CAPÍTULO TRES: UN MOTIVO PARA CELEBRAR

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Rebeca busca el número de su novio en la lista de llamadas perdidas. El mismo le había dejado varios mensajes de texto corridos. Sin leerlos presiona la tecla con el símbolo de teléfono en la pantalla de su celular.

— Amor, ¿sigues ahí? Perdón, es que en el hospital se tardaron demasiado. Al parecer, mi expediente se había extraviado.

Tuvo que mentir porque sabe de sobra que si le dice a su novio que llevó a una desconocida por un chocolate caliente para consolarla, le soltaría un sermón de al menos tres horas. Sí, mejor omite esa parte del día de hoy.

No, si hubieras leído el último mensaje sabrías que hace media hora me fui. Coño, Rebeca, te dije que tenía algo importante que decirte. — la voz al otro lado de la línea suena cargada de enojo.

— ¿Pero tú no entiendes que no estuvo en mis manos? Los cabrones del hospital no encontraban el expediente.

Pues lo hubieras dejado y lo buscabas otro día. Te dije que era importante y quería decírtelo en nuestro Fast Food.

— Rodrigo, ya te dije... Lo que tenías que decirme me lo dices en el apartamento. Es la misma mierda en nuestro restaurante de comida rápida favorito o en tu apartamento, o el mío o en un jodío parque.

— ¿Mierda? Está bien. Hablamos.

— Rodrigo... ¿Rodrigo? No te atrevas a...

Sin más colgó la llamada. Grave error, con lo que Rebeca odia que le cuelguen en la cara. Aprieta el volante, tira el celular en alguna parte del suelo del vehículo y se dirige hacia el centro comercial. Necesita comprar una muda de ropa nueva para la entrevista. Tiene tanto coraje que ni la idea del nuevo trabajo la hace sonreír de nuevo. Rodrigo siempre victimizándose y haciendo un show melodramático por todo. ¿Qué es lo que le tiene que decir tan importante? Ya no lo sabrá, al menos hasta que le pase la estupidez.

Llega al Centro Comercial y baja del auto con cara de pocos amigos. Odia discutir con su novio. Siempre pasará, pero aun así odia que le cuelguen así como su fuera un pedazo de excremento. Cruza las puertas de su tienda de ropa favorita.

Se probó más de veinte mudas de ropa distintas y ninguna es de su agrado. Dos más y la encontró. Una vez en la fila para pagar, suena su celular. ¿Quién carajo será? Piensa para sí. Su humor es de perros en estos momentos.
Es un mensaje de texto. Increíblemente una sonrisa bobalónica se dibuja en la cara de Rebeca en cuanto ve su nombre en la pantalla del celular.

<<Charlotte>>

- Gracias por escucharme. Ya registré tu número. :)

-No fue nada... Aquí cuentas con una amiga... ;)

-:) Oye, ¿qué harás mañana...?

-Supongo que nada... ¿Por...?

-Curiosidad.

-Ahh...

- :)

-:D

Rebeca da por terminada la conversación y guarda el celular en su bolso de mano. Su humor ha mejorado significativamente y no sabe a qué se debe. Piensa en cómo le ofreció su amistad a la morena... La verdad es que ella no cuenta con ninguna amiga cercana. Bueno, solo tiene una mejor amiga, pero solo se hablan y ven a través de una cámara web o se escriben mensajes instantáneos, pues Norma vive lejos. Además de que ha decido formar una familia y ahora tiene otras prioridades. Muchas veces añora esos días en los que la tenía cerca y podían compartir todo el tiempo, pero ambas tomaron rumbos distintos. Aunque siguen en contacto y cada dos semanas se ponen al día con los acontecimientos más importantes de sus respectivas vidas, no es igual que como si la tuviera presente físicamente.

La chica del pelo rizo #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora