t h r i t y t h r e e

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michael


mis párpados pesaban más que otras veces en las cuales era víctima de la falta de sueño. mi cabeza, garganta y brazos, me dolían ¿dónde estoy? no recuerdo nada y...giré mi rostro ante el sonido de unos débiles ronquidos que eran provenientes del cuerpo que se ubicaba a mi costado, sentado en una silla con mi beanie puesto.

luke o profesor hemmings, estaba junto a mí, sentado en una silla, roncando mientras él era víctima de un profundo sueño.

sus ojos azules estaban escondidos por sus párpados, tenía entreabierta su boca, su teléfono descansaba en su pecho.algunos cabellos violeta se asomaban del beanie que los cubría.

¿que estaba haciendo aquí?

mi brazo izquierdo, estaba decorado con una intravenosa de la cual salían tres mangueras que me guiaban a 3 bolsas distintas.

estaba en un hospital, otra vez, pero ¿por qué?

a mi lado derecho, al costado de luke,había una pequeña mesita con papeles encima.

nombre paciente: michael  gordon clifford

edad: 18 años.

diagnóstico: reacción alérgica a penicilina.

y ahí me vinieron tantos recuerdos.

¡mierda!— grité tirando mis cabellos desesperado—.mierda— sollozando fuertemente detrás de las gradas del instituto, esperaba no ser escuchado ni visto por alguien.

se cumplían 3 años desde la partida de mis padres y me ahogaba en la desesperación, furia y los veloces recuerdos que llegaban a mí.

me sentía horrible, era estar en la misma situación de hace un par de años al recibir la llamada de un policía que te informaba que tus padres no volverían a casa, jamás. mi garganta estaba irritada luego de una jornada llena de sollozos y gritos desgarradores.mis ojos estaban irritados y sentía como me ardía levemente el rostro, luego de unos rasguños  que me hice unos minutos atrás.

estaba solo, con el corazón roto otra vez, recordando el episodio más traumático de mi vida.

decidí ponerme de pie y caminar hacía la enfermería ya que mi garganta mataba y mi cabeza igualmente.

la noche anterior no dormí sólo, me emborraché hasta altas horas, unos minutos más tarde luke vino por mí.

oh chico, tus ojos están rojos ¿te sientes bien? preguntó la enfermera al entrar a su pequeña salita, en la cual tenía una camilla y algunas sillas para los enfermos.

me duele la cabeza y la garganta —susurré y ella se acercó a mi tocando mi frente. era resaca e irritación, nada a lo cual prestar mucha atención.

ardes en fiebre, seguramente la gripe te atacó.  bebe esto buscó entre cajas y cajas en la estantería de su lado y sacó una botella. me tendió la cuchara llena de jarabe y tragué sin prestar atención, al sabor ni al dolor que sintió mi garganta irritada¿quieres irte a casa?

sí. iré al baño primero informé mientras rellenaba la hoja con mis datos. protocolo obligatorio para todos los enfermos—. gracias susurré al terminar, para luego marcharme.

al llegar al baño, mojé mi rostro para limpiar los rastros de lágrimas y pronto mi garganta comenzó a cerrarse.

la falta de aire se hizo presente junto a la desesperación, caí de rodillas afirmando el lavamanos donde finalmente caí bajo él.

¿estas bien?inesperadamente, entró al baño, un chico de piel bronceada y ante mi desesperación gritó— ¡amy! ¡ayuda! una chica pelirroja, se asomó por la puerta del baño de hombres con timidez¡pide ayuda! la chica se fue del baño y a los segundos, vi a luke entrado al baño. mis ojos se cerraron.

lo último que oí fue:

joder, prefiero teñirme el cabello millares de veces, en vez de perderte.


no pude evitar sollozar nuevamente, ya que había recordado la razón por la cual estaba aquí. no fue mi intención, y mucho menos lo fue despertar a luke.

— michael, ¿estas bien?¿necesitas algo?puedo llamar a una enfermera si es que lo necesitas—se inclinó frente a mi, totalmente preocupado y lo entendía.

—lo siento—susurré con mi rasposa y casi inaudible voz—. lo siento tanto. te juro que la enfermera no me dijo que era penicilina, si hubiera sabido no habría tomado eso y no te habría preocupado y ¿ves por qué no debes preocuparte por mí? y...—divagué hasta que él me abrazó fuertemente.

—michael, cállate—susurró el en mi oído en el abrazo.

—¿no estás enojado?—sollocé apretando fuerte su cuerpo.

—no porque simplemente, estás aquí.

colorcidio |muke clemmings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora