Capítulo 4.

41.5K 2.4K 1.4K
                                    

—Papá, papá, ¡Ya es la hora!


Eso fue lo primero que escuché apenas me desperté, luego sentí como si alguien estuviera removiendo toda la cama. Abrí los ojos para darme cuenta que era Rebecca quien saltaba emocionada llamando a su papá.


—¡Papi, despierta, es la hora!— lo removió y él por fin abrió los ojos. Estuvo un poco confundido al principio y luego se rio al darse cuenta que Rebecca seguía saltando pero ahora cantaba también. —¿Ya nos vamos?

—Primero tenemos que desayunar, no podemos irnos sin desayunar, cariño.— Dijo Andrew. —Por cierto, ¿Ya saludaste a Rose?

—¡Oh, me olvidé!— se sentó con un gran reboté y beso mi mejilla haciendo ruido con sus labios. —Buenos días, m-Rose.— Se corrigió mirando a su padre.


Yo también lo miré rápidamente pero luego sonreí.


—Hola, nena. Veo que está muy emocionada por el viaje.

—¡Sí! Nunca he estado en un avión y mis amigos dicen que se siente como volar ¿es verdad?

—Es mejor.— Sonreí y ella chilló de emoción.


Luego de eso, Rebecca nos apuró para bañarnos y cambiarnos, a pesar de que ella también seguía en pijama. Desayunamos tranquilos gracias a la ayuda de Beatrice, quien cocinó un delicioso desayuno. Ella también estuvo triste porque ya no iba a poder trabajar para nosotras a pesar de que Andrew también le ofreció ir con nosotros a Londres, ya que Rebecca ya se había acostumbrado a Beatrice, pero era imposible para ella, ya que tiene su propia familia aquí y no podemos alejarla de aquí. De igual manera, Andrew le recomendó y le dio los números de sus amigos en la empresa que tienen hijos y puede que necesiten niñeras.

En el trabajo le hicieron una gran despedida Andrew, muchos de sus empleados estaban muy tristes porque él realmente es un gran jefe y no todos los días tienes la oportunidad de tener un jefe comprensible como él. Mi secretaria me regalo una pluma con mi nombre impreso y eso fue algo realmente impresionante ya que nunca llegue a tratarla con mucho cariño. Siempre fui muy distante y hasta a veces le gritaba. Por agradecimiento, le compré un arreglo floral que se lo iba enviar al trabajo hoy.


Solo espero que le guste.


—¿Todo listo?— Preguntó Andrew a punto de cerrar la puerta del maletero.

—¡Sí!— Gritó Rebecca antes de entrar al carro junto con su violín.

—¿Tienes todo, amor?— me sonrió.

—Si, creo que sí.— Hice un rápido recordatorio a todo lo que tengo que llevar.

—¿Pasa algo malo?— Noto mi preocupación.

—Su madre...— Me procuré en hablar en voz baja para que Rebecca no nos escuchara. —¿Ella sabe que te la vas a llevar?

—No.— Contestó brusco. —Ella no se ha dignado a aparecer en mi vida desde que me dejó con Rebecca, ni siquiera sé dónde está.— Se rio irónico. —No creo que ella le importe si me voy con mi hija a otro país.


Le sonreí en respuesta y entramos al carro con dirección al aeropuerto. A pesar de que son más de diez horas hacía Londres, Rebecca manejó la situación muy bien e hizo un gran trabajo distrayéndome. El más perjudicado fue Andrew que la noche anterior se había quedado despierto toda la noche terminando de empacar las últimas cajas sin dejar que yo lo ayude. Él quería que este todo listo para cuando el camión de mudanza lleve todas nuestras pertenencias a Londres, que desgraciadamente se demorara más de una semana. Pude dormir casi una hora antes que la nos avisaran que el avión había aterrizado satisfactoriamente en Inglaterra. Agarre la mano de Rebecca quien estaba a mi costado.

Risk It All. {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora