16⎟✶ El tiro de gracia

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Nicoletta

—Entonces, háblanos de esa mujer. —Alenko sonríe para después señalar al resto de sus invitados, ya sentados alrededor de la mesa—. Todos aquí tenemos curiosidad, se esparció un rumor have un año de que tu esposa intentó matarte.

Intento desaparecer, solo por si a alguien de repente se le ocurriera reconocerme, pero por suerte nadie me presta atención. Y debo reconocer que he hecho un trabajo exitoso con el maquillaje y la peluca para ocultar mis rasgos, incluso con un par de pupilentes cafés. La mayoría miran a Dante con cierto deje burlón, lo que me hace saber que no es muy apreciado por los capos de otras mafias. Dudo que entre ellos apenas y se toleren.

—Tenemos nuestras diferencias. ¿No las tenías tú con tu esposa?

—Es cierto. —Alenko parece reflexivo y mira a su hija, que está ocupada regañando a un sirviente porque le puso pimienta a su plato—. La madre de Amybeth era una mujer complicada, tuve que quitarla de en medio hace unos años.

Todos ríen y asienten con la cabeza. Me preocupa que este sea su concepto de diversión, me estremezco cuando la mirada de Alenko cae en mí, sus ojos miel van acorde con su cabello castaño claro. Tiene una barba que me hace recordar a Dios, aunque una sonrisa más propia del diablo. Entrelaza las manos mostrando sus costosos anillos, uno con el rostro de un lobo y otro el de una luna.

—¿Y tú? ¿Quién eres? ¿De dónde vienes?

—Soy Cycy, señor, vengo de Londres.

—Es mi amante —Interfiere Dante, sin exaltarse—. La conocí en un bar.

Alenko asiente, pero no parece convencido, siento las miradas de los demás capos, pero no me intimidan. Opto por intentar un papel mucho más risueño y superficial, admirando sus joyas con descaro.

—Solía ser bailarina, pero ahora me maravillo con el mundo que Dante me ha ofrecido, aunque sea temporal.

Eso parece convencerlo, asiente y centra su atención en otros hombres. Dante y yo compartimos una mirada y pasamos el resto de la cena en tensión. Cuando llega la hora de la cacería, son en su mayoría hombres los que se ponen de pie. Aunque también se unirá Amybeth al lado de su padre y otra chica de pómulos protuberantes.

—No lo entiendo, si solo es tu amante. ¿Por qué traerla hasta la caza?

Alenko entrecierra los ojos, es evidente que algo en mí sigue sin cuadrarle.

—Intento impresionarla mostrándole mis habilidades de caza, no me la pongas tan difícil, Alenko.

—Tienes razón. Aunque para tu desgracia dudo que seas tan impresionante como yo. —Alenko se gira a mí y me guiña un ojo—. La última vez casi maté a un oso.

El líder de la mafia rusa nos guía hasta la sección de las armas y deja en claro que solo se puede tomar una por persona. Marco, Lynette y los demás acompañantes que no han sido invitados a la cacería deben regresar a la fiesta en la mansión.

Amybeth bromea en que yo no debería llevar un arma, pues terminaré disparándome a mí misma por accidente, pero la ignoro y tomo un rifle de cerrojo Es la clase de arma que padre siempre me daba cuando me llevaba a cazar con Isaías, así que sé usarla muy bien.

Soy buena en esto, quisiera patear sus pretenciosos traseros de mafiosos, pero Alenko ya ha dejado en claro que sospecha de mí y no necesito elevar eso haciéndome la egocéntrica.

Mientras nos dirigimos al bosque, Marcelo aparece con una botella de agua y se la da a Dante para que la beba. Hace lo mismo conmigo pero yo niego, lo último que necesito es tener que ir al baño a mitad de un bosque lleno de hombres armados.

Legado maldito [2.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora