Dabi (AU High School, parte 5)

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Una semana después, Akane cogió el coche de nuevo al salir del instituto, pero no quería volver a casa, sabía lo que se encontraría. Nada más entrar por la puerta principal no pasó por su habitación para dejar sus cosas, fue hasta la habitación de sus padres y al acercarse a la puerta esta se abrió de forma repentina. Una de las sirvientas salía con un cubo repleto de vomito y se disculpó cuando la vio en la puerta, antes desaparecer por el pasillo que llevaba a la cocina.

Akane se arrepintió al momento que sus ojos se encontraron con los de su madre. Se limpiaba la boca con un pañuelo que le tendía su abuelo. Su cuerpo parecía tan frágil y pálido en esa cama que Akane podría confundirla con una muñeca de porcelana, pero aquella muñeca se percató de su presencia y sonrió detrás del pañuelo.

No entendió a su madre, ¿cómo podrías sonreír en una situación así? La llamó por su nombre susurrando, con aquel débil voz que llevaba años sin escuchar y Akane solo pensó en hacer una cosa. Salió corriendo de allí, dejando caer la mochila en el pasillo, ignorando a los sirvientes que se apartaban para dejarla pasar y la vieron salir por la puerta de entrada. El enorme portón, que separaba el estado de su familia con el resto del mundo, se abrió cuando el sensor detectó su presencia y se encontró con el medio kilómetro de carretera que llevaba a la ciudad. La casa de su familia se encontraba rodeaba de vegetación, de grandes árboles que daban privacidad a su vida doméstica y alejaba a los curiosos, sobre todo, sabiendo que los guardias detendrían a cualquiera que se atraviese a saltar los muros.

No miró atrás, sabiendo de sobra que aquella acción le rompería el corazón a su madre. Echó a correr carretera abajo hasta toparse con la primera casa, donde paró un momento a coger aire para luego seguir avanzando a paso lento. Era una zona tranquila, solo el sonido de los pájaros y la ligera brisa de principios de otoño se escuchaban a su alrededor.

Caminó hasta encontrarse con un pequeño parque, se sentó en un banco de espaldas a la carretera y cerró los ojos, tratando no pensar en su madre, en como el cáncer había vuelto, esta vez más fuerte, y que daría guerra para irse. Recordaba muy bien la primera vez que había visto así de enferma a su madre, recordaba haberse puesto a llorar y abrazar a su madre como si en algún momento corriera el riesgo de desaparecer, pero en ese momento estaba tan enfadada con el mundo que le echó la culpa de poner a su madre otra vez al borde la muerte.

Cuando volviera a casa debía pedirla perdón, no necesitaba a una hija que la ignorara cuando más la necesitaba.

Una bici frenó en seco a su espalda, pero no se dio la vuelta, al menos hasta que alguien la tiró del pelo, solo un momento, pero lo suficiente para hacerla enfadar y levantarse para mirar al desgraciado, pero no se sorprendió al ver de quien se trataba.

-Claro- dijo ella-. ¿Quién más tiene el poder de arruinarme el día?

Volvió a sentarse en el banco, ignorando a Touya.

-Me complace ver que tengo esa influencia sobre ti.- dijo con altanería, apoyándose en el respaldo del banco-. ¿Qué haces aquí?

-Quería dar un paseo- contestó seca. Vio el ramo de flores en la cesta de la bicicleta-. ¿Y tú qué? ¿Ahora eres un romántico?

Touya sonrió.

-En realidad, son para tu madre.

Akane quedó petrificada.

-Para qué.

-Un detalle de mi madre, supongo porque hace mucho tiempo que no se ven.

Rei Todoroki conocía la noticia, pero no la había compartido con su familia. Akane se levantó y cogió el ramo.

-Ya lo llevo yo, gracias.

Pero Touya se lo quitó de las manos.

-Tengo órdenes precisas de mi madre de entregarlas en persona.

Akane las recuperó.

-Estoy yo aquí, no hace falta que subas.

Él volvió a arrebatárselas.

-No.

Ella las cogió con una mano, pero Touya no las soltó.

-Dámelas.

-Si tu también quieres unas, dímelo, no hace falta esta escenita.

Akane apretó los labios.

-¿Escenita de qué?

Touya se inclinó hacia delante.

-De celos. ¿Qué pasa, un beso y ya me quieres todo para ti?

Akane mostró su repulsión.

-¿Cómo voy a estar celosa de mi madre? ¿Estas enfermo o qué?

Él solo sonrió tirando del ramo.

-Suéltalo.

-No- contestó ella.

-Te estas comportando como una cría.

-¡Tú eres el crío!

-Qué respuesta más original

Por desgracia, de tanto forcejear, el ramo se deshizo al completo y varias flores cayeron al suelo.

Y Akane se puso a llorar. No quería que Touya la viera así, le dio la espalda y caminó de regreso a casa, sin saber que él la miraba con una expresión que no había puesto en mucho tiempo. Recogió rápidamente las flores y, montado en la bicicleta, fue tras ella hasta colocarse en su camino.

-Oye- dijo, intentando detenerla.

-Aparta de mi camino.

-¿Y llegar a tu casa y que tu madre piense que la culpa es mía por hacerte llorar? No, no, ya lo hiciste una vez, no habrá segunda.

Cogió el ramo de flores.

-Si tanto te importa, te las doy y luego le decimos a mi madre que se las entregué a la tuya.

Akane lo apartó.

-¡Me importan una mierda las flores, Touya!

Ella siguió caminando.

-Entonces, ¿por qué lloras como una cría?

Akane se giró y lo miró con rabia, sus mejillas empapadas por las lágrimas.

-Esas flores no son porque no se hayan visto desde hace mucho tiempo, Touya.

Él miró el ramo con curiosidad y sonrió con picardía.

-¿Acaso es un cortejo secreto?

Akane explotó.

-¡Mi madre tiene cáncer otra vez, gilipollas!

El eco de su voz resonó entre los árboles y después solo quedó el silencio entre ellos dos. Sin embargo, Akane abrió los ojos de par en par cuando sintió unos brazos a su alrededor y un cuerpo que se presionaba contra ella. Miraban con sorpresa la tela del jersey del uniforme mientras lo sentía respirar contra su cabello.

-¿Qué haces?

Touya la apretó aún más.

-Cállate.

No supo por qué, pero le hizo caso. 


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⏰ Última actualización: Jan 01 ⏰

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One-shots BNHA (Dabi, Bakugou, Hawks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora