20⎟✶ Plan de contingencia

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Nicoletta

Apenas pongo un pie dentro del restaurante sé que es justo lo que Frederick esperaba. Me encuentro con cada una de las mesas vacías a excepción de una ubicada en el medio. Sobre el mantel de tela banco hay una charola de plata, en esta se encuentra la cabeza degollada de una muñeca con ojos de cruces y el cabello rubio... Soy yo. Recorro la habitación con cuidado, si sabía que veníamos significa que ha estado vigilándonos, quizás alguien que estuvo en la fiesta le informó de esto.

A un costado, sobre la única silla de plástico que hay, se encuentra otro muñeco del tamaño de un humano con ojos cosidos. Por la ropa y el lunar sé que se trata de Dante y tiene en el pecho una daga enterrada. Una pieza que conozco comienza a sonar de entre los altavoces que hay en cada esquina del exclusivo sitio. 1812 Overture. Un aplauso se extiende sobre el escenario del fondo, donde supongo el restaurante suele traer música en vivo. Una luz reflectora ilumina a la persona de traje blanco que desciende de la tarima hacia mí. Ruslavok levanta su arma, al igual que la docena de hombres que me protegen y esperan la orden.

—Admítelo. —Frederick me guiña un ojo—. Esa sí que ha sabido ser una entrada llena de suspenso.

Levanta una mano y hace un ademán con los dedos, la música deja de sonar y la luz del reflector se apaga. Quedamos sumidos en medio del denso silencio, con todos los hombres de la ADLRN apuntándole. Eso no parece importarle, baja los hombros despreocupado y echa un vistazo tras de sí,  al fondo de la tarima sus propios hombres nos apuntan a nosotros.

—Cycy, ¿no? —Niega con la cabeza y aparta al muñeco vudú de Dante de una patada para sentarse ahí, el peluche cae de golpe al suelo mientras sube los pies a la mesa—. Estuve investigándote y mis respetos a tu actuación, señora Volsoyosky. Admito que me lo creí la primera vez.

Sonrío, me quito la peluca con parsimonia revelando mi cabello rubio por naturaleza y sin importarme que sus hombres me apunten, tiro de la otra silla quitando a mi propio muñeco para quedar frente a él con expresión serena.

—Entonces ya sabes por qué estoy aquí. No le des tantas vueltas al asunto.

—Si Dante no está aquí, significa que mi plan funcionó. Mis condolencias, avísame cuando el funeral se realice y le enviaré un buen arreglo.

Evito golpearlo apretando los puños. Debo aprender a dominarme, tener control. Intento seguir el consejo de Dante y me limito a sonreír.

—Por desgracia para ti, quizás sea yo la que envíe ese arreglo al funeral de Livia si no me das lo que he venido a buscar.

Nos miramos de forma retadora y entonces ordena que todo el mundo salga. Sin excepción. Ruslavok no lo hará, ni Lynette, eso lo tengo claro, pero cuando Frederick me mira con amargura sé que debo tomar una decisión. Quiere que solo nos quedemos él y yo, si esto se pusiera feo sé que podría defenderme pero, ¿si es una trampa? Tampoco puedo negarme, no cuando deja en claro que no negociará conmigo si no hacemos caso a sus órdenes. 

—Eres la jefa, ¿no? Entonces saca a tus mozos y negociemos esto entre tú y yo.

—¿Para que puedas matarme a solas?

Miro a Ruslavok, Riona niega con la cabeza. No van a hacerme caso, pero él tiene razón. Yo estoy a cargo por ahora y les guste o no van a obedecerme.

—Largo, es una orden.

Solo hasta que el último hombre armado sale, me permito estirar los brazos como si con ello pudiera disminuir la tensión sobre mis hombros. Esto es lo único que puedo hacer para ayudar a Dante, así que tengo que asegurarme de que salga bien. Miro a Frederick acomodándose la corbata, un escalofrío me recorre la columna cuando ese acto me recuerda a Tristán.

Legado maldito [2.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora