Capitulo 8

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Adrián

Me detuve en la entrada de la casa, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, mi alma consumida por una furia ciega. La escena que se desplegaba ante mí era como una pesadilla. Iris, yacía inconsciente en la cama, su belleza empañada por las marcas de violencia que lucía en su cuerpo.

Mi mirada se clavó en el corte que tenía en la sien, la sangre seca y coagulada en su piel.

Luego, mis ojos se desplazaron hacia su cuello, donde las marcas de dedos evidenciaban la fuerza con que la habían agarrado. Mi sangre hervía de rabia.

Marcus, mi amigo y aliado, estaba de pie junto a la cama, su rostro sombrío y preocupado.

—Adrián, lo siento.—dijo, su voz baja casi en su susurro.

Su voz estaba llena de remordimiento y culpa, pero yo sabía que había hecho todo lo que podía.

—No es tu culpa, Marcus—dije, mi voz firme y llena de determinación.—Tú la trajiste aquí, la protegiste.

Mi mirada volvió a Iris, y sentí una oleada de rabia y dolor. ¿Cómo había permitido que esto sucediera? ¿Cómo había podido dejar que Luca la tocara?

—Ya tengo a Luca en una de las bodegas—le digo a Marcus.—Está junto con sus hombres.

—Bien, iremos después, quiero romperle la cara a ese hijo de puta por haberse acercado a Jonathan.

—¿Acercarse a Jonathan?

—Si, el hijo de puta se hizo amigo de Jonathan para poder acercarse a iris.

—¿Como lo sabes?—digo levantándome de la cama.

—Hable con Jon hace unos minutos y digamos que le saque información.

—Mmm, trae el botiquín de primeros auxilios que está en el baño.

No dice nada y va por el, necesito curar esa herida.

Me eh preparado cuando venía hacia acá, se que Iris me va a preguntar que hago en su casa con Marcus, el novio de su mejor amigo.

También sobre que paso con Luca, no le pienso ocultar nada, ella tiene que saber la verdad y tiene que aceptar lo que le propondré por el bien de ella y el de su familia, o eso le haré creer.

Marcus me entregó el botiquín de primeros auxilios y yo lo abrí con cuidado, sacando los materiales necesarios para curar la herida de Iris. Marcus avisa que estará en la cocina por si lo necesito.

Me acerqué a ella, que yacía dormida en la cama, su rostro pálido y delicado.

Con suavidad, comencé a limpiar la herida en su sien, eliminando la sangre seca y los restos de suciedad. Luego, aplico un poco de antiséptico y comencé a vendar la herida con cuidado, asegurándome de que estuviera cómoda y segura.

Mientras trabajaba, no pude evitar mirar su rostro, tan sereno y pacífico en su sueño.

Cuando terminé de curar la herida, me senté junto a ella y le tomé la mano, sintiendo su calor y su suavidad. La miré fijamente, deseando que se despertara y me mirara con esos ojos brillantes y hermosos.

Ya es más de media noche y Iris no despierta. Estoy por levantarme para llamar a un médico pero algo me detiene.

Sentí una ligera presión en mi mano y miré hacia abajo para ver que Iris había apretado mi mano con la suya, aún dormida. La aprieta más fuerte y frunce el ceño, me acerco más a ella y  veo una lagrima rodar por su mejilla y empieza a balbucear algunas cosas que no logro entender.

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