Adrián
5 meses atrás...
No puedo creerlo. Yo, Adrián, el maldito líder de una de las organizaciones más temibles del mundo, preocupado por una mujer. No debería importarme, pero por alguna razón, ella lo hace. Iris... qué puto lío.
Nunca he sido de mostrar afecto. No es necesario. Mis hombres lo saben. La lealtad, el poder, la obediencia, eso es lo único que importa. Las emociones son para los débiles. Pero a ella... a ella no la puedo dejar ir. Cada vez que la miro, cada vez que la siento cerca, algo dentro de mí se despierta, algo que no puedo controlar, algo que no quiero admitir.
La vi dormir, tan vulnerable, tan perfecta. Me acerqué a su cama, apenas sin hacer ruido, y la miré. La odiaba por hacerme sentir esto, por volcar mi mundo sobre su pequeño cuerpo. Pero al mismo tiempo, sentía esa necesidad de protegerla. No sé cómo explicar lo que me pasa. Es algo nuevo, algo que no puedo controlar, pero lo necesito. No puedo dejarla, no quiero dejarla. Es mía.
Puse las pastillas cerca de ella. No sé por qué lo hice, si ella puede cuidar de sí misma. No lo sé. Pero lo hice. Quizás porque, aunque no lo diga, quiero que esté bien. Quiero que no sienta el dolor de la resaca. Quizás porque me molesta ver esa vulnerabilidad en ella, pero al mismo tiempo, me atrae.
Cuando cerré la puerta tras de mí, algo en mi pecho se apretó. ¿Qué carajo me pasa? No puedo creer que yo, el hombre que nunca da muestras de debilidad, me esté preocupando por alguien. Pero lo hago, y no lo puedo evitar.
Mi mente sigue dando vueltas a ella, a su cara, a su fragilidad. Hay algo en ella, algo oscuro. Lo sé. La vi en sus ojos esa noche. Algo que no está bien. Quiero saber qué es. La quiero conocer. No sólo su cuerpo, sino su alma, sus miedos. Quiero tener el control total sobre ella, no sólo físicamente, sino mentalmente. Quiero que me necesite, que me busque, que me pertenezca.
Cuando llegué a casa, la fatiga me golpeó, pero aún sentía el peso de su presencia en mi cabeza. Mi mente seguía girando en torno a ella, preguntándome qué demonios le sucedía, qué historia escondía, qué secretos ocultaba. Y me jode que me importe tanto. No sé si odio esa necesidad de saberlo, o si me excita.
No quiero pensar en ello, pero la verdad es que me gusta cómo me hace sentir. Es un juego peligroso, lo sé, pero tengo que jugarlo. No la puedo dejar escapar. La quiero más cerca. Necesito que me vea, que me sienta, que sepa quién soy. Y entonces, cuando esté bajo mi control, tal vez... tal vez pueda empezar a relajarme un poco, a dejar que lo que sea que siento por ella, se convierta en algo real.
Pero no ahora. No todavía. No hasta que no la tenga completamente. Y la tendré. Eso es lo único que sé.
12 de marzo
No puedo dejar de seguirla. No lo he decidido, no es algo que me esté cuestionando. Lo hago porque puedo, porque ella me pertenece y no importa qué tan lejos se crea que puede ir.
La vi entrar al bar, riendo con sus amigas, completamente ajena a la mirada que la observa desde las sombras. Me estacioné en la esquina, bajo la oscuridad, como siempre, sin hacer ruido. Mi moto, un detalle insignificante para ella, pero una señal de mi presencia constante.
En el bar, mi mirada la recorrió al instante. Ahí estaba, como siempre, cautivadora, provocativa sin siquiera intentarlo. Me quedé al fondo, observando, esperando. El primer chico se acercó, un idiota cualquiera, pero ninguno era suficiente. Los miré a todos con esa calma calculada que sé que ellos perciben, y se alejaron. Mis advertencias no necesitan palabras. Ellos lo saben.

ESTÁS LEYENDO
El Peso del Pasado
Lãng mạn⚠️ CONTENIDO, FUERTE Y EXPLÍCITO. NO APTO PARA MENORES DE 21 ⚠️ Un mundo de secretos, mentiras y sobretodo pasión. Dónde todos tienen una doble vida. Iris Wilder, una joven pintora, con un trauma psicológico. Adrián Carson, un hombre poderoso, el...