Nicoletta
Entro a la habitación sin saber exactamente qué decir. Dante está sentado en la orilla con la cabeza entre las manos, tiene la espalda erguida y la mirada perdida, pero se pone de pie cuando me ve. Sé que la llamada con ese tal Frederick lo ha dejado inquieto.
—Él estará bien. —Intento sonreír, no lo consigo—. No le harán daño mientras tengamos a Livia aquí.
—Lo sé, es solo que haber oído a Frederick... Cuando yo era un niño, él ya era un hombre cruel, no imagino ahora.
—¿Lo era?
—Una vez visitó a Davide, dijo que yo era un niño arrogante y me aventó contra un pozo de la hacienda, me fracturé un brazo en la caída y estuve casi un día entero gritando por ayuda hasta que Ruslavok me encontró, él es así, siempre que yo desaparecía se aseguraba de buscarme para comprobar si no estaba en problemas. Y te aseguro que casi siempre estaba metido en alguno.
Aunque lo cuenta con una sonrisa, siento una profunda tristeza al imaginarme a Dante siendo todavía un niño, rogando por ayuda, asustado y herido. Quiero abrazarlo, pero evito hacerlo y me limito a desviar la mirada. Comprendo esa clase de dolor.
—Jamás hubiera podido durar ni un año de no ser por Ruslavok. En aquella época, él perdió a su hijo por culpa de Davide y creo que de alguna manera yo le recordaba a él, de la misma forma que él me recordaba a mi padre real.
—Me alegra que tuvieras a alguien. Que no enfrentaras todo solo.
—¿Recuerdas cuando éramos niños? —Sus ojos se iluminan—. Una vez me preguntaste si aún seríamos cercanos cuando creciéramos.
Lo recuerdo, en aquel entonces estaba obsesionada con Alessandro de una forma que quizás podía ser un amor platónico o una profunda admiración, puede que ambas. Amaba la idea de crecer y aprender de él, cualquier cosa en la que Alessandro fuese experto, yo también deseaba serlo.
—Hace mucho desde entonces. Ahora yo soy más divertida que tú.
—Ja, en tus sueños podrías superarme, Farfallina.
Ambos compartimos una mirada cómplice. Soy yo la primera en recuperar la compostura.
—¿Cómo es él..? Tu hijo.
Tengo la impresión de que lo he tomado por sorpresa. Esquiva mi mirada y se cruza de brazos.
—Bueno... ¿Pequeño? No sé qué se supone que responda. La verdad no lo conozco mucho.
—¿Qué estás diciendo? ¡Es tu hijo! ¿Qué clase de padre no se toma el tiempo de conocer a su hijo? Bueno, probablemente el mío pero tú...
—¿Me estás regañando por ser un mal padre?
—Ya eres un mal esposo, podrías al menos ser un buen padre. —Le apunto con un dedo al pecho, cosa que lo hace sonreír—. No seas tan desinteresado. ¿Y ahora por qué sonríes?
—Porque me llamaste esposo.
—¿Olvidas la parte en la que dije malo?
Se encoge de hombros.
—Mi punto es... Que creo que podrías ser un gran padre.
—Tienes razón, hagamos un hijo para averiguarlo.
—Hablo en serio.
—Yo también. —Sus ojos brillan con maldad—. Eres demasiado sexy cuando intentas regañarme.
Comienza a caminar hacia la puerta, pero al llegar al marco se detiene y me da una mirada que me acelera el pecho. Sus ojos forestales resplandecen en la habitación, mientras el sol comienza a ocultarse.
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Legado maldito [2.0]
Mystery / ThrillerContinuación de Legado Oscuro. Nicoletta ha seguido adelante, dejando atrás una vida que no quiere recordar, pero, ¿se puede olvidar el pasado si el hombre con el que te casaste vuelve a encontrarte? Con mentiras, traiciones y engaños sin resolver...