CAPÍTULO SIETE: LAS PIEZAS DEL ROMPECABEZAS

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"Siempre serás mía... Y yo tuyo. Lo nuestro no va a acabar porque por ti voy a luchar... Te amo hermosa y pronto sé que me vas a perdonar..."

Arruga el papel y con una mueca de asco dibujada en su rostro lo lanza hacia el bote de basura junto a la margarita que acompañaba la nota. Si él sigue enviándole las mismas flores, las margaritas pronto dejarán de ser sus favoritas.

— Vaya, qué puntería la de mi asistente.- Interrumpe el arquitecto Villanueva en la oficina de Rebeca.- ¿El ex no se ha rendido aún?

Rebeca bufa.

— Es persistente, pero ya se le pasará. No puede insistir por siempre, ¿o sí?

-Bueno, eso depende de cómo se lo hayas hecho. Y dado el tiempo transcurrido desde que se dejaron y sigue insistiendo, tuvo que ser más que bueno lo que le hiciste.- dice en son de broma el jefe de Rebeca tirándole un inocente guiño.

En otro caso le hubiera incomodado e incluso hasta molestado ese comentario de parte de un hombre, pero la asistente y el arquitecto han llegado a un nivel de confianza muy alto en el mes que lleva Rebeca trabajando para él.

— Al parecer, no fue muy bueno porque me las pegó con diez mujeres en un solo año.

— Ese comportamiento promiscuo es normal en hombres como él. El ego, machismo y egocentrismo son parte esencial de su personalidad. Ya sabes, mientras más cuevas explore, más macho es.

— Tonterías...

— Es la verdad.

— A ver, ¿y qué clase de hombre eres tú?

— Eso lo debes saber ya. Del tipo que mantiene su monogamia cada cuatro meses— dice tratando de disimular su realidad. Bueno, es una verdad a medias, pues ese era su forma de manejar sus relaciones... Al menos, hasta hace poco más de ocho meses.

— Mujeriego.

— Negativo. Yo no estoy con más de una mujer al mismo tiempo. Aparte de que no me las engancho a punta de mentiras. Es decir, no finjo amarlas ni las hago mi novia por cuatro años para luego convertirlas en cornudas. Eso no es ético.

Puede que haya sido un golpe bajo para Rebeca, pero no es así. Lo que pasó esa Noche Buena ya está más que superado. Tal vez ya no le afecte en lo absoluto gracias a una morena de pelo rizo y a una rubia que el destino puso en su vida como hermana menor. El apoyo que recibe de ambas es suficiente como para aliviar el dolor de la traición. Durante este último mes se ha dedicado a tratar de encontrarse consigo misma. Busca respuestas sin llegar a una conclusión en concreto. ¿Cómo es que fue capaz de mantener una relación que ni siquiera la hacía feliz? ¿Cómo pudo pasar por alto todos los defectos de Rodrigo? Las señales estaban ahí e hizo caso omiso de estas. Tal vez Kany García tenga razón: cuando se va el amor las cosas son más claras. Pero... ¿Alguna vez fue amor?

— Bueno, ya lo cogí. ¿Para qué irrumpiste en mi oficina?—  Pregunta en un tono que sonó más irritado de lo que pensaba.

— ¿Así se le habla al jefe?

— Disculpe, señor Villanueva, ¿qué se le ofrece?—  pregunta, esta vez con amabilidad fingida; detrás está cierto grado de diversión.

— Así está mucho mejor.

Felipe se acerca al escritorio de Rebeca y se inclina hacia el rostro de esta.

— Hay que mantener las apariencias— le dice en un susurro.

Rebeca se carcajea.

— No te rías, soy un pésimo jefe, ¿verdad?

— Eres el mejor, lo juro.

La chica del pelo rizo #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora