IRIS
Después de una deliciosa cena en casa de mis padres, me despedí de ellos con un abrazo y un beso. La comida había sido exquisita, como siempre, y la compañía, inigualable.
Me sentía agradecida por tener una familia tan amorosa y acogedora.
Al salir de la casa, la brisa fresca de la noche me recibió con un susurro suave, pido un taxi pero según la app no ay ninguno cerca, me dirijo ala parada de autobús para ver si pasa alguno.
Pude a ver pedido a papá que me llevara a casa pero se veía cansado, no quería molestarlo pidiendo que me llevara.
Pasan 20 minutos y veo un taxi y le hago señas para que se detenga, el coche se detiene y me subo. Es un hombre mayor el que conduce, le digo la dirección y me dedica una sonrisa y empieza a conducir.
El señor muy amable me dio su número de teléfono por si lo necesito.
Al llegar a mi casa, me quité los zapatos y me dejé caer en el sofá. Me sentía cansada, pero satisfecha. La cena con mis padres había sido un momento perfecto para relajarme y recargar energías, o eso creo.
Ahora, solo quería descansar y dejar que mi mente y mi cuerpo se recuperen.
Apagué las luces y me sumergí en la oscuridad, dejando que el silencio y la calma me envolvieran.
Me sentí siendo levantada de el sofá, mis ojos se abrieron un poco, pesados por el sueño. Vi su rostro sobre mí, sus ojos mirándome con una expresión suave y cuidadosa. Por un momento, nuestros ojos se encontraron, y sentí un destello de conciencia.
Pero el sueño era demasiado fuerte, y mis ojos se cerraron de nuevo. Me permití relajarme en sus brazos. Sentí cómo me llevaba hacia la cama, y cómo me acostaba con delicadeza. Siento como toma mi mano y la aprieta. Su tacto es cálido y firme, y por alguna extraña razón, me parece familiar. Es como si ya hubiera sentido su mano antes, como si nuestro contacto fuera algo natural y cotidiano.
No sé por qué, pero no me siento asustada o incómoda. De hecho, me siento tranquila y segura. Su tacto es como un refugio, un lugar donde puedo dejar de lado mis miedos y preocupaciones.
Recuerdo las veces que otras personas me han tocado y me he sentido incómoda, como si estuvieran invadiendo mi espacio personal. Pero con él, es diferente. Su tacto es como una llave que abre una puerta en mi interior, permitiéndome sentir una conexión profunda y auténtica.
Es como si hubiera encontrado un hogar en su tacto, un lugar donde puedo ser yo misma sin temor a ser juzgada o lastimada. Me sentí cómoda y segura. Sobre todo, segura.
Pero cuando me desperté completamente, me di cuenta de que no había sido un sueño. Me sentí asustada y confundida, preguntándome cómo había llegado a la cama. Me sentí vulnerable y expuesta, sabiendo que él me había levantado y me había acostado sin que yo me diera cuenta.
Mi corazón latía rápido mientras trataba de recordar los detalles. Me sentí como si hubiera perdido el control, como si él hubiera tenido poder sobre mí mientras dormía. Me sentí asustada y no sabía qué hacer.
Mientras me levantaba de la cama, mi mirada cayó en algo inesperado. En mi cama, junto a mi almohada, había una flor. Una Iris color violeta, fresca y hermosa. Me detuve en seco, mi corazón latiendo con fuerza.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Me sentí vulnerable y expuesta. ¿Cómo había entrado en mi casa?. La flor, que antes parecía un gesto romántico, ahora parecía una amenaza siniestra.
¿Gesto romántico?
La flor parecía brillar en la penumbra de mi habitación. Su color intenso y rico me hipnotizaba, y por un momento, olvidé la sensación de inquietud que me había invadido. La delicadeza de sus pétalos y la elegancia de su forma me parecían casi otherworldly.
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El Peso del Pasado
RomanceIris Wilder, una joven con un trauma psicológico profundo después de presenciar el asesinato de su amiga, intenta reconstruir su vida. Adrián Carson, un arquitecto famoso y secretamente el mafioso más temido de Washington, se cruza en su camino. A m...