Niebla - Dos Siluetas

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» Dos siluetas se mueven en medio de la niebla, dos cuerpos perdidos que caminan sin rumbo en las trincheras de Verdún. Un muchacho alemán, marchando con su voz rasposa y desagradable, la actitud de un bruto y por si no es suficiente un genio de aquellos... y yo, atrapada en este lugar maldecido por dios. Todo ha sido bastante raro, no oigo balas o explosiones, mas el silencio de mis pisadas y las suyas, que me ponen los nervios de punta cada vez que se acerca hacia mi lado y veo sus ojos azules que, por dios, dan una terrible impresión...
Pero eso no ha sido lo peor... ya han sido dos las veces que he pensado en Pierre... pero mientras uno sabía que era un sueño... el otro...
Dios mío, ave maría purísima, sin pecado concebida. Espero no estar loca «

Anna jadeó, viendo al frente suyo a Derek, sentado en el piso y fumando al otro muro de la trinchera, con el casco que parcialmente le tapaba sus ojos; ella retrajo sus piernas mientras veía él el diario en su regazo y en su mano derecha un bolígrafo cuya punta plateada estaba manchada con algo de tinta. Al notar tal detalle,  Derek suspiró y acercó su rifle Mauser, sacando con la mano izquierda en el bolsillo del pecho un pañuelo de algodón sucio y empezó a pasarlo en el cañón en silencio. Anna miró al muchacho nerviosa y detuvo su escritura.

— ¿Cómo llegas hasta acá? —dijo Anna mientras frotaba el bolígrafo en el paño, su mirada clavada al alemán..

—Limpio mi cañón—respondió calmado Derek, inhalando un poco del cigarro.

— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo, imbécil? —replicó con cólera reprimida Anna, mordiendo su labio inferior—, ¿cómo puedes estar tan tranquilo después de que mataste a un hombre?

—Eras yo o él. La elección se dio por sí solo. —dijo el alemán, apoyando la cabeza al enchapado de madera después de expeler el humo con su boca.

—Mejor para ti...  imbécil, ¿cómo te equivocas de trinchera, sinvergüenza?, ¿qué tipo de bastardo eres como para eliminar así la vida de alguien? —. Anna frotaba el bolígrafo con más fuerza.

 — ¿Por qué entonces no hiciste nada? —respondió Derek; guardó el pañuelo en su bolsillo nuevamente y dejó el rifle en su regazo—. A ti se te soltó la granada. Si no fueses por la falta de agallas, hubieses dejado que me matasen, total estaba con una pierna rota y todo.

—No quiero hablar de eso... espera —dijo ella, deteniendo su faena mientras miraba a Derek alzando una ceja—, ¿dijiste que te rompiste una pierna?

—Me la pude arreglar —dijo Derek y asintió con la cabeza—, pero no sé si pueda correr más realmente.

—Al menos tus agallas concuerdan con tu genio —comentó Anna sin antes reírse de su comentario.

—Y tú la muy cobarde me insultas así de gratis —dijo Derek mientras nuevamente inhalaba de su cigarro—. No importa, no me sorprende de la gente de su calaña, que no hacen nada para cambiar lo que está pasando en este momento—Anna abrió los ojos y detuvo su lectura, mirando a Derek con cólera—... lo más seguro que estés rezándole a Dios o algo por el estilo... Lamentable.

 Ella se puso roja de ira y con un salto se puso de pie, sin poner atención al diario entre sus piernas, que cayó a la tierra húmeda. Anna chilló al ver el diario y con un movimiento rápido la sacó del suelo, empezando a limpiar el lodo y la tierra en las hojas. Derek esbozó una risa, pero una patada en su tobillo izquierdo lo hizo cambiar a un chillido de igual manera; él intentó moverse adelante para cargar, pero el dolor le hizo caer al suelo mientras ella le daba una patada de gracia en sus costillas.

— ¡Jamás hables así de dios, malnacido! —gritó Anna mientras miraba las hojas con un sentimiento de rabia y angustia. Derek seguía retorciéndose en el suelo mientras agarraba ambas manos en el tobillo. Ella le miró otra vez y a la par de que veía el rostro desfigurado de Derek, por el dolor que estaba sufriendo, ella cada vez más cerraba sus ojos y agitaba su cabeza. Un suspiro y ella se puso de rodillas al lado de él, con las palmas abiertas acercándose lentamente a Derek.

—Hey, ¿e-estás bien? —dijo ella y vio entonces el tobillo de Derek más levantado de lo normal, formándose un bulto en el medio. Ella jadeó y apartó la vista, tapándose la boca mientras reprimía unas lágrimas que salían de sus ojos. Ella volteó para ver la pierna otra vez y empezó a acercarse a Derek mientras ponía sus ojos ahora en su rostro, que expresaba dolor pero no de la misma manera descarnada como antes. —N-no te preocupes... creo que sé cómo tratar esto —habló Anna mientras acercaba sus manos lentamente al tobillo malherido. Cuando sus manos agarraron el tobillo, ella la empujó con fuerza, liberándose un crujido que a ella le hizo retroceder un poco y a Derek gritar de dolor.

Ella miró a la pierna y la vio tan plana como antes, al menos superficialmente, y agarrando su fusil ella enterró la bayoneta en el enchapado de madera de la trinchera, y como una palanca empezó a romperla. Cuando ella logró sacar un buen tablón, ella la partió en dos con la ayuda de su rodilla, sin antes gemir un poco al sentir la presión de ésta, y con el cordel de su bota ella apretó fuertemente las dos tablas en la pierna de él, creando un entablillado en la pantorrilla. Al ver el rostro de Derek, se le veía igual de desfigurado por el dolor, aunque esta vez respirando hondo. Ella entonces empezó a empujar el cuerpo de él hasta dejarlo estirado en el suelo con los brazos arriba de su cabeza y las piernas juntas. Desabrochó la correa que llevaba el fusil del alemán y abrochó ambas manos con la correa y la puso estirada hasta su hombro, agarrándola con ambas manos.

— ¿E-Es en serio?! —exclamó Derek al notar sus muñecas apretadas por la correa.

—Que me das pena y debemos buscar un lugar seguro —respondió Anna con un suspiro. Empezó a tirar pero apenas movía a Derek, mientras él gemía nuevamente. 

— ¡Deja de hacer eso, mi-mis muñecas por la mierda! —exclamaba él mientras apenas ella podía moverse algunos centímetros. Finalmente ella cayó de rodillas y empezó a recuperarse mientras él agitaba la cabeza y miraba donde estaba su tobillo.

— ¿Y esto? ¿Me has entablillado? ¡¿Es necesario inmovilizar mis manos?!, ¡sueltame, puta! —exclamo en el suelo. Derek Intentó inclinarse hacia adelante y tiró de la correa, haciéndole que ella se le escurriese la cuerda de sus dedos, doblando un pulgar más de la cuenta. Ella empezó a sollozar mientras Derek, ya con la parte superior levantada, giró la cabeza hacia atrás y vió a Anna dándole la espalda, mientras podía oir su gemido leve; él empezó a arrastrarse lentamente hacia la muchacha, apretando los dientes.

Cuando él llegó hacia la espalda de ella, se mantuvo de rodillas por unos segundos... Sus ojos entrecerrados escondidos por su casco parpadeaban mientras una ráfaga de aire empezó a correr en la trinchera. Ella entonces se dio la vuelta, mostrando sus ojos entrecerrados y verdes irritados por las lágrimas y una risa apagada que se había congelado en su rostro; entonces ella estiró las piernas mientras las abría para no interferir con el cuerpo de Derek, deslizando sus brazos entre los de él hasta su pecho y apoyó la cabeza con el casco de él, sus labios topándose con el plástico arrugado del su casco. "Pierre, vuelve acá Pierre" decía Anna mientras abrazaba a Derek. Éste, congelado por la reacción de ella, agitó su cabeza hacia atrás, y con ambas manos la empujó afuera de él, desestabilizandola y haciéndola caer de costado al suelo. Por unos momentos, el alemán apretó sus manos para prepararse y luchar; sin embargo, al pasar varios segundos, seguía escuchando a ella decir dichas palabras... atónito, el alemán se limitó a verla de la distancia, escuchando la frase de Anna que se repetía una y otra vez, esta vez con ambas manos juntas.

VerdúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora