-Buenos días joven maestro Cale.
Saludo un hombre rechoncho más similar a una alcancía que a un hombre.
...
Conocía el nombre del comerciante, de hecho era uno de los motivos por lo que realmente no quería entrar aquí.
El bastardo de los Flynn, Billos.
Por más bastardo que fuera seguía siendo un Flynn, además no existía ningún tipo de mal rumor sobre él o su estupido local, por lo que no tendría sentido venir a montar un escándalo. A pesar de todo, aquí estaba.
Se acercó con molestia al mostrador donde el hombre lo esperaba con una perfecta sonrisa comercial.
No había querido entrar y ahora dentro ya quería irse.
Solo siguió adelante, porque al menos está alcancía con patas no había tartamudeado al verlo entrar. Aunque todos sus comensales se habían tensado y parecían estar sudando balas.
Tsk
Vio a unos cuantos temblando como gelatina.
'Tal vez realmente debería irme...'
-En qué puedo ayudarlo, joven maestro.
Miró directamente a los ojos del hombre.
Mmmm
No había ningún tipo de temblor en aquellos ojos.
Una sonrisa falsa, pero profesional y una actitud respetuosa y cordial.
'Va a resultar que la desvergonzada tenía razón con está alcancía'
Realmente hubiera preferido ir a otro lugar, de hecho había seguido de largo, pero luego de dar vueltas de forma infructuosa en busca de un mejor sitio y de sentirse asfixiado por el continuo terror en los ojos de los estúpidos plebeyos, acabó rindiéndose a la idea, al menos aqui espero conseguir algo de privacidad.
Era eso o intentar salir de la ciudad, lo que sin duda llevaría a estar escoltado más allá de las murallas cosa que jamás sería pasado por alto por su padre y no quería tener que explicarse.
Aún así, no se había arrastrado hasta aquí solo porque la loca hablase bien de Billos Flynn.
El juicio que esa desvergonzada pudiera tener no era de confianza en absoluto después de todo.
Lo que había hecho que terminase aquí, era que este estupido local de poesía y tés tenía un condenado edificio de 3 plantas.
-Quiero el tercer piso para mi, lo reservaré todo el día.
No fue una pregunta, fue una orden, y sin esperar respuesta, sacó una moneda de oro, la puso en el mostrador y se preparó para subir de inmediato.
-Joven maestro, esto es demasiado.
Di media vuelta con molestia.
-Pues asegúrate de darme un buen servicio.
-Sigue siendo...
-Me da igual, solo trae bocadillos y asegúrate de que nadie suba. Si tanto te molesta el dinero, regale dulces y tés a todos o cualquier mierda que surja de esa cabecita tuya. Solo no quiero ser molestado. Se me entiende.
-Por supuesto, llevaré todo en un momento.
Terminando ese intercambio donde la clientela no dejaba de temblar, salió despedido por las escaleras hacia su destino.
Cuando al fin llegó al lugar, dio un largo suspiro. Por fin estaba solo, el tercer piso estaba benditamente vacío.
Si se lo preguntaban, diría que era demasiado espacio, quería decir, ¿cómo demonios iba a llenar 3 pisos con raritos amantes de las poesías y brebajes?
Este local era innecesariamente grande, y justo por eso era perfecto.
La mayoría de los clientes seguro se quedaban abajo, y aun si alguien quisiera subir, había pagado lo suficiente para evitarlo, por lo que ahora tenía un refugio improvisado para pasar el tiempo hasta que fuera la hora de ir a un bar.
Se sentó con tranquilidad al lado de la ventana quedaba a la entrada de la ciudad y de inmediato la voz de aquella desvergonzada cruzó por su cabeza.
"Y sabe, allí es como si uno estuviera sentado en el lugar de un gran escrito o si como vieras como las historias se hacen realidad"
Todo ello mientras perdía otra partida y ponía ojitos de cachorrito triste al darse cuenta.
Realmente una desvergonzada que no era capaz de callarse 5 minutos si le dejabas abrir la boca. Lo peor es que solo soltaba incoherencias.
¿Qué demonios tenía de especial este lugar? Por lo que a él le respecta era tan bueno como cualquier otro y hasta donde sabía, ningún escritor decente había escrito su obra aquí, si ese fuera el caso, este estupido local sería más popular y habría un montón de indeseables en su recién formado refugio.
A veces era bueno que la loca solo dijera sandeces sin importancias, ya que al menos la parte de que este lugar era tranquilo era cierto.
Escucho como se acercaba alguien a la mesa, pero no le dio importancia mientras se quedaba mirando de forma aburrida a la ventana, por el peso de los pasos estaba seguro de que era la alcancía, dueña de este lugar, al que tenía que otorgarle algún punto positivo por poder subir hasta aquí sin tener una respiración acelerada a pesar de estar tan gordo.
"Un buen comerciante"
'¿Por qué demonios sigo cayendo en los extraños esquemas de esta loca?'
Cuando sintió que volvía a estar solo dio otro largo suspiro y miro lo que le habían traído.
Una bandeja llena de bocadillos y dulces varios, junto a una tetera, miel y leche y por último algo que le hizo fruncir el ceño.
Una pequeña pila de libros.
'¿En serio me trajo poesía?'
Estaba un poco desconcertado de que la alcancía hubiera pensado que está era de hecho una buena idea.
Pensó en ignorarlos, pero luego de un tiempo de no tener nada que hacer se rindió y tomó uno de los volúmenes, supuso que al estar aquí solo, nadie tendría que enterarse de que estuvo leyendo.
Fue mientras revisaba que tipo de libros le habian traido que se dio cuenta de un pequeño manojo de papeles, demasiado delgado para ser un libro, este mismo parecía ser un catálogo de algún tipo.
Mmmmm
Tendría que admitir que la curiosidad pudo con él.
Tras tomarlo y ojear sus paginas solo pudo pensar que este local era aún más raro de lo que había supuesto al principio.
Después de todo, por qué carajos una tetería tenía a su disposición un catálogo tan variado de artefactos mágicos.
Suspiró pesadamente.
Su conclusión fue, que todo lo que tuviera una relación con esa loca, parecía estar contaminado por esa locura suya.
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Hey!
Estoy aqui!
Es un milagro xD
<3
Gracias por leer y tenerme paciencia.
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Donde estoy?
Fantasy¿Dónde estoy? Había terminado su jornada laboral. Recuerda haber tomado el bus hacia su hogar. Recuerda estar leyendo una novela en su móvil. Aun así no estaba ni en su casa, ni en el bus, ni siquiera en el hospital o en cualquier sitio conocido. -¡...