Nieve - Calor

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Sintió un escalofríos en su espalda y aunque acomodó la manta que cubría la parte superior de su cuerpo no pudo conciliar el frío que se hacía más presente. Parpadeando, caminaba sin sentido, con el fusil colgando en su espalda y la nieve cayendo en la oscuridad. Sus manos estaban congeladas, pero al ver aquella pequeña fuente de luz al fondo de la trinchera liberó un suspiro de alivio y empezó a trotar hacia aquella pequeña luz. Al entrar en dicha habitación, vio a su amiga, durmiendo plácidamente con el casco tapándole el rostro, dejando al descubierto sus labios pálidos. Dejando el fusil en la pared, acomodó sus lentes mientras dio otro vistazo, esta vez al muchacho de la pierna entablillada, quien al abrir los ojos le miró con una risa.

— Eh, qué tal la búsqueda. —dijo Derek mientras se inclinaba a un costado de la hamaca para poner ambos pies al suelo

— No lo he encontrado, y ya ha pasado mucho tiempo.

—Una pena... ya estaba olvidando lo que era un cañón en mi cabeza.

—Imbécil—respondió Pierre, frunciendo el seño.

—¿Y sabes por qué está tan frío afuera?

—Está nevando.

—¿Estás jodiendo, verdad? 

—Es en serio, imbécil —dijo Pierre mientras se sentaba en la caja al lado de la lámpara de gas —, el clima está totalmente aleatorio... es decir, sí, se estaba acercando el invierno pero el modo en el que ha ocurrido no ha sido normal... es bastante denso, más que en otros días.

— Lo único que sé es que este frío está congelándome los huevos —dijo Derek, viendo en la otra hamaca a Anna, quien estaba recostada con una frazada y tiritando de frío

— Pareces un pobre hombre poseído con lo que tiritas.

—Tu lo has dicho. —Derek agarró del suelo su fusil Máuser, usándolo como bastón al levantarse y yendo a la caja del medio, el cual estaba parcialmente sepultada por la tierra.

— ¿Y bueno, qué haremos?

— Lo de siempre... esperar. —Sacando un pedazo de tela de su chaqueta con los dientes, Derek masticaba mientras dió otro vistazo a Anna, y entonces suspiró.

— ¿Esperar? —dijo Pierre agitando la cabeza—, si esperamos muchos nos congelaremos. Ella ya debe estar entumecida... pobrecita, y mírate, ahora estás más pálido que antes.

— Y a ti te veo igualmente más pálido. Te ves mejor así.

— Ándate a la mierda —respondió con una mueca Pierre mientras sus dedos giraban la perilla de la lámpara de aceite. Al ver que no tenía cambios de intensidad, él mufó. Derek se quedó mirando a Pierre girando la manilla, pero perdió el interés, así que miró nuevamente a Anna, quien estaba temblando del frío. Suspirando, empezó a frotar sus manos a un ritmo frenético, al punto que sentía que estaban quemando su piel. Con una mano se metió dentro de la gruesa chaqueta de Anna, sintiendo su cuello helado en la yema de sus dedos. Pierre entonces miró lo que hacía Derek y, en una reacción impulsiva, se levantó de la silla con los puños apretados. El alemán al ver eso levantó su otra mano mostrando la palma mientras miraba a Pierre de vuela, a la vez que acariciaba lentamente el cuello de Anna.

— Oye, ¿por qué tan embrutecido, eh? —dijo Derek mientras su mirada nuevamente yacía ante la muchacha.

— No toques a una mujer así —replicó Pierre mientras su rostro se deformaba por la ira—, guarro de porquería.

— ¿Ah, que no toque a tu mujer así? —respondió con una sonrisa Derek. Pierre apretó los puños en respuesta.

— Déjala, o saldrás sin una pierna y con la otra-

VerdúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora