CAPÍTULO TRECE: DOS MANERAS DE MORIR

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¡Pum! ¡Pum! El persistente sonido de la puerta hace regresar a Rebeca del mundo de la subconsciencia en el que estaba sumergida. Picará en pedazos a quien sea el que esté tocando la puerta en su día libre a las siete de la mañana. ¡Mierda! Se incorpora de mala gana.

— Un segundo- grita-Maldita sea— replica por lo bajo.

Corre hacia el baño, se echa agua en la cara y llena su boca con enjugador bucal. Abre la puerta sin preguntar quién es. Un chico lleno de tatuajes, con agujeros en las orejas y varios aretes en el rostro la observa desde afuera. Su cuñado luce ojeroso y preocupado.

— ¿Néstor?—  Pregunta una Rebeca soñolienta y dudosa— ¿Qué hostias haces aquí a esta hora? Te voy a matar—. Su voz sale ronca.

— Tengo que hablar contigo.

— Me imagino, pues mi hermana está trabajando y eso ya lo debes saber. ¿Qué pasó?

Rebeca ignora por completo el semblante de Néstor; aún está medio dormida. Si prestara más atención, de seguro activaría sus sentidos de alerta.

— Tengo que hablar de tu hermana...

— Pasa, pongámonos cómodos. Yo también la he notado rara— dice Rebeca, pues sabe que algo no está bien con Coral, y sabe que Néstor también ha sido víctima de los ataques hormonales y de ira de su hermana menor en las últimas semanas—, pero primero un maldito café para despertarme.

Mientras el café se cola en la cafetera, los cuñados se miran detenidamente. La verdad, no saben cómo empezar el tema.

— Es por la boda— dice Rebeca de momento.

— ¿Tú crees?— Pregunta inseguro Néstor.

— ¿Por qué otra cosa va a ser? He leído que las novias se ponen así cuando la fecha se acerca... La boda es en cuatro días, so...

— No sé... La conozco demasiado. Ella está así desde...—  Néstor se calla de momento, baja la mirada y se golpea mentalmente. Estuvo a punto de decir lo que su novia le prometió no revelar.

— ¿Desde...?— Incita a continuar al hombre que convirtió su cuerpo en un lienzo. Ahora sí que los sentidos de alarma de Rebeca se activan. ¿Qué le oculta Néstor?

— Le prometí no decirte...

— ¿A quién le prometiste qué?

—  A Coral...

— Mi hermana y yo nunca nos ocultamos las cosas.

— Esta vez lo hizo, Rebeca. ¿Sabes por qué prometí no decirte? Porque me aseguró que todo estaba bien... Pero no es así; ella cambió luego de eso.

— Maldita sea, suéltalo ya— dice Rebeca exasperada.

— Katia se contactó con ella.

La respiración de Rebeca se vuelve irregular. Su cuerpo comienza a temblar de rabia. Maldita sea a la Dillard de mierda.

— ¿Qué le dijo esa puta?

— Esa es la pendejada; no quiso decirme. Maldita sea, no sé qué mierdas le dijo esa tipa, pero sea lo que sea, no tuvo que ser bueno. Rebeca, Coral está irreconocible. Todo el tiempo peleamos, a veces llora sin aparente motivo... Se ha alejado de mí... Se ha vuelto, fría, distante... Rebeca, yo sé que tiene a otro— Néstor suena dolido.

— ¿Qué? ¿Estás loco? Acabas de decir que ella habló con Katia y deduces que te está engañando. Esa tipa tuvo que lavarle el celebro... Mi hermana nunca te engañaría. Dios, voy a matar a Katia Dillard...— Rebeca comienza a dar vueltas por la sala insultando por lo bajo a la rubia de ojos verdes.

La chica del pelo rizo #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora