Dedicado a KrystalCapítulo XXI: Oscuridad
El par de enamorados se enfunden en un apasionado beso. Felipe se siente de nuevo en casa. Luna ha vuelto a ser la misma gordita de la que se enamoró y eso lo enamora más, si es eso posible. Han sido los meses más difíciles para ambos, pero mucho más para la hermosa mujer que está recostada en su hombro. No se rindió, luchó por ella porque es ella la mujer de su vida.
—Sigue en pies lo de mañana, ¿verdad?
—Es lo que dijiste querías hacer...— contesta Felipe con un toque de preocupación colado en su voz.
—Sí lo sé, pero me refiero a que si todavía estás seguro de ello...
—Sí. No podemos dejar que nuestra amiga siga en la oscuridad.
—Tal vez no pudiste convencerla tú solo, pero juntos podremos. Estoy muy preocupada por ella. Sé que lo que pasó fue horrible, yo misma reaccioné muy mal, pero lo que ella está haciendo está dañando mucho más que su alma: su esencia.
—Tienes razón... Ella nos necesita. También a Charlotte.
—Pero desde que volvió con Katia, no quiere volver a verla. Sé que no es por Katia, esta vez fue decisión de Charlotte. Aún no me lo creo. ¿Qué le pasa a Charlotte?
—Está perdida, al igual que Rebeca.
—Debemos hacer algo por ambas.
—Esa será nuestra misión...
****
La misma peste a alcohol y a vómito de siempre. El sexo mezclado con la perversión; esposos disfrutando del espectáculo de mujeres desnudas, mientras sus esposas creen que se han quedado hasta tarde trabajando; hombres solitarios, panzones y sin chispa de gracia pagando para que desconocidas le meneen el culo; bailarinas que están dispuestas a hacerlo porque no les queda más remedio, si es que quieren seguir estudiando y pagando el hospedaje; mujeres dispuestas a saciar los más pervertidos deseos de los clientes, pues no tienen a dónde ir y necesitan el dinero. Luego está ella, la atracción principal de cada fin de semana, quien baila para escapar de su realidad, de su dolor, de su miseria. No ha podido dejarlo, no por falta de valor, sino porque no quiere. Poco a poco su alma se adentra más a una oscuridad que no le permite sentir, y eso, es lo que precisamente busca. Una vez más baila sensualmente para el público que la aclama. Sin embargo, esta noche es distinta a las demás; Rebeca se siente incómoda. Por primera vez desde que comenzó no le motiva llevar al hombre de la cinta color carmesí al pasillo de la tortura. Cuando termina de mover su cuerpo, decide salir afuera a tomar un poco de aire, en vez de dirigirse a la puerta roja, como hace cada fin de semana. Primero se cambió la diminuta ropa en los camerinos, sustituyéndola por un mahón y una chaqueta de cuero. No se molestó en ponerse una camisa ni en quitarse los tacones altos negros.
Un cigarrillo se posa en sus labios. Mientras inhala el humo comienza a pensar en la visita de su amigo Felipe la otra noche. Él no la juzgó como lo hizo Charlotte, no insistió en que saliera de la oscuridad... Simplemente se fue despidiéndose con un sutil beso en su nuca, como solía hacerlo siempre. Sonríe con melancolía recordando los momentos con Felipe, con Luna, con... Coral y Charlotte. Una lágrima traicionera rueda por su mejilla recordando esos momentos felices.
¿Por qué la vida la golpeó tan fuerte? Le parece irónico que las personas le digan que al menos está viva y debe agradecerle a Dios por ello. ¿Cómo agradecer por eso si ella no pidió nacer? ¿Por qué estar feliz por una vida que se le otorgó sin pedirle permiso antes? Rebeca observa el humo salir de su boca. Se queda embelesada observándolo. Anteriormente no tenía ningún vicio relacionado con el cigarro, pero desde que su vida se volvió tragedia, calar el humo la calma y le hace disminuir su ansiedad. Observa con atención el cigarro en sus manos sentada en la acera y justo cuando se dispone a darle otra calada escucha pasos acercarse a ella. No se inmuta en voltearse a ver de quién se trata, pero el cigarro se quedó a medio camino. Escucha con atención por si es alguien de esos que les gusta joder la vida.
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La chica del pelo rizo #WGA2017
RomanceEl amor llegó sin previo aviso destruyéndolo todo como si huracán fuere. Llegó sin permiso instalándose en cada célula, en cada rincón de su ser. La aparente amistad se convirtió en algo más... Rebeca estaba segura de su heterosexualidad, pero llegó...