Adrián
Diciembre, 5 meses atrás...
Vengo de un mundo que no entiende la debilidad, un lugar donde solo los más fuertes sobreviven. Soy el líder de la mafia estadounidense, el patriarca de la familia Carson, el rey de este imperio que construí con sangre y silencio. Mi nombre es temido en cada rincón de la ciudad, y mi influencia se extiende mucho más allá de los límites de este país. Nadie se atreve a desafiarme porque saben que el precio de hacerlo es más alto que lo que pueden pagar. Mi imperio no tiene fronteras, no tiene límites, y no hay nadie que me supere.
Este imperio lo edifiqué con las manos de los caídos y con las almas de los que no fueron lo suficientemente inteligentes como para reconocer que la vida no es una cuestión de moralidad, sino de poder. Soy dueño de los hilos que mueven el dinero, las armas, y las vidas de aquellos que osan acercarse demasiado. Las peleas clandestinas son solo un pasatiempo para mí, una manera de recordarles a todos quién manda. La sangre derramada en esos ring no es solo entretenimiento, es una reafirmación de mi control, de mi dominio. Cada golpe, cada caída, cada vida rota, es una muestra de lo que pasa cuando se atrevan a desafiarme.
Pero las peleas no son lo único que mueve mi imperio. Tengo mis manos en cada esquina del negocio sucio. El lavado de dinero es un arte, y yo soy un maestro. Cada billete que entra en mis manos se limpia, se transforma, y se convierte en parte del engranaje que sostiene mi reino. Tráfico de armas, drogas, lo que sea necesario, mi influencia no conoce límites. Las guerras, los asesinatos, las desapariciones, todo tiene un propósito en mi mundo. No hay espacio para los débiles ni para los que temen ensuciarse las manos. Si no eres capaz de sumergirte en la oscuridad, entonces no tienes lugar en mi imperio.
Y no creas que me quedo solo en las sombras. A pesar de todo lo que manejo, todo el caos que rodea mi nombre, también soy conocido como un arquitecto exitoso. La fachada que ves en la superficie es un diseño meticuloso, hecho para ocultar la bestia que soy. El hombre público que conoces es solo una máscara, una que uso para encubrir las oscuras profundidades de lo que soy en realidad. Mi talento como arquitecto me ha permitido ganar respeto, fama, y mucho más poder. Las grandes obras que he creado son solo una extensión de mi mente, estructuras que simbolizan mi control, mi visión de un mundo donde todo se construye bajo mis reglas.
Este imperio es mío y de nadie más. El miedo y el respeto son las monedas con las que pago a mis aliados y a mis enemigos. Pero no te equivoques: no me importa perder un peón si eso significa ganar la guerra. Mi mundo es el de las sombras, y yo soy el monstruo que habita en ellas. Si algún día decides cruzar la línea, si alguna vez te atreves a caminar en mi territorio, recuerda: solo hay un rey en este reino. Y ese rey soy yo.
Mi nombre se pronuncia con miedo, y mi poder se respira en cada rincón de la ciudad. Soy el dueño de todo, y todo lo que hay a mi alrededor es solo otro peón en el tablero. No hay nada que se me escape. Yo soy la oscuridad, yo soy la muerte, y en mi imperio, la vida es solo una cuestión de dominación.
Al igual que, nunca me he arrodillado ante nadie, y mucho menos por una mujer. No lo hice antes, no lo haré ahora ni jamás. Si alguien debe caer de rodillas, será ante mí. Yo no toco el suelo, pero he visto a muchos besarlo antes de morir.
...
La primera vez que la vi, algo en mí hizo clic. No fue una chispa de amor, no. Fue una necesidad primitiva, un anhelo oscuro y ardiente de posesión. Ella era delicada, pura, una gota de luz en mi mundo lleno de sombras. Y supe, en ese instante, que sería mía. No por elección, no por destino: por fuerza, por voluntad. Porque cuando yo deseo algo, el universo se pliega a mis designios. Así de simple.
Ella se llama Iris. Como la flor. Frágil. Hermosa. Fácil de arrancar y aplastar entre mis dedos. Pero no era su fragilidad lo que me atraía. Era la idea de corromper algo tan puro, de cubrir su inocencia con mis manos manchadas de sangre y pecados. Me fascinaba la idea de que ese rostro dulce, con manchas de pintura en las mejillas, podría llegar a temerme, adorándome al mismo tiempo.
La seguí por semanas. Siempre desde las sombras, siempre invisible. Era tan sencillo observarla sin ser visto. Su rutina era predecible, su mundo tan pequeño y seguro. Me deleitaba sabiendo que, mientras ella respiraba tranquila, ajena a los monstruos que acechaban, yo ya era su sombra. Su dueño.
Cuando supe su nombre, su dirección, sus amigos... la idea de que alguien más pudiera tocarla me llenó de una ira gélida. Imaginé mis manos alrededor del cuello de cualquier bastardo que se atreviera a mirarla como yo lo hacía. Ella era mía. Solo mía. Si alguien más osaba reclamar lo que me pertenecía, le enseñaría una lección en sufrimiento. La sangre tiene su propio lenguaje, y yo lo hablo con fluidez.
Aquella noche que la vi tambalearse ebria, sentí una furia hirviente en mi interior. ¿Cómo podía permitirse estar tan vulnerable? ¿Por qué su amigo la dejaba en manos de un desconocido? Imbécil. No sabía que acababa de entregarla a su verdadero protector. Ella podía no conocerme aún, pero yo ya había jurado proteger lo que me pertenecía.
Me acerqué al taxi, y el conductor captó el mensaje sin palabras. Mis ojos le dijeron todo: Si haces un solo movimiento indebido, serás historia. Tomé a Iris en brazos, su cuerpo relajado contra el mío. Sentí el calor de su piel, su respiración suave, y una satisfacción oscura se deslizó por mi espina dorsal. Era como si el universo me susurrara al oído que esto estaba bien, que era inevitable. Ella y yo, dos piezas de un rompecabezas retorcido.
La dejé en su cama con cuidado, como si fuera de cristal. Su rostro sereno y vulnerable me hizo sonreír, pero no era una sonrisa amable. Era una sonrisa de lobo hambriento, saboreando su presa. Me senté a su lado, observándola. Su respiración se aceleraba en sueños, tal vez su subconsciente percibía mi presencia. Mi pulgar acarició suavemente su mejilla. ¿Pesadillas, pequeña? Pronto sabrás que hay monstruos mucho peores... pero yo seré el único que te protegerá de ellos.
Tomé su mano, y ella, inconsciente, la apretó levemente. Ese pequeño gesto fue una rendición silenciosa. Una promesa de que, aunque aún no lo sabía, ella ya me pertenecía. Lo aceptaría, tarde o temprano. No le daría opción.
Susurré en la oscuridad, mi voz un veneno suave:
-Eres mía, Iris. Y aunque corras, aunque grites, aunque luches... siempre lo serás.
Me levanté despacio, pero no me fui. Cerré la puerta, me senté en una silla frente a su cama y esperé. Porque ella aún no entendía. No sabía que, desde el momento en que nuestras realidades chocaron, su libertad había muerto.
Y yo nunca dejo ir lo que reclamo.
.....
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El Peso del Pasado
Romance⚠️ CONTENIDO, FUERTE Y EXPLÍCITO. NO APTO PARA MENORES DE 21 ⚠️ Un mundo de secretos, mentiras y sobretodo pasión. Dónde todos tienen una doble vida. Iris Wilder, una joven pintora, con un trauma psicológico. Adrián Carson, un hombre poderoso, el...