CAPÍTULO DIECIOCHO: HILLARY

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Un café y un chocolate caliente sobre la mesa, una chica de pelo rizo que mira su taza de chocolate perdida en sus pensamientos y una rubia de ojos claros observándola con desdén.

—¿Charlotte?— Pregunta preocupada la rubia.

—¿Si?

—¿Estás bien? No quise ponerte así... Me pediste que la buscara y la encontré... No iba a mentirte.

—Lo sé, pero me cuesta tanto asimilar que la chica de la que me enamoré, ya no está. Ella...

—Deberías hablar con ella... Ya sabes dónde encontrarla.

—No sé si tenga el valor de ver con mis propios ojos lo que ahora es...— dice con lágrimas en los ojos— Escuchar de su boca las mismas palabras hirientes que me dijo la última vez...

—Yo... me siento tan mal y culpable. Fui tan ignorante, estúpida e inmadura... Jamás imaginé que Rodrigo fuera capaz de lo que hizo... Tampoco que el papá de Rebeca estaba así de enfermo... Le creí su historia, Char...— dice Katia con voz entrecortada.

—Ya sé la historia, Katia... Admitiste tu parte de la culpa... Sé que para ti era todo un juego. Lo sé porque te conozco a la perfección y también sé cuáles eran tus límites. Has cambiado y me doy cuenta de cuán arrepentida estás.

—Quisiera que Rebeca me perdonara...

—No creo que lo haga— Katia baja la mirada.

—No es justo que lo de ustedes acabe así... Rebeca está perdida y debes rescatarla.

—Lo he intentado miles de veces... La busqué los primeros meses insistentemente, hasta que se fue...

—Debes buscarla una vez más y decirle lo que sientes... Debes ir a ese inmundo lugar en el que trabaja y traerla de vuelta...

—Estoy tan asustada de encontrarme con la nueva Rebeca...

—Esa no es ella... Ella está sufriendo y así es cómo puede lidiar con su dolor...

—Iré a buscarla a ese lugar... Espero me quiera escuchar— Charlotte suena abatida, pero está más que decida a recuperar a la mujer que ama.

***

La música entra por los oídos de todos en el lugar incitándolos a pecar... Desatando la lujuria de los que allí se encuentran. Las mujeres en la tarima que apenas sí llevan ropa, les bailan provocativas a los señores que pagan por verlas hacer un espectáculo erótico. El olor a cigarrillo y alcohol se mezcla con la perversión y la lujuria. El sexo baila al ritmo de la música.

Alejada de la tarima de bailarinas se encuentra una chica de pelo rizo tratando de abrirse paso entre la multitud. Todos comienzan a aglomerarse en el centro. Charlotte lucha contra empujones hasta que por fin logra salir del mar de gente hasta colocarse en una esquina de espaldas al show que de seguro pronto comenzará. La verdad, comienza a cuestionarse qué rayos hace aquí. Sí, si sabe, viene a buscar a la mujer que necesita en su vida. Katia había averiguado que Rebeca trabaja en este lugar alejado de la ciudad. No le parece increíble, pues antes Rebeca trabajaba en un pub en San Juan. De seguro es camarera aquí, así que decide ir a la barra a preguntar por ella.

—Disculpe...— grita a la camarera que está atendiendo, pues todos comienzan a vociferar un nombre que no logra registrar; está más concentrada en extraer información de la camarera vestida con ligera ropa.

— ¿Qué desea de tomar, dama?

—Nada... Solo deseo preguntar por alguien...— dice en el oído de la chica para que la pueda escuchar—¿Conoce a una chica llamada Rebeca Quiñones? Me dijeron que trabaja aquí.

La chica del pelo rizo #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora