La oscuridad lentamente inundó las trincheras, y ya poco o nada de vida quedaba en medio de ellas. La niebla, fuente de incertidumbre, se desvaneció con mayor rapidez, haciendo más visible no sólo el deterioro de la trinchera frontal tras el último ataque, sino la extraña paz que hubo en medio de ella. Todo lo anterior, desde los cadáveres completos o parciales de los soldados, el agua manchada con sangre, incluso los escasos restos de comida o de colillas de cigarros parecían haber desaparecido, limpiados por la lluvia que caía a mayor velocidad e intensidad, o tal vez tragados por el lodo ocasionado por esta y la tierra molida.
Pero, bajo este desolador contexto, lo más extraño fue la actitud de aquellos que aún vivían y se podían mover dentro de la trinchera, todos desorientados, cansados, ansiosos de salir, pero a la vez temerosos, inconscientes del poco peligro que presentaba la trinchera en sí, más allá del mortero y las balas. Unas carcajadas rompieron el silencio dentro de una habitación alumbrada, una sombra pequeña se movía al sur con sus manos juntas pidiéndole a Dios sabiduría; un fusil que se alzó una y otra vez, cayendo al suelo seguido de unos pies que se arrastraban , la respiración agitada de un hombre que empañó sus gafas.
La lluvia cayó cada vez con mayor fuerza, mientras los mortales se aferraban entre la vida y la muerte.
Derek caminaba a duras penas en medio del fango; su pierna no respondía como quería al moverla, por lo que se apoyó con el rifle para acelerar su ya lamentable marcha, con los ojos fijos al horizonte, buscando un montículo donde podría subir hacia el otro lado, aún si no podía ver nítidamente producto de la falta de luz. Contrario a la dirección de Derek, el muchacho de anteojos corría hacia el sur, desorientado, buscando algún punto de referencia en dónde poder detenerse, tomando como guía su memoria tras oír la explosión tiempo atrás. Poca grata fue su sorpresa cuando escuchó los pasos pesados de Derek caminando, por lo que frenó bruscamente, con su mente nublada por el terror y sus ojos clavados a la curva al frente suyo, suponiendo que el sonido provenía del otro lado de esta.
Al escuchar el siguiente paso, su reacción fue inmediata. Cogió el fusil Mauser que llevaba desde su espalda y apuntó al frente. — ¡Alto! —exclamó, y entonces hubo silencio.
...
— ¡Estoy herido! —respondió Derek, mirando la intersección con los ojos abiertos, sin parpadear, esperando una respuesta desde el otro lado de la curva. Respiraba lentamente.
— ¡Ven acá entonces! —gritó el chico de los lentes desde el otro lado, dando unos pasos atrás de la curva.
— ¡Mi pierna está fracturada! —.Derek mordió su labio inferior.
Y entonces un silencio...
Unos pies avanzaban lentamente a la curva, ¿Qué se encontraría al otro lado?. ¿Un soldado francés? ¿Un espía alemán? ¿Sería un muchacho, o un anciano? ¿Sería una emboscada? ¿Sería acaso alguien fuera de juicio? ¿Sería la misma muerte, o un lacayo suyo? Duda, todo era duda, y la lluvia caía sin piedad. Cada fracción era eterna tortura, de terror expectante, mientras el índice tiritaba, abrazando al gatillo con nervios, esperando que no reaccionase, que no demostrase su poder... entonces cuando ambos ojos se cruzaron, la expectación alcanzó su clímax.
Derek vio los ojos castaños del muchacho al frente suyo, cuyos labios abundantes sobresalían sobre sus ojos pequeños y su piel se confundía con la oscuridad presente. Acomodó su fusil a modo de bastón mientras sus ojos se deslizaban al cañón que le apuntaba.
— ¿Puedes parar de apuntarme? Ambos estamos en las--
— ¡Cállate! —Imploró el chico de lentes mientras sus piernas temblaban— ¡N-no estamos en el mismo bando!
—Oh... —.Derek negó con su cabeza—, y bueno, ¿Qué drama planteas que me sigues apuntando?
— ¡Cállate! —gritó y su dedo índice empujó el gatillo, haciendo que ambos abrieran la boca. Más fue su sorpresa al ver que sólo un clic sonó, haciendo que el de lentes temblase más mientras Derek arqueaba una ceja.
—Eso es... lamentable —.Él no pudo resistir y soltó una risa de sus labios.
—Mi-mira... podemos hacer u-un pacto —tartamudeó mientras se acercaba a él, apuntando la bayoneta a su cuello—, tú me ayudas a encontrar a alguien y haré lo que pueda con tu pierna.
—Pienso que tu trato es una mierda —respondió Derek con una mueca—, por si no eres ya demasiado ciego mi hogar está al otro lado de la trinchera. ¿Quién eres tú para decirme tales cosas, esclavo?
—N-no —.El muchacho acercó más la bayoneta—, lo siento co-con mi alma, pe-pero yo tengo ventaja acá.
—Está bien —.Derek suspiró—, vamos, ¿Pero puedes cargarme?
—Lo siento —respondió el chico de lentes, y pasando el filo a la chaqueta de Derek, movió su cabeza, indicando el sur. Agitando su cabeza, el alemán dio la vuelta y empezó a caminar en la dirección contraria, en una lenta y agónica marcha, mientras la lluvia perjudicaba el camino, ya cubriendo parcialmente la suela de sus botas.
Cada minuto que pasaba era más frio, más violento, más oscuro. Anna caminó sin rumbo entre la trinchera, en una marcha lenta que recordaba las antiguas y largas caminatas con el Padre Molineux a la cruz de madera en medio del bosque. Sus manos iban juntas, sus ojos cerrados, los labios entre los dientes y una sola dirección: al sur. La lluvia caía, el camino era más lodoso y oscuro, pero ella parecía estar en calma. La muerte de Antoine, la posible de Pierre, el loco que casi le mata, el alemán... el alemán, eso era lo que más le desconcertaba; pero no podía pararse a pensar en eso ahora. La tempestad era inminente y debía buscar refugio, por lo que con un amén ella finalmente abrió los ojos y empezó a trotar, acelerando su marcha, en medio del oscuro atardecer.
Mientras más corría la adrenalina subía más los pitidos volvían a sonar en el aire los sentía al lado suyo y el fuego nacía de la tierra y bang uno cayó a su lado y sintió un grito ahogado por las llamas que quemaron carne y hueso y otro más vio el fuego fuego purificador de las pobres almas vio a satanás oh satanás envuelto en llamas oscuras y olía a azufre y sonreía y lloraba y sonreía de placer y lloraba de alegría y ella sintió miedo mucho miedo su cabeza iba a explotar y vio en las garras de la bestia a pierre su cabeza oh su cabeza cercenada destrozada irreconocible sus lentes colgando de sus cuencas vacías y satanás reía y Anna lloraba oh dios ella lloraba como nunca y cada vez iba más rápido y veía a una mujer a un hombre el hombre la sujetaba con fuerza y un golpe en su estómago un golpe en su estómago y ella lloraba y otro hombre apuñalaba el rostro de otro el rostro del otro completamente destrozado cercenado las el globo ocular mostrándose ante la risa colérica del soldado de los soldados de todas espas partes volando esas partes mirándola al alunísono y sentía el dolor y sentía su dolor la desesperación el llanto la ira la muertey ella sólo quería morir dios sólo morir y una explosión sonó y el golpe le penetró la carne y ella calló al suelo y todo se ennegreció oscuridad... oscuridad...
Oscuridad
— ¡Hey! —Gritó una voz ronca— ¡Tenemos a un soldado herido acá!
— ¿Y qué harás? ¿Dejarla de adorno? ¡Tráelo acá mierda! —gritó otro desde una habitación.
— ¡Es una chiquilla! —. Su voz tembló de conmoción.
— ¡Me cago en Dios! ¡Tráela acá! —respondió a gritos el tipo de la habitación.
— ¿Quién carajo contrata a los niños acá? ¡Peor, a chiquillas! —. Sentía que la llevaban dentro; un chirrido agudo sonó y ella sintió el calor de una lámpara.
—Los reyes no les importa ni mierda, ¿Alguna bala o rasguño? —respondió la otra voz; madera crujiendo.
—Nada de eso, parece que fatiga —dijo la otra voz mientras ella sentía que su cuerpo entero colgaba de una tela.
—Pues es obvio. El peso de una guerra es demasiado en ellos —. Su voz se alejaba.
—Al final pagamos nosotros, pero sobre todos ellos, ¿verdad? —La otra se alejaba más, y poco a poco sentía un vacío en su cabeza.
—Toda la razón... toda la razón... Dios —. Sus sentidos se apagaron.
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Verdún
Historical FictionLuego de años de llanto y quebrantos, espera y locura, finalmente los hombres de las anegadas y desoladas trincheras de Verdún deciden tomar sus fusiles y machacarse los unos a los otros. En medio de la hecatombe, un pequeño grupo se pierde tras un...