7⎟✶ Promesas vacías

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Nicoletta

Miro pensativa como los agentes de SSAM cubren el cuerpo de Jambo mientras fotografían la escena. Ascian se lleva una mano al puente de la nariz y me mira con un ceño fruncido.

—¿Estás segura de que no viste nada?

Asiento. No puedo decirle que Dante hizo esto, solo aumentaré el odio y las sospechas que todos tienen de mí. Observo los cuadros que decoran el museo, me acusan con miradas de odio genuino.

Dante se aseguró de apagar las cámaras antes de matar a Jambo, hice lo correcto al no mencionar su nombre en el informe. No lo protejo, pero sí a mí misma. No quiero pensar en la alianza que me hizo, ni el hecho de que esté tentada a aceptarla, ¿pero acaso tengo otra opción?

Las palabras de Jambo me mantienen intranquila, si él sabe mi secreto, todo el mundo lo sabrá también, incluyendo a Dante. ¿Qué debo hacer?

Mentir. Sigue mintiendo hasta que no puedas más.

Hago esa llamada que dije que solo haría en caso de una emergencia. La voz al otro lado es monótona y jamás se altera ni siquiera cuando le digo que hay personas que ya saben la verdad, que quizás tendremos que idear nuevos planes. Sí, no, como ordene. Esas son sus únicas respuestas y después cuelgo.

Regreso a SSAM en una de las camionetas de los agentes, Ascian parece desesperado por respuestas que no le daré y Jolie se asegura de revisarme hasta el último centímetro de piel para comprobar si estoy bien. Todos dentro de SSAM hablan de lo que pasó con Jambo, teorías locas y otras no tanto, así que me quedo dentro de mi habitación hasta que llega el amanecer para no oír especulaciones.

La tensión sigue creciendo desde que se comprobó que yo tenía razón y esos hombres del bar estaban usando armamento de SSAM, los mandos de arriba están inquietos, mueven piezas en juego que no están ganando, al menos eso desvía la atención de mí y me permite algo de libertad.

—No puedo dejarte entrar. —El hombre que custodia la zona de la prisión me mira exasperado—. ¿Cuándo será el día que no tengas que volver a aparecerte por aquí?

—Vendré aquí hasta que te jubiles si hace falta.

—Déjala pasar.

La voz detrás de mí me hace girar, es Ascian. Lleva el pelo húmedo y una chaqueta negra de textura rocosa, sus ojos me reprenden, pero no me intimidan. Sé que me reñirá por venir aquí, pero poco me importa si me ayuda a entrar.

—Pero...

—Yo me encargo, Richie. —El capitán lo mira expectante—. Abre la reja.

El oficial escuálido no duda, se hace a un lado y abre la enorme reja de metal para después permitirnos la entrada al corredor. Es un pasillo de concreto, la atmósfera es fría y siniestra pese al ventanal en el techo que deja entrever mantos de luz contra el piso. Hay un aroma extraño, chamuscado y olvidado. Ascian se mueve como si fuera mi sombra y comienza su interrogatorio.

—El mundo allá fuera es un desastre luego de este atentado, ¿y tu primer instinto es volver aquí? ¿A verlo?

Me encojo de hombros, sé lo que piensa, que Francesco me tiene manipulada, que quizás conspiramos juntos, pero no entiende que lo único que deseo son respuestas, estoy desesperada por ellas.

—Fue quien nos dio la pista del museo, quizás podamos saber más.

—O lo que pasó fue culpa suya, ¿no lo has pensado?

Asiento, sería bueno que SSAM creyera que fue Francesco y no Dante, me daría más tiempo. Llegamos hasta la celda de Francesco, que está acostado boca arriba con la cabeza colgando de la cama mientras música de piano suena, no hay televisor ni carne, no hay nada ahí gracias a mí. Sus ojos me miran molestos, pero resplandecen cuando ve que no voy sola.

Legado maldito [2.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora