Capitulo 7

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Adrián

Me apoyé en el respaldo de mi silla, el humo del cigarro elevándose en espirales mientras observaba mi ciudad desde los ventanales de mi oficina. La noche se extendía ante mí, oscura y traicionera, como el mundo en el que reinaba.

Soy Adrián Carson, el rey de la mafia. No hay un solo rincón de Estados Unidos donde mi nombre no signifique poder, respeto o miedo. Mi influencia no se detiene en las fronteras de Estados Unidos. Resuena en cada continente, en los callejones de América Latina, en los mercados de Asia, en los clubes clandestinos de Europa. Incluso en Rusia, donde mis enemigos murmuran mi nombre con rabia y temor, deseando verme caer pero sabiendo que, si lo intentan, será lo último que hagan.

Pero ahora han cometido un error que no puedo ignorar. Han visto demasiado. Han descubierto lo que nunca debieron saber: mi debilidad.

Iris.

No me importa que me odien. No me importa que me desafíen. Pero si creen que pueden tocar lo que es mío y salir con vida, están jodidamente equivocados.

Tomo el teléfono y marco un número.

—Derek.

—Adrián.

—A partir de ahora, Iris está bajo tu vigilancia. También quiero cobertura para sus padres y cualquier persona cercana a ella. Si alguien se acerca con intenciones que no sean inofensivas, elimínalo.

—Entendido.

Corto la llamada y dejo el teléfono sobre el escritorio. Pero la presión en mi pecho no se disipa. Sé que este es solo el principio. Alguien mueve las piezas con precisión, tanteando mis límites, esperando ver cuánto pueden empujar antes de que yo empiece a empujar de vuelta.

Pero no pienso esperar.

Voy a encontrarlos.

Y cuando lo haga, no habrá advertencias, ni negociaciones.

Solo muerte.

...

El día de la exhibición de Iris había llegado finalmente. También era el día de la cena familiar que mi tío Eduardo había estado planeando con tanta insistencia.

Mi madre se aseguró de recordarme, una y otra vez, que era obligatorio asistir. Que mi tío había puesto esfuerzo en cada detalle. Pero, sinceramente, me importaba una mierda.

Porque hoy había algo mucho más importante. Algo que no podía ignorar.

Iris.

Su primera gran exhibición, su trabajo, su talento expuesto al mundo. No había nada en esta jodida tierra que me hiciera perderme eso.

Así que dejé de lado la cena, ignoré las llamadas y me dirigí a la galería.

Cuando llegué, la vi.

Sonreía mientras hablaba con los invitados, segura, deslumbrante, sin saber el efecto devastador que tenía en mí.

Joder.

Llevaba un vestido negro que abrazaba su cuerpo como si hubiera sido diseñado solo para ella. La tela resaltaba cada curva, desde su cintura delgada hasta sus caderas generosas. Pero fue la abertura en su pierna lo que me jodió la cabeza.

Un solo vistazo a su piel desnuda y mi sangre hirvió.

Cada movimiento suyo era un maldito desafío. Cada centímetro de ese vestido dejaba claro que era una diosa, y lo sabía.

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