A medida que caminaba, sintió que el frío se filtraba adentro de sus botas y congelaba sus pies. Tras un suspiro, Comstock suspiró en medio de la oscuridad, en medio de la lluvia, sólo iluminado por la pobre luz que nacía de su boca. Siguió con sus ojos pegados al oscuro horizonte, en medio de un abismo tranquilo y a la vez letal; un abismo en donde parecía que se respiraba aire, pero en cualquier momento esta podría acabarse en un abrir y cerrar de ojos. Las gotas caían en su cuerpo, y suspiró. Eran los únicos proyectiles que se permitía recibir.
Paró su marcha en el terreno baldío y lodoso de la zona de nadie al ver al horizonte unas luces que se distinguieron a la distancia. Pequeñas luces se acercaban mientras sus ojos se abrieron como dos focos gastados, y cuando se dio vuelta para correr, chocó súbitamente con un cuerpo al frente suyo. Un gemido se escuchó y él intentó desenfundar, pero su mano quedó paralizada en el bolsillo de su chaqueta al reconocer quien estaba delante suyo. Parpadeó, y se limpió los ojos, pero aún seguí la figura familiar al frente suyo, una que se dio vuelta y sonrió, diciendo estas palabras:
— ¡Pero si no es mi querido Gruñón Escocés!
—¡¿Cha-charlot?! —Comstock escupió el cigarro de su boca, dándose cuenta que él tenía un farol en su mano izquierda.
—¡Hey!, ¿porqué actúas tan raro?
—¡¿Y qué haces acá tú?!, deberías estar cuidando a la niña en la habitación.
—Lo mismo digo —dijo Charlot negando con la cabeza.
—Hey, ya está a salvo y con su chico.
—¿Lo has encontrado? —Charlot tomó un hombro con su mano derecha, con una sonrisa—, ¡que gran noticia!, ¡me gustaría ver la cara de aquella muchacha!
— Sí, bueno.... en realidad lo confundí a primeras con un soldado alemán, así que casi le maté, pero sólo fue una herida en el hombro.
— Dios... deberías calmarte —respondió con una carcajada—, agradezco que fallaras por primera vez en tu vida.
—Claro, cla... En fin —dijo Comstock mientras apartaba la mano de Charlot—,pregunta, ¿y de adonde has conseguido ese farol?
—Bueno —Charlot miró el farol por unos segundos y después suspiró—, es complicado de decir, apareció de la nada y... bueno, como estaba oscuro, lo tomé y ahí está.
Comstock dio un vistazo alrededor, y vio la zona de nadie, las trincheras de ambos bandos, todo alrededor suyo plagado de luces que se iban al norte.
—¿Qui-quienes son esos? —vociferó Comstock.
—Deben ser los demás. No sé, no... no sé exactamente.
—Es una locura, Charlot.
—Creo lo mismo... ¿oye, por qué no vuelves? —Charlot dió una palmada en el hombro a Comstock, éste reaccionó golpeándole en el casco. Ambos rieron por un segundo.
—Seh... creo que debería verlos otra vez; no es buena idea dejar abandonados a estos cachorros, ¿verdad?.
—Claro que sí—dijo Charlot, riéndose posteriormente—, en fin... la chica... ¿está bien?
—Sí, pero dijo que había ocurrido un derrumbe y nada más.
—Oh, gracias a dios que ha sobrevivido... bueno, hize lo que pude para sacarla de ahí, aunque en mi caso no tuve la misma suerte, pero-
—Espera, espera espera un momento —interrumpió Comstock, mirando de reojo a Charlot—, ¿Cómo que no tuviste la misma suerte?
—El suelo empezó a quebrantarse. Empujé a la niña y... de ahí no sé, sentí un peso enorme encima, y...
En dicho momento Comstock enmudeció. Dio un paso atrás mientras miraba a Charlot, expectante, su mano cerca de la funda.
—Hey... estas jodiendo, ¿cierto?
—¿Dirás que? —Charlot dio un paso adelante; Comstock respondió con otro atrás.
— Si sigues con ese cuento te juro que te partiré la boca con un puño.
—Espera, no sé lo que sucede.
—Un paso más y te juro que te arremeto una hostia en la cabeza...
En ese momento Comstock presenció algo que lo dejó atónito. El rostro de Charlot lentamente se agrietaba y palidecía, llegando a ser como si de una máscara de porcelana fragmentada se tratase, saliendo polvo de las grietas. Comstock se inundó de terror y desenfundó rápidamente su revolver, descargando todas las balas al cuerpo del francés; cada bala impactó en el cuerpo de éste, pero dichos impactos no hicieron retroceder en ningun momento al francés. Comstock, paralizado por el terror, vio polvo saliendo de dicho orificio y viéndole desvanecerse como si hubiese disparado un saco de arena, la linterna cayendo al suelo, aún prendida. Deformado, el rostro de quien era Charlot le miró y sus agrietados labios se movieron.
—Con que... claro —El cuerpo agrietado y deformado de Charlot intentó levantarse, pero el peso de la tierra en las piernas no le dejó incorporarse totalmente—. Yo también reaccionaría así.
—Charlot... —dijo Comstock mientras su cuerpo tiritaba.
—No te preocupes, es natural... son como son las cosas —Vio cómo su propio cuerpo se desvanecía y suspiró—. La luz... llévala. No sé, pero creo que es la clave para sacarte de aquí. No sé, todo esto es... hehe, muy raro.
—No di-dijas esas co-cosas, mierda. —Empezó a retroceder lentamente mientras recargaba su revolver.
—Una luz al fin... después de tanto sin sentido... protégelos Comstock... que la nevada puede ser cruel... que nosotros somos crueles... —Apuntó su pistola en el rostro agrietado de Charlot, que le miraba con ojos negros como la oscuridad de la noche, la linterna que cada vez perdía luminosidad. La lluvia lentamente perdió fuerza mientras las otras siluetas seguían caminando hacia el norte.
—Comstock... ¿recuerdas a Charles, a Phillips, Gulliver, Otto?... no, no creo. Ellos... no sé, siento como si estuvieran aquí. —Presionó el gatillo con fuerza, pero por alguna razón el arma no disparó.
— No te preocupes... no es tu culpa, es la culpa de todos... siento que no habrá marcha atrás... siento que no habrá espacio para el perdón o la misericordia ahora... —Seguía apretando el gatillo sin éxito. En el cielo sólo unas gotas caían, y el aire se volvía más helado.
—No habrá mañana mejor.... sólo habrá más de esto... más polvo, más tierra, más sangre... —Vio con terror cómo de los oscuros ojos de Charlot salía un líquido oscuro y rojizo, mientras la cara se agrietaba más, tierra ahora saliendo de sus orejas.
—Protégelos de nosotros, Comstock... no sobrevivirán a esta calumnia... solos no podrán. Al alemán... también. —Al despegar sus ojos de él, se dio cuenta de que la lluvia había cesado, y que el viento estaba más helado de lo que ya era. Las luces que estaban alrededor iban apagándose lentamente, y al ver el farol se dio cuenta de que perdía su intensidad de manera lenta y gradual.
—Curioso, ¿no?, todo esto es muy curioso... que.... curioso... —dijo el rostro de Charlot antes de que se desvaneciese en tierra y polvo. Solo ahí Comstock pudo sentir el estruendo de su revolver disparando directamente al montón de tierra, viendo solamente un casco abollado y un uniforme manchado de tierra y sangre. Comstock caminó adonde estaba la lámpara, el fuego quedándole escasos segundos de vida. Él sacó un cigarro de su chaqueta y encendió su cigarro con dicho fuego, antes que se extinguiese. Lo único que pudo atinar después fue tapar su rostro agrietado por las arrugas mientras de sus ojos caían brillantes lágrimas que congelaban sus pómulos.

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Verdún
Ficción históricaLuego de años de llanto y quebrantos, espera y locura, finalmente los hombres de las anegadas y desoladas trincheras de Verdún deciden tomar sus fusiles y machacarse los unos a los otros. En medio de la hecatombe, un pequeño grupo se pierde tras un...