We'll always have Paris

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Cariño mío,

Duermes. Te observo desde aquí, en la barrera infranquable del sueño. Te veo tan tuya, tan apartada del mundo, tan inaccesible. Trato de adivinar qué sueñas. ¿Con tu vida pasada, esa que yo no presencié?, ¿con otros amores, acaso?, ¿con tus miedos, con tus dolores?, ¿con tu futuro? ¿...conmigo?, ¿contigo encumbrada -soberana- sobre la Torre Eiffel o soberana -encumbrada- sobre el cuerpo de una mujer, sobre el mío...?

Prometiste esperarme despierta. Sabía que lo cumplirías entonces dilaté mi llegada tanto como pude hasta saberte vencida por el sueño. Estuve horas en el bar del hotel. En silencio, sola. Pensándote. Pensándonos. Debatiéndome. Haciéndome preguntas imposibles de responder. Cuando despiertes nuevamente no estaré aquí. Pero esta vez sabrás por qué. He sido incapaz, como fue imposible aquella vez, de darte la cara porque sé la mirada que me devolverán tus ojos felinos. Sé la capacidad que tienen que atravesarme, de desnudarme y desarmarme.

Es que tú me ves, Fina. Y con esto quiero decirte que, como nadie, has logrado acceder a mi verdad. A algunas de las que yo ni siquiera era consciente hasta tu llegada. Tu mirada atenta devela, descubre. La Marta que tú conoces, la mujer que yo soy contigo, no existe para nadie más que para ti. ¿Entiendes lo maravilloso de eso? Las mejores versiones de mí misma te pertenecen, las más honestas y, por ello, las más vulnerables. ¿Así se siente el amor o al menos aproximarse a él?, ¿permitirse la verdad con otro, con otra... contigo? No sé la vida que nos espera luego de esta breve pausa, de este sueño, pero quiero que sepas que cuando me veas de vuelta en el mundo de los otros y sientas alguna vez que no me reconoces, no te equivoques, son ellos quienes no me conocen, son ellos quienes tienen una versión engañosa de mí, ficticia, artificial. Eres tú quien sabe mi verdad. Es contigo con quien emerge, es contigo con quien la permito y con quien la construyo. Quiero que sepas, también, que te extraño desde ya, que te extraño siempre, desde antes de separarme de ti. Es más, que te extraño incluso cuando estoy contigo porque entonces sé la imposibilidad de eternizar ese momento y de asirte a mí.

Fina, para cuando leas esta carta yo ya no estaré aquí. Estaré volando de regreso a casa porque mi marido -en una situación que no acabo de entender- está volando hacia aquí y me rehuso a encontrarlo en esta ciudad que, para mí, ya es la nuestra. Y voy a atesorarla así. Soy una cínica, lo sé. Y me lo permito, así como me he permitido muchas cosas desde que te conozco o, en otras palabras, desde que me conozco mejor a mí misma. Me permito el descaro y la desvergüenza de priorizarme, me permito el egoísmo, me permito esta pequeña rebeldía a una vida de la que no puedo escapar: como cientos de miles más, la mía es la vida de una mujer atrapada en un matrimonio sin amor.

No estoy huyendo de ti. Esta vez no tengo miedo. Acabo de decirle a Luz, y estoy muy convencida de ello, que no se puede querer, amar a otra mujer con miedo. Tú y esto que llaman deseo invertido (pero que en mí se siente el correcto) no ha hecho más que fortalecerme y llenarme de una inesperada valentía. El mundo, este que nos tocó vivir, es tremendamente hostil para nosotras. Ser mujer es difícil y querer a otra lo es más aún, entonces solo tienes dos opciones: o sucumbes al terror y abandonas o te armas de valor y te atreves. Yo me atreví y esa ha sido, probablemente, la mejor decisión de mi vida. O, al menos, de la que me siento más orgullosa. En un mundo que decide odiarnos, yo decido amarme, amarte y amarnos. Esa es mi revolución.

No sé lo que va a ocurrir ahora, no sé qué vida me espera en casa y solo puedo prometerte eso: valentía y arrojo. Desconozco si eso será suficiente. Es bien sabido que ni siquiera el amor es suficiente para que el amor funcione. Así de paradójico y de infinitamente triste como se lee. El mundo está lleno de historias de amor fallidas o nunca comenzadas. No les falló el amor, no, les falló la sociedad que les tocó vivir y les falló su tiempo. Entonces, cariño, yo solo puedo ofrecerte eso: valentía y humanidad. Valentía para tratar de estar por encima de las posibilidades de nuestro tiempo y humanidad para entregarte mi verdad: con todas sus luces y sus sombras.

Letras prohibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora