después de marcharse por donde anteriormente habían pasado los dos hombres.

Uno de ellos se acercó a mi deshaciendo las ataduras. Luego de quitarmelas todas, comenzé a frotar mis muñecas mientras ellos me guiaban hacia un pasillo lleno de puertas y cosas extravagantes de colores. Y yo solo podía pensar una cosa...

¿Quiénes son las otras?

Inocencia Destruida.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora