CAPÍTULO UNO: ATROPELLADA

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Capítulo 1: Atropellada

Ahí va ella en su pedazo de lata rogando para llegar hasta su destino sin que este se apague. Hace sonar el claxon una y otra vez, pero el tráfico no cede. Siempre es igual, pareciere que todo el país vive en este lugar. ¿Y cómo no? si es en esta ciudad en donde están casi todas las oportunidades de empleos profesionales. De hecho, hoy es un día importante para Rebeca y es por ello que se encuentra atascada en el maldito tráfico matutino de San Juan. Debía levantarse más temprano, pero su jefe le pidió que doblara turno en esa inmunda y pecaminosa discoteca anoche y tuvo que trabajar hasta las cuatro de la madrugada. Apenas ha dormido tres horas. Maldición, debía llegar a esa entrevista; de no hacerlo no podría salir del patético empleo de medio tiempo en Délire . El dueño era un francés de lo más irritante y estomagante. Era mucha exigencia y trabajo y poca paga. Realmente deseaba salir de aquel lugar.

— Vamos, Vamos, muévanse. Maldita sea — dice dando fuertes golpes al volante.

Comienza a desesperase. Mira el reloj. Son las 8:20. La entrevista es a las nueve; no llegará a tiempo. El celular suena; es un mensaje de su novio Rodrigo deseándole éxito.

«Maldita sea, voy tarde y hay un tapón de madre... De esta entrevista depende nuestro futuro...» Contesta.

«Tranquila... llegarás a tiempo... aún falta media hora... Te amo.»

«Yo también... hablamos, ya esto se está moviendo.»

En cinco minutos más el tráfico comienza a ceder. Aun así va retrasada. Unos veinte minutos más y ya está llegando a Arquitectura Dillard's. Con los nervios amenazando con provocarle un colapso emocional, estaciona su Volvo al lado contrario de donde se encuentran las puertas de la empresa. Justo a tiempo; faltan diez minutos para las nueve. Fue una suerte que haya encontrado estacionamiento cerca. Al parecer, después de todo, la suerte está a su favor. Al menos eso cree. Con paso firme va cruzando la calle. Está tan concentrada repasando lo que dirá en la entrevista que no ve venir ese BMW blanco. Lo que viene a continuación pasa como en cámara lenta: Rebeca escucha a lo lejos una voz masculina que le grita « ¡Cuidado! », la carpeta sale volando por los aires y sin poder evitarlo el carro le impacta por el costado derecho. Maldición, después de todo la suerte no está de su lado este día.

Rebeca despierta en un cuarto de hospital. Escucha voces y por ello no ha decidido abrir los ojos.

— ¿Cómo es que no la viste?

— Papá, iba muy molesta por la discusión que habíamos tenido esta mañana y... lo siento, de verdad no la vi— la voz suena como si de una niña mimada se tratase.

—Dale gracias a Dios que está viva. Que Él mismo nos salve de la segura demanda que se nos avecina. Estoy harto de los escándalos que provocas... Has sido la comidilla de los medios de un tiempo para acá.

— Eso es lo único que te importa, ¿verdad? El qué dirán... o una estúpida demanda. Nunca te he importado.

—Si no me importaras no estuvieras viviendo bajo mi techo, no tuvieras tu mesada semanal y no me pasaría limpiando tus escándalos.

— Eso lo haces por ti, no por mí.

— Si eso es lo que crees... Te advierto, esta es la última que haces. Comenzarás a actuar con prudencia. Ya es hora de que madures.

Rebeca percibe que la discusión está subiendo de nivel y decide intervenir. Abre los ojos lentamente. Se toma unos minutos para analizar el ambiente. Esta habitación es muy espaciosa, no es como las demás que ha visitado; pequeñas con dos camillas y tétricas. Voltea la cabeza y ahí están los dos que discuten acerca de algo que no logra entender del todo. Un hombre mayor con traje de saco gris está parado frente a la ventana de cristal de la habitación. De frente está su aparente hija con un traje veraniego color amarillo.

La chica del pelo rizo #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora