Nieve - Marcha

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Cuando Anna abrió los ojos, se dio cuenta que había más frío que de costumbre. Sintió que no estaba suspendida en el aire, sino a raz del suelo; Anna entonces paradeó y se inclinó hacia adelante, y en el transcurso de dicho acto sintió que algo dejó llevar y miró a su lado; al ver a Pierre durmiendo al lado suyo, se limitó a verlo, pero tras unos segundos Anna sintió que algo no iba bien... al ver su camisa de lino sin ser cubierto por su uniforme, el cual estaba  desbotonad, ella sintió un escalofrío y se puso de pie inmediatamente, mirándole mientras veía a su amigo despertándose por el movimiento brusco al levantarse, cubriéndose su pecho con un brazo.

— Pierre... ¿que-que has hecho...? —tartamudeó Anna.

— ¿A-Anna? ,¿qué-que ocurrió? —respondió Pierre en voz alta, moviendo su cabeza de un lado a otro hasta que pudo encontrar sus lentes, poniéndoselos y así pudiendo observarla.

— No me mientras por favor Pierre... ¿qué has hecho?

— ¿Me-mentirte?, de qué estás ha-

— ¿Me has tocado.. me has tocado?! —levantó la voz Anna. Pierre le miró perplejo, y un silencio invadió la habitación. Tras unos pocos segundos, Pierre movió la cabeza en negación.

— No... no lo he hecho... es decir...

— Explícame.

— Mira, no hay sábanas y empezó a nevar como nunca. El alemán se había ido y la temperatura estaba cayendo enormemente... está adonde no sé donde y ví que estabas tiritando demasiado... por lo que pensé que un poco de calor natural ayudaría, viendo que las frazadas no eran suficientes... así que... yo... te destapé la camisa para así poner mi mano y-

— ¡Degenerado! —Anna le tiró su casco a Pierre, quien pudo cubrirse no sin antes tropezarse y caer al suelo—, ¡eso no es razón para que me toques de esa manera!

— ¡Te ibas a morir de frió!, y te lo digo por dios que no te toqué nada... So-sólo puse la mano encima y punto.

— ¡Cállate!

— ¡Escúchame Anna! —gritó Pierre, dejándola enmudecida por unos segundos, mientras él hablaba—, no es tiempo para pelear por eso. Lo que nos enseñaron allá en la capilla... está bien, hay que seguirlo, hay que seguirlo pero... eso de la pureza del cuerpo y todo eso... no funciona acá, es decir...  hay que sobrevivir Anna, hay que-que dejar algo de lado algunas cosas y pensar en salir vivos de esta... Disculpa por no avisarte antes, pero...

— Júralo por él que no lo hiciste por lujuria... júralo...

— Lo juro por dios y por el padre Molineux... dios, Anna... —Pierre suspiró mientras se levantaba del suelo y miró a Anna con una expresión melancólica—. Anna, por favor, siempre te he sido respetuoso, siempre he respetados tus límites y... y confieso que he pensado mucho en ti desde que he llegado en este condenado lugar; si lo hice fue para ayudarte, para protegerte... y no para aprovecharme...

— Pierre... —dijo Anna y entonces sintió que la camisa le molestaba más de costumbre. Con un suspiro, agarró la lámpara de la habitación—. Muy bien, por ahora lo pasaré de alto, pero... dime por favor la próxima vez... dime antes, antes que se formen más malentendidos.

— Si, si... lo-lo siento.

— Está bien—dijo Anna mientras veía sus ojos castaños, y después se fijó en el fusil Lebel apoyado a la muralla de donde estaban ambos—. Oye, ¿te enseñaron a disparar o... usar un arma en el servicio?.

— No, digo sí... espera, ¿por qué preguntas?.

— Estoy muriéndome de frío, pero no me quedaré acá por siempre... desde que hubo este último bombardeo... todo ha sido muy extraño Pierre; siento... me siento cada vez más rara estando acá.

VerdúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora