Capítulo 36: Mi vida

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―No, ¡no! ―Jung-kook grita y suplica en vano.

Su cuerpo yace sobre las frías baldosas en la mansión de Kim Seok-jin, quien lo retiene, estirando sus brazos y aprisionándolo firmemente de las muñecas.

―¡Hyung-nim, ayúdame por favor! ―exclama, con grandes bocanadas de aire.

―Shh... ―Baja la cabeza y lo mira desde arriba―. Ya va a empezar, y quiero disfrutarlo. Procura gemir fuerte, ¿sí?

Al perder contacto visual con Kim, el chico levanta la cabeza tanto como puede. Nota que la ropa ha desaparecido de su cintura para abajo, lo que acelera más su respiración. Se retuerce, pero el agarre de Seok-jin es inquebrantable.

―¡Por favor, hyung, no lo hagas! ¡Ayúdame!

―Guarda silencio, chiquillo ―interviene Taehyung de repente, con su característica voz grave.

Su mano helada se posa sobre su muslo, quitándole un grito. Su cuerpo se estremece, como si lo hubieran electrocutado.

―Abre las piernas para mí... como la puta que eres... ―dice, otorgando una mirada y semblante siniestros.

Separa las extremidades de manera violenta, y sin piedad alguna, accede a su interior. Jung-kook grita; su cabeza golpeando el piso y se gira a un costado, apretando los dientes y arrugando los párpados, que rápidamente se humedecen por el agua salada. Siente un desgarramiento brutal, como si lo estuviesen partiendo en pedazos, mientras que las risas de esos dos que lo someten ahogan su llanto.

―Por favor... Me duele... ―solloza por lo bajo.

―Ay míralo... Ya está llorando... ―se burla Seok-jin.

La sangre fluye con cada embestida, como si su cuerpo fuese un frágil recipiente quebrado. Los ojos de Seok-jin brillan con un placer sádico. Taehyung, en cambio, tiene la paciencia fría de un depredador que disfruta cada segundo del sufrimiento de su presa. El rojo, testigo del tormento, abunda, salpica y mancha. La voz del joven pierde fuerza, sus gruñidos lastimeros acompañan cada choque y azote contra su piel, cada ingreso forzado y no permitido.

Jung-kook abre los ojos con un jadeo. Todo se ha esfumado: los gritos, las risas macabras, sin embargo, la sensación de un dolor punzante ha quedado alojado por unos segundos en su pecho, estómago y pelvis. Su corazón no halla calma todavía, pero comienza a ser poblado por una ligera sensación de alivio al ver que está solo y...

«Un momento...», piensa, levantándose y quedándose sentado en la cama, con esa almohada que no ha dejado de abrazar desde que logró despertar de su pesadilla.

El espacio que lo rodea es limpio, iluminado y apacible. En el aire flota un aroma fresco, tan suave como el algodón. No está en la mansión Kim; acaba de darse cuenta. Las sábanas y cortinas son blancas, aunque las paredes no tanto. El sol entra por el ventanal con balcón, inundando la cama con su luz cálida. Junto a la puerta, que en estos momentos de inspección ignora, hay una cajonera de aspecto antiguo. A lo lejos, un espejo de pie, y otra puerta. Su atención se fija en el marco que le devuelve su reflejo. Deja la cama con la almohada y camina hasta ver su cuerpo entero espejado. Su rostro desanimado lo lleva a apartar la vista; se concentra entonces en las manchas de sangre sobre la camisa blanca. Recuerda que Taehyung lo había mordido. Tantea su cuello con los dedos, viendo que está limpio, sin marcas. Remoja y muerde su labio inferior, degustando de manera ingrata el sabor metálico de la sangre. ¿Acaso le han dado a beber? Las ideas comienzan a arremolinarse en su cabeza, pero el sonido de la puerta al abrirse lo interrumpe.

La figura de Jimin emerge detrás de la tabla. Jung-kook lo mira sorprendido, evocando que lo ha visto antes: cuando Taehyung lo "asesinó" frente a él, y el último rostro que vio poco antes de desmayarse.

Loveless (+21) [JinNam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora