Lluvia - Reunión

16 0 0
                                    

Charlot abría los ojos, pero no podía ver nada. Sintió que su cuerpo estaba aplastado por una fuerza que le aprisionaba, y aunque pudo mover sus brazos, no era suficiente para sacarlos a la superficie. Su respiración se aceleró mientras sus ojos intentaban divisar un rayo de luz, por más pequeño que fuese; intentó mover los pies, pero más fue su sorpresa al darse cuenta que ni siquiera era posible mover sus dedos. Cerró los ojos e intentó gritar: "¡Ayuda!".

Pero nadie llegó.

Intentó empujar la tierra que le llevaba encima, pero mientras más se movía, más sentía el peso de la tierra aplastándole. Gritó una vez más: "¡Ayuda!".

Pero nadie llegó.

Su respiración, entrecortada, lentamente se desvanecía mientras sus ojos les pesaban. Parpadeando, vio una imagen que hace mucho no se había acordado: Una plazoleta, una cesta en su mano derecha, otra mano en su izquierda, la sonrisa juvenil de una mujer, un día soleado, hombres con sombreros de copa y otros con terno. Esas sensaciones, todas aquellas, desvaneciéndose mientras sus ojos cada vez quedaban más enterrados en la tierra de los sueños.

Entonces abrió los ojos. Sintió que su cabeza le dolía y no podía ver bien. De manera inconsciente extendió su mano derecha para agarrar algo, y cuando lo sintió, inmediatamente se lo acercó a sus ojos. Al sentir su puente de la nariz siendo tocado por la almohadilla de dicho objeto, su sorpresa fue tal que se levantó brusco y torpe, parpadeando mientras sus ojos divisaban el cuerpo de un muchacho que respiraba plácidamente al otro lado de él. Intentó moverse pero un dolor en la parte izquierda de su hombro le hizo caer de la cama el cual estaba reposando.

Al caer, un golpe seco se sintió en la minúscula habitación, y dos siluetas se levantaron al unísono, una de éstas acercándose a él. Presa del pánico, trató de dar una patada a una de ellas, sólo para que fuese agarrada hábilmente por uno de estos. Una de las siluetas se acercó más a su rostro y él sólo se limitó a respirar. No obstante, un cosquilleo surgió en su frente el cual se propagó a sus mejillas y manos; esa extraña sensación lo hizo relajarse y sólo cuando pudo ver otra vez fue que sus músculos se relajaron, y sólo se limitó a abrir los ojos como dos lentes de una cámara, que sólo después de un silencio breve pudo captar lo que estaba viendo: el rostro de una muchacha, unos ojos verdes intensos, una mirada melancólia y familiar.

  — ¡Oh dios!, ¡santo sea el señor, Pierre!—dijo Anna, tapandose la boca mientras sus ojos nuevamente se tornaron rojizos por la emoción. Él no pudo nada más que levantar su brazo derecha y acariciarle la espalda,mientras ella se abalanzó hacia él, apretando su cuerpo sobre el torso del muchacho, a la vez que empezó a sollozar. 

Entonces sintió que ya no estaba siendo sujetado, y al sentir dicho peso salir encima suyo pudo ver a un hombre de pelo quemado y barba abundante, a espaldas de Anna,  fumando de un cigarro mientras miraba la escena con unos ojos inexpresivos y agrietados. Un escalofríos sintió y por un segundo quiso salir por la mirada intimidante del hombre, pero al estar en los brazos de Ana, Pierre suspiró y sólo se limitó a besar su cabeza mientras ella acariciaba sus mejillas con sus destrozadas manos.

  —  Hey... e-esto es un sueño, ¿verdad?— dijo Pierre mientras su mano derecha baja lentamente por su brazo, llegando a su muslo.

  — Espero... no sé...—respondió con una pequeña carcajada Anna, que de igual manera bajó su mano, reposándola en su pecho. Derek lentamente abría los ojos, bostezando.

  — Anna... —Pierre enmudeció. Acercando su cabeza lentamente al pecho de Ana,  repetía dicha palabra una y otra vez. Con un suspiro, ella le acogió, sonriendo mientras sentía cómo Pierre sollozaba su nombre mientras acariciaba su pelo.

VerdúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora