Niebla - Caza

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Alzaron ambos la vista al cielo mientras el pitido incrementó de intensidad. Derek, aturdido por el agudo sonido, alzó ambas manos a sus oídos, tapando sus orejas. intentando sin éxito que dicho sonido aminorase. Anna, aprovechando dicha oportunidad, pudo liberar una mano y con ello dio un puñetazo en la entrepierna del muchacho, el cual gimió y se retorció en el suelo. Ella se incorporó y, a regañadientes, dio una patada en la cabeza al Derek antes de correr hacia el sur despavorida, dando un último vistazo antes de agitar su cabeza y detenerse. Tras correr hasta alejarse unos metros, miró hacia atrás y, sorprendida, pudo ver un soldado se acercaba al muchacho, mientras Derek, adolorido, yacía en el suelo, intentando levantarse. Sin embargo, una patada directa en el rostro del muchacho le hizo caer al suelo como un saco de arena; Anna se detuvo en ese momento, y su única reacción fue mirar a éste, quien empezó a reírse a todo pulmón.

— ¡Mira lo que nos encontramos por acá, conseguimos uno fresquito acá! —gritó el hombre mientras lo arrastraba por el suelo por sus manos. El aspecto del hombre hizo que Anna hiciese una mueca de asco, y es que los ojos desorbitados del tipo, el uniforme roído y desaliñado, la suciedad de su agrietado y magullado rostro y en especial  la gran sonrisa que parecía estar congelada en sus labios, le dieron una terrible impresión de en qué estado mental estaba en aquel momento.

El hombre, mientras tanto, miró a los lados de la trinchera pero no veía algún salón de suministros o curva la cual podría aprovechar, mientras escuchaba al hombre cantar: "¡Oh, hemby-demby, tres codornices volando!; ¡pow, himby-dimby, uno al suelo y otros dos llorando!; ¡pow, homby-domby, otro perece y el último escapando!; ¡pow, humby-dumby! ¡Tres codornices que ahora estoy cenando!"   

Viendo que sí o sí notaría su presencia, ella entonces intentó ir paso a paso hacia atrás, pero entonces pisó un pedazo de madera rechinante, haciendo que el hombre pegara un grito; ella reaccionó con ambas manos en alto, inmóvil. Él, sin embargo, al verla simplemente se rió ante la situación.

— ¡Dios mío que me has dado un gran susto! —dijo mientras soltaba al muchacho, dejando sus brazos caer al suelo—, con esos brazos en alto me acordabas a un oso, a un gigante o algo así.

—Si... —respondió soltando una risa incómoda Anna— bueno, en realidad pensé que era mi fin así que me entregué a la vida.

—Pues mal lo hiciste, porque con ese gesto asustas hasta el escocés más borracho y gruñón de todos —dijo el hombre y soltó una carcajada que hizo que Anna riese nerviosamente mientras parecía que los ojos del tipo iban a salirse de sus cuencas en algún momento—, oh, no deberías hacer eso, pues si no fuese por ese muchacho ya te hubiese em... no sé, es obvio, ¿no?. 

—Si... hehehe — dijo fingiendo una sonrisa mientras miraba a Derek con sangre en sus labios producto de la patada—. En fin... donde... ¿donde lo encontraste?, ¿al muchacho?

—¿Él?... ¡ah, me lo encontré ahora!, vaya, menudo lugar para encontrar a un alemán así de fácil... prisionero o despavorido, no lo sé... en realidad todo es tan extraño acá, pero se agradece. Los milagros ocurren tan pocas veces; dios, ¡me siento bendecido!

— Si... extraño —dijo Anna, tomando una actitud más pasiva.

— ¡Ah! —exclamó mientras miró hacia atrás viendo al chico inconsciente, y agarró ambos brazos nuevamente al darse cuenta que los había soltado antes—, ¡Qué descuido, señor!... bueno, no he visto a nadie más en la trinchera excepto tú así que-

— ¿Cómo que nadie más?— respondió preocupada Anna.

—Bueno... mhh... —murmuró sonriendo mientras sus ojos inspeccionaban a Anna de las botas al casco, la cual reaccionó con un escalofríos— vengo de arriba, de la zona de artillería y... no he visto a nadie más excepto a tí y a este muchacho. Realmente ahora que me doy cuenta... ah, no importa, hay que divertirse ahora, ¿verdad? —. El hombre señaló el cinturón de ella—. ¿Eso es una granada?

—Uhh... —miró hacia su cinturón y vio que, efectivamente, llevaba una granada en su cinturón. Ella sudó frío mientras sólo pudo asentir con la cabeza.

—Bueno ehm... mira, a mí me gusta mucho divertirse y... bueno, ¿no has oído de Julio Verne y sus viaje a la luna?... oh, claro, no lo has escuchado; bueno, tras leer ese libro pensaba... em..—el hombre divagaba en su vista mientras Anna miraba a Derek con terror en sus ojos —, ya sabes, eso de volar en el espacio y cosas así... ¿te parece enviar a este bastardo a la luna?.

Ella retrocedió un paso y el soldado inclinó su cabeza al hombro, mirando con los ojos abiertos a ella —¿Qué sucede? —dijo mientras soltaba una mano del muchacho.—, ¿no querrás no prestarme esa granada, verdad? Anna miró cómo Derek parpadeaba mientras el soldado seguía acechándola.

— ¡Nu-nunca dije que no, jeje! —respondió ella mientras veía al muchacho alemán mirar arriba hacia el soldado, sacando de su chaqueta un cuchillo—, sólo es que... no se debe malgastar una granada así...

— ¿Malgastar? —replicó mientras miraba a Anna con una risa en sus labios y con sus ojos desorbitados—, ¡para nada!, ahora si me disculpas, me gustaría reit-

Los dichos del soldado fueron interrumpidos con el filo de un cuchillo penetrando su bota y enterrándose en su tobillo mientras cayó estrepitosamente al suelo con un grito desgarrador. Ella, en shock, miró cómo Derek, con ojos rojos de ira, mantenía el cuchillo en los pies mientras resistía las patadas del soldado que se acurrucaba en el suelo chillando de terror. En una reacción rápida, el soldado le dio una patada en la mano del muchacho, soltando Derek el cuchillo, y con un salto intentó agarrar la granada del cinturón. Ella, con un salto hacia atrás mientras veía la escena aterrorizada, sus ojos se abrieron mientras vio cómo no sacó la granada, sino sólo el seguro.

Cinco, ella miró cómo la granada sin seguro estaba en su cinturón, mientras el soldado caía estrepitosamente al suelo. Derek regañó mientras saca el cuchillo del suelo que había tirado el soldado.

Cuatro, Derek se puso de rodillas y empezó a gatear velozmanete, mientras Anna intentaba sacarse la granada del cinturón. El soldado, colérico, intentó incorporarse sin mucho éxito, tomándose la pantorrilla suya húmeda por la sangre.

Tres, Anna pudo sacar la granada de su cinturón, mas sólamente . Derek, mientras, seguía gateando y ya había alcanzado a Anna cuando un disparo sonó en el aire. Él tropezó mientras Anna veía al hombre con una Mauser C96 en sus manos, descargando otro disparo que llegaría a uno del enchapado de madera.

Dos, otro disparo y éste rozó el casco de Derek, desviando el tiro al cielo, haciendo que el chico se estremeciese y cayese nuevamente. Anna parpadeó y, con la granada en la mano, la tira con los ojos cerrados, llegando atrás del soldado, sín que éste se dé cuenta.

Uno, Derek se mantenía en el suelo, agitando la cabeza. Anna, a pocos metros de él, en una reacción inmediata lo tomó de sus brazos y le arrastró varios paso más. El soldado intenta levantarse, con la pistola en alto para poder apuntarles y así dar un último disparo. Sin embargo, no alcanzó a apretar el gatillo.

Un estallido suena a la distancia y Comstock parpadó mientras se da cuenta que estaba hace un buen rato estático en medio del camino. — ¡Pero qué alemanes más hijos de puta! —exclama mientras empieza a trotar hacia el norte a un paso acelerado, respirando agitadamente mientras esquiva los orificios de la tierra, en medio de la niebla que envolvía el lugar en un silencio y soledad fuera de la normalidad.Así es como él súbitamente es obstaculizado por una figura humana que le intercepta y detiene su marcha a seco, rebotando y dando unos pasos atrás mientras el otro apenas se inclina hacia atrás. Cuando miró atentamente a qué o quién era la causa del chocque, Comstock agitó su cabeza mientras abría los ojos, mirando la sonrisa de un hombre que denotaba más el bigote que adornaba sus labios y los pómulos abundantes acordes a su redonda cara.

— ¡Jajaja! —rió mientras ofrecía su mano a Peter, el cual agarró inmediatamente—, ¡me estás mirando como si estuvieses parado ante un fantasma, viejo escocés gruñón!

VerdúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora