Iris
¿Toda mi vida fue una mentira? Esas palabras resuenan en mi cabeza como un eco infinito. La gente que creí que me amaba, los que me enseñaron a caminar, a hablar… no eran mis padres. Me vendieron a un monstruo. Aún puedo sentir sus manos frías, las paredes oscuras de aquella habitación, los gritos que no me pertenecían pero que quedaron grabados en mi piel. Cada fibra de mi ser se retuerce con el peso de la verdad.
Y Vanessa… Vanessa no es mi hermana. ¿Cómo puedo procesar eso? Vanessa no es mi hermana, no compartimos sangre, pero crecimos juntas. Me miro en el espejo del despacho de Adrián, buscando respuestas. Veo estos ojos… ¿De quién son? Ese naranja intenso arde como fuego, pero no me calienta, solo consume. Son ojos de alguien a quien no reconozco.
Norman me dijo una vez que estos ojos eran una herencia de mi abuelo, una marca que debía llevar con orgullo. Pero… Nunca me mostraron una foto de él. Nunca me permitieron conocer mi pasado, saber si realmente vengo de donde ellos dicen. Me llenaron de palabras vacías, promesas que ahora solo me saben a mentiras.
Quizás esos ojos son solo un recordatorio de lo que nunca fui: una hija querida, una persona con raíces reales. Tal vez, son simplemente una maldición que arde en mi interior, una señal de que siempre estuve destinada a sufrir.
Me siento perdida, flotando en un mar oscuro sin rumbo. La verdad me devora, y esos ojos… esos ojos solo me devuelven un reflejo roto, una figura que ya no sé si soy yo o una marioneta hecha pedazos.
Quisiera cerrarlos para siempre, dejar de ver, dejar de saber. Pero el fuego en ellos no se apaga. Me consume desde adentro.
De repente, la furia me abruma. El reflejo en el espejo me desafía, burlándose de mi fragilidad. Alzo el puño, con las uñas clavándose en mi palma, y lo dejo caer con toda la fuerza que puedo reunir. El espejo estalla en mil fragmentos, el estruendo llenando la habitación, pero el vacío en mi pecho no desaparece.
Las esquirlas de vidrio cubren el suelo, y mi sangre mancha los bordes rotos. Las gotas caen, dibujando pequeños charcos sobre la madera oscura. Pero no me importa. No siento el dolor físico. Lo único que siento es la furia, el fuego ardiendo sin control dentro de mí.
De pie entre los restos, veo cómo mi sangre tiñe mis manos. Tiemblo, pero no por el frío, sino por la rabia que sigue creciendo. Una risa seca y rota escapa de mi garganta, un sonido que no reconozco como mío.
—¿Es esto todo lo que soy? —susurro, sin esperar respuesta.
Pero no estoy sola. Lo sé incluso antes de girarme.
Adrián está ahí, observándome desde la puerta. Su mirada no muestra sorpresa ni preocupación. Solo hay algo duro, oscuro, casi cruel, en sus ojos. Lentamente, avanza hacia mí, su presencia llenando la habitación como una tormenta.
Se detiene frente a mí, imponente, con los brazos cruzados sobre su pecho. La sombra que proyecta parece envolverme, dejándome más pequeña de lo que ya me siento.
—Mírame.
Su voz es baja, un gruñido que atraviesa el aire. No me atrevo a levantar la vista. Pero él no espera. Su paciencia es inexistente.
—Te dije que me mires.
Levanto la mirada, enfrentándome a sus ojos, esos pozos negros que parecen devorar todo lo que soy. No hay compasión en ellos, solo una furia contenida que amenaza con desbordarse.
—¿Sabes quién eres?
Quiero responder, pero mi garganta se cierra. Él no me da espacio para el silencio.
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El Peso del Pasado
Romance⚠️ CONTENIDO, FUERTE Y EXPLÍCITO. NO APTO PARA MENORES DE 21 ⚠️ En un mundo de secretos y mentiras, Iris y Adrián comparten una relación tan peligrosa como apasionada. Iris, una mujer marcada por un pasado que se niega a soltarla, lucha por desentra...