Abrió los ojos lentamente envuelta en una manta, y vio que él estaba acostado al otro lado de la habitación mientras un olor a carbón se sentía en el aire. Ella agitó la cabeza mientras se levantaba de su cama y sus ojos quedaron fijos en la puerta de salida al frente de ellos el cual emanaba un calor anormalmente acentuado. Liberando un gemido, miró al lado suyo y agitó desesperadamente a un muchacho, el cual reaccionó de manera errática, levantándose y yendo hacia la puerta, abriéndola y saliendo de la pieza, cerrándola mientras pudo ver una luz amarillenta acrecentándose. Sentía que el olor del carbón era insoportable y temió asfixiarse, pues el aire ya a ese punto era irrespirable.
Entonces, abrió nuevamente la puerta.
La visión del fuego expandiéndose hizo que su piel se erizara, y vio cómo esta empezó a extenderse como una neblina adentro de la habitación; con desesperación gritó, pero éste fue ahogado por aquel humo negro que empezó a entrar en su nariz y boca; sentía el ardor que se expandía en la garganta, y empezó a toser, tratando de respirar, pero su vista empezó a nublarse, y, sin tener conciencia de lo que estaba pasando estaba arrodillada, viendo una sombra acercándose a ella, una sombra que se desenvolvió como el humo y yació en frente de ella, mientras sentía el calor abrasándola, y sintió, más que dolor, tranquilidad. Lo último que vio fueron las llamas expandiéndose en su cuerpo, cerrando sus párpados para entrar en la oscuridad
Él entonces la miró; un cuerpo inerte envuelto en llamas mientras que sentía el crujir de la madera quemada; náuseas y un mareo que lo tenía al borde de la inconsciencia. Con sus últimas fuerzas corrió hacia una escalera, pero se tropezó y rodó, cayendo abruptamente. El mundo se movía y sentía que apenas podía respirar; sintió algo agarrándole y llevándole afuera, pero sentía que tenía que quedarse, que tenía que quedarse; el aire se tornó fresco afuera, pero podía ver las llamas extendiéndose por el techo y tenía la sensación de entrar, de entrar y recogerla, de salvarla, pero no le importó, pero no le importó y tenía que quedarse, y entonces al sentirse a salvo cayó, y sólo quiso respirar, y sólo quiso respirar.
Anna entonces sintió un movimiento en las piernas de Derek, y ella sacó la cabeza de su regazo mientras lo veía agitándose en sueños, sus ojos apretándose y sus piernas moviéndose como si intentase gatear. Él abrió de súbito los ojos y con un grito ahogado, retrocedió y pegó su espalda contra la muralla, el espanto reflejado en su mirada; mas al darse cuenta, se recomponía nuevamente en la cama mientras suspiraba; ella, en cambio, se sentó al lado de él y apegó su muslo con el de él, el calor humano sintiéndose en ambas mejillas y piernas. El silencio inundó la habitación, hasta que Derek aclaró su garganta y se apartó ligeramente de ella dejándola en sus bolsillos.
— Entonces...
— ¿Qué soñaste? —dijo Ana, quien estaba limpiándose sus ojos con su manga
— ¿Eh?, ¿Qué dices?
— ¿Qué soñaste?
— Oh, nada... mh, nada en especial Anna.
— Ah, entiendo —respondió Anna, dejando nuevamente el pequeño refugio en silencio.
— ¿Sabes lo que es ver morir a tu hermana enfrente tuyo? —, dijo Derek tras el silencio, acercándose a Anna
— Sólo sé qué es ver morir a mi mejor amigo.
Derek calló.
— ¿Cómo murió ella? —dijo Anna.
— En un incendio, ocurrió en mi casa de campo, un año atrás.
Anna calló.
— Te diré algo, Anna. Si el camino está cerca y por algún motivo me dejas atrás... no vuelvas, ¿está bien?

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Verdún
Historical FictionLuego de años de llanto y quebrantos, espera y locura, finalmente los hombres de las anegadas y desoladas trincheras de Verdún deciden tomar sus fusiles y machacarse los unos a los otros. En medio de la hecatombe, un pequeño grupo se pierde tras un...