Capitulo 50: Renacer

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Era Abby, pero no era ella, al menos, no la misma chica que había entrado en la Cámara de los Secretos hacia unos minutos.La rodeaba una aureola dorada, y el fuego se había reducido a cenizas a su alrededor, y... No podía ser, Harry se restregó varias veces los ojos: ¡Alas! ¡A su hermana le habían salido alas! No eran alas cualesquiera, eran como las de Fawkes.-¿Pero como...?-preguntó Ryddle irritado.Abby que parecía mucho mas sorprendida que ellos, miró al fénix, y este empezó a hablarle en un idioma que no comprendían, conforme lo iba diciendo, la sonrisa de Abby se iba haciendo mas grande.-¡Se suponía que te ibas a consumir en tu propio fuego!-soltó Ryddle con rabia.-Y lo he hecho-le desmintió ella con una sonrisa-pero Fawkes me acaba de recordar una cosa muy interesante: la primera vez que empuñé esa espada-señaló su espada a un par de metros de ella-apareció una inscripción "Los fénix siempre renacen de sus cenizas" y al renacer el fénix que hay en mi... despertaron mis poderes, ahora si que el fuego no puede dañarme.-Condenada heredera de...Se interrumpió cuando la espada salió volando a las manos de su dueña, y esta le apuntó con ella.-Tenemos aun un tema pendiente, Ryddle, ¿recuerdas? Lucha si es que puedes.-No-dijo Fawkes, Abby siguió la direccion de su mirada y vio como el basilisco se había librado de la jaula ígnea-ayuda a Harry.Abby hizo caso y se situó junto a su hermano, entonces los dos levantaron la espada con ambas manos.El basilisco atacó de nuevo, pero esta vez fue directo a Harry y Abby, que hincaron las espadas con todas sus fuerzas hundiéndolas hasta la empuñadura en el velo del paladar de la serpiente.Pero mientras la cálida sangre les empapaba los brazos, sintieron un agudo dolor encima del codo. Un colmillo largo y venenoso se les estaba hundiendo más y más en el brazo a cada uno, y se partieron cuando el monstruo volvió la cabeza a un lado y con un estremecimiento se desplomó en el suelo.Harry; apoyado en la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Agarró el colmillo envenenado y se lo arrancó. Pero sabía que ya era demasiado tarde. El veneno había penetrado. La herida le producía un dolor candente que se le extendía lenta pero regularmente por todo el cuerpo. Al extraer el colmillo y ver su propia sangre que le empapaba la túnica, se le nubló la vista. La cámara se disolvió en un remolino de colores apagados. Pudo ver una mancha pelirroja que había caido al suelo y que se arrastraba hacia el, se había arrancado el colmillo antes, pero tanto como para ella como para Harry ya era tarde, ambos morirían.Una mancha roja pasó a su lado y Harry oyó un ruido de garras.—Fawkes —dijo con dificultad—. Eres estupendo, Fawkes... —Sintió que el pájaro posaba su hermosa cabeza en el brazo, donde la serpiente lo había herido, debajo de la cual tambien estaba la herida de Abby.Oyeron unos pasos que resonaban en la cámara, y luego vieron una negra sombra delante de ellos.—Estais muertos, Potters —dijo sobre ellos la voz de Ryddle—. Muertos. Hasta el pájaro de Dumbledore lo sabe. ¿Veis lo que hace? Está llorando.Harry parpadeó. Sólo un instante vio con claridad la cabeza de Fawkes. Por las brillantes plumas le corrían unas lágrimas gruesas como perlas.—Me voy a sentar aquí a esperar que muráis, Potters. Tomaos todo el tiempo que querais. No tengo prisa.Harry y Abby cayeron en un profundo sopor. Todo les daba vueltas.—Éste es el fin del famoso Harry Potter y de su famosa hermana —dijo la voz distante de Ryddle-Solos en la Cámara de los Secretos, abandonados por sus amigos, derrotados al fin por el Señor Tenebroso al que ellos tan imprudentemente se enfrentaron. Volveréis con vuestra querida madre sangre sucia,... Ella compró con su vida doce años de tiempo para Harry... pero al final te ha vencido lord Voldemort. Sabías que sucedería.-Como vuelvas a llamar así mi madre, yo moriré, pero te arrastro conmigo-dijo la voz débil de Abby, Ryddle la respondió con una carcajada, pero la chica no tenía fuerzas para replicar.Si aquello era morirse, pensó Harry, no era tan desagradable. Incluso el dolor se iba...Pero ¿de verdad era aquello la muerte? En lugar de oscurecerse, la cámara se volvía más clara. Harry movió un poco la cabeza, y allí estaba Fawkes, apoyándole todavía la suya en el brazo. Un charquito de lágrimas brillaba en torno a la herida... Sólo que ya no había herida, y empezaba a pasar lo mismo con Abby, Harry observó asombrado como la herida en el brazo de Abby se hacía cada vez más pequeña hasta desaparecer.—Márchate, pájaro —dijo de pronto la voz de Ryddle—. Sepárate de ellos. ¡He dicho que te vayas!Harry y Abby levantaron la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.—Lágrimas de fénix... —dijo Ryddle en voz baja, contemplando el brazo de Harry y Abby-. Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... —miró a Harry y Abby a la cara—. Pero igual da. De hecho, lo prefiero así. Solos vosotros y yo, Harry y Abby Potter..., vosotros y yo...Levantó la varita.Entonces, con un batir de alas, Fawkes pasó de nuevo por encima de sus cabezas y dejó caer algo en el regazo de Harry: el diario.Lo miraron los tres durante una fracción de segundo, Ryddle con la varita levantada. Luego, sin pensar, sin meditar, como si todo aquel tiempo hubiera esperado para hacerlo, Harry cogió el colmillo de basilisco del suelo y lo clavó en el cuaderno.Se oyó un grito largo, horrible, desgarrado. La tinta salió a chorros del diario, vertiéndose sobre las manos de Harry e inundando el suelo. Ryddle se retorcía, gritando, Abby cogió el suyo del suelo y lo clavó con furia, otro grito les llegó mientras manchaban aun mas sus túnicas de sangre, y entonces...Desapareció. Se oyó caer al suelo las varitas de Harry y Abby, y luego se hizo el silencio, sólo roto por el goteo de la tinta que aún manaba del diario. El veneno del basilisco había abierto dos agujeros incandescente en el cuaderno.Harry se levantó temblando. La cabeza le daba vueltas, como si hubiera recorrido kilómetros con los polvos flu, le tendió la mano a su hermana, que aun temblaba, incluso las plumas de las alas se movían al son de sus temblores. Recogió las varitas y el sombrero y, de un fuerte tirón, extrajo la brillante espada del paladar del basilisco. Abby hizo lo mismo con torpeza y cogió la varita que le daba su hermano.Les llegó un débil gemido del fondo de la cámara. Ginny se movía. Mientras Harry y Abby corrían hacia ella, la muchacha se sentó, y sus ojos desconcertados pasaron del inmenso cuerpo del basilisco a Harry, con la túnica empapada de sangre, después a Abby y las alas de su espalda, y luego al cuaderno que Harry llevaba en la mano. Profirió un grito estremecido y se echó a llorar.Abby tropezó, a los pocos pasos, se levantó de nuevo y volvió a tropezar, se miró desconcertada y frustrada de no poder ir a abrazar a su amiga, se puso en pie de nuevo, pero no dio ningun paso.-¿Qué me pasa?-preguntó desconcertada.-Son las alas-le explicó el fénix-te hacen desequilibrarte, tardarás en aprender a moverte bien con ellas y a volar, pero no dudo en que lo harás."Pues valla" pensó, pero al ver como Ginny se incorporaba, volvió a dar un par de pasos, al principio bien, pero volvió a tropezar, repitió el proceso hasta llegar junto a Ginny, que había empezado a hablar nerviosamente:—Harry, Abby..., ah, intenté decíroslo en el desayuno, pero delante de Percy no fui capaz. Era yo, pero os juro que no quería... Ryddle me obligaba a hacerlo, se apoderó de mí y... ¿cómo lo habeis matado? ¿Dónde está Ryddle? Lo último que recuerdo es que salió del diario.—Ha terminado todo bien —dijo Harry, cogiendo el diario para enseñarle a Ginny el agujero hecho por el colmillo—. Ryddle ya no existe. ¡Mira! Ni él ni el basilisco. Vamos, Ginny, salgamos...—¡Me van a expulsar! —se lamentó Ginny, incorporándose torpemente con la ayuda de Harry—. Siempre quise estudiar en Hogwarts, desde que vino Bill, y ahora tendré que irme y.. ¿qué pensarán mis padres?-No te expulsarán-dijo Abby volviendo a levantarse, esta vez pudo andar aunque se tambaleaba, mientras el fénix le felicitaba por su progreso-y si lo hacen, entonces yo me voy contigo Gin...-Pero tambien sabotee el avion-dijo casi llorando-pero te juro que yo no... perdoname.-No hay nada que perdonar Gin-sonrió la chica, y por fin la abrazó.Fawkes los estaba esperando, revoloteando en la entrada de la cámara. Harry apremió a Ginny y su hermana, que se movía tambaleante y tuvieron que ayudarla a andar rápido. Dejaron atrás el cuerpo retorcido e inanimado del basilisco, y a través de la penumbra resonante regresaron al túnel. Harry oyó cerrarse las puertas tras ellos con un suave silbido.Tras unos minutos de andar por el oscuro túnel, a los oídos de Harry llegó un distante ruido de piedras.—¡Ron! —gritó Harry, apresurándose—. ¡Ginny está bien! ¡La traigo conmigo!Oyó que Ron daba un grito ahogado de alegría, y al doblar la última curva vieron su cara angustiada que asomaba por el agujero que había logrado abrir en el montón de piedras.—¡Ginny! —Ron sacó un brazo por el agujero para ayudarla a pasar—. ¡Estás viva! ¡No me lo puedo creer! ¿Qué ocurrió?Intentó abrazarla, pero Ginny se apartó, sollozando.—Pero estás bien, Ginny —dijo Ron, sonriéndole—. Todo ha pasado. ¿De dónde ha salido ese pájaro?Fawkes había pasado por el agujero después de Ginny.—Es de Dumbledore —dijo Harry, encogiéndose para pasar.—¿Y cómo has conseguido esa espada? —dijo Ron, mirando con la boca abierta el arma que brillaba en la mano de Harry.—Te lo explicaré cuando salgamos —dijo Harry, mirando a Ginny de soslayo.-¿¡Y porque Abby tiene alas!?-exclamó con los ojos de par en par.-Una larga historia-suspiró ella.—Pero...—Más tarde —insistió Harry. No creía que fuera buena idea decirle en aquel momento quién había abierto la cámara, y menos delante de Ginny—. ¿Dónde está Lockhart?—Volvió atrás —dijo Ron, sonriendo y señalando con la cabeza hacia el principio del túnel—. No está bien. Ya veréis.Guiados por Fawkes, cuyas alas rojas emitían en la oscuridad reflejos dorados, desanduvieron el camino hasta la tubería. Gilderoy Lockhart estaba allí sentado, tarareando plácidamente.—Ha perdido la memoria —dijo Ron—. El embrujo desmemorizante le salió por la culata. Le dio a él. No tiene ni idea de quién es, ni de dónde está, ni de quiénes somos. Le dije que se quedara aquí y nos esperara. Es un peligro para sí mismo.Lockhart los miró a todos afablemente.—Hola —dijo—. Qué sitio tan curioso, ¿verdad? ¿Vivís aquí?—No —respondió Ron, mirando a Harry y arqueando las cejas.Harry se inclinó y miró la larga y oscura tubería.—¿Has pensado cómo vamos a subir? —preguntó a Ron-Abby puede hacerlo sin problema pero nosotros...-Yo no se volar-cortó la chica con abatimiento-casi no se ni moverme.Ron negó con la cabeza, pero Fawkes ya había pasado delante de Harry y se hallaba revoloteando delante de él. Los ojos redondos del ave brillaban en la oscuridad mientras agitaba sus alas doradas. Harry lo miró, dubitativo.—Parece como si quisiera que te cogieras a él... —dijo Ron, perplejo—. Pero pesas demasiado para que un pájaro te suba.—Fawkes —aclaró Abby— no es un pájaro normal.Harry se volvió inmediatamente a los otros.-Vamos a darnos la mano. Ginny, coge la de Ron, Abby coge la otra mano de Ron, profesor Lockhart...—Se refiere a usted —aclaró Ron a Lockhart.—Coja la otra mano de Ginny.Harry se metió la espada y el Sombrero Seleccionador en el cinto. Ron se agarró a los bajos de la túnica de Harry, y Harry, a las plumas de la cola de Fawkes, que resultaban curiosamente cálidas al tacto.Una extraordinaria luminosidad pareció extenderse por todo el cuerpo del ave, y en un segundo se encontraron subiendo por la tubería a toda velocidad. Harry podía oír a Lockhart que decía:—¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia!El aire helado azotaba el pelo de Harry, y cuando empezaba a disfrutar del paseo, el viaje por la tubería terminó. Los cinco fueron saltando al suelo mojado junto a Myrtle la Llorona, y mientras Lockhart se arreglaba el sombrero, el lavabo que ocultaba la tubería volvió a su lugar cerrando la abertura.Myrtle los miraba con ojos desorbitados.—Estás vivo —dijo a Harry sin comprender.—Pareces muy decepcionada —respondió serio, limpiándose las motas de sangre y de barro que tenía en las gafas.—No, es que... había estado pensando. Si hubieras muerto, aquí serías bienvenido. Te dejaría compartir mi retrete —le dijo Myrtle, ruborizándose de color plata.-Uh... Harry tienes una nueva admiradora-bromeó Abby escondiendo sus alas bajo su túnica y volviendo a asegurar la espada en su vaina.—¡Uf! —dijo Ron, cuando salieron de los aseos al corredor oscuro y desierto—. ¡Harry, creo que le gustas a Myrtle! ¡Ginny, tienes una rival!Pero por el rostro de Ginny seguían resbalando unas lágrimas silenciosas.—¿Adónde vamos? —preguntó Ron, mirando a Ginny con impaciencia. Harry señaló hacia delante.Fawkes iluminaba el camino por el corredor, con su destello de oro, Abby caminaba junto a el un poco insegura, se movía mucho mejor con las alas escondidas, aunque se tambaleaba un poco. Lo siguieron a grandes zancadas, y en un instante se hallaron ante el despacho de la profesora McGonagall.Harry llamó y abrió la puerta.

la hermana de harry potter y la camara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora