Capítulo 23.

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Rose.



Cerré la puerta con mi pie tratando de no caer por todo el peso de las bolsas. Me quede parada en mi sitio cuando vi que estaba Juliette en la sala con Rebecca.


—¡Rose! Por fin llegaste.— Rebecca vino corriendo hasta donde yo estaba y abrazó mis piernas.

—Hola pequeña.— Sonreí y traté de caminar hasta la cocina.

—Amor, déjamelo a mí.— Escuché que Andrew vino y me quito todas las bolsas.

—Gracias.— Susurré y miré a Juliette, quien me miraba con una ceja arqueada. —Hola, Juliette.

—Hola.— Suspiro y me dio la espalda, concentrándose más en la televisión que estaba al frente de ella.


Rodé los ojos por su inmadurez pero seguí caminando hasta la cocina, ayudando a Andrew con todas las cosas comestibles, poniéndolo en la refrigeradora o en algún cajón.


—¿Qué hace ella aquí?— Susurré cuando los dos terminamos de guardar las cosas. —Pensé que Rebecca no quería verla.

—Bueno, ya ha pasado un tiempo, es hora de que hable con su madre.

—Entonces... la llamaste.

—Si, no creo que Becca la hubiera llamado en algún momento.


Asentí, pero no le respondí. Trate de alejar todos los celos que estaban dentro de mí, Juliette es la madre de Rebecca, no puedo prohibir que ella venga a esta casa.


—Fue un error venir aquí.— Los dos volteamos al escuchar a Juliette acercarse a nosotros. Volvió a mirar a Becca quien estaba muy entretenida viendo televisión. —Esa niña...me odia.

—Bueno, la dejaste. Tienes sus razones para odiarte.

—Rose.— Me regañó Andrew con el ceño fruncido.

Suspiré y rodé los ojos. —Necesitas tratar más. No es solo venir y aparentar que todo es normal. Para ella eres una completa desconocida, a pesar de que no quiera, tienes que estar más tiempo con ella, acercarte y tener mucha paciencia. Tiene ocho años, tienes suerte que no es una adolescente, eso hubiera sido mucho peor.


Ella no me dijo nada, sus labios se hicieron una línea recta, ella sabe que tengo razón.


—Creo que será mejor que Rebecca y yo nos apuremos, no quiero que ella llegue tarde a su cita.— Dijo Andrew mirando su reloj.

—¿Qué cita?— Preguntó Juliette. Andrew y yo nos miramos, decidiendo si decirle o no. —Vamos, soy su madre después de todo, tengo derecho a saber.

—Cita con el psicólogo.— Murmuré.

—¿Qué?— se rio. —¿Estas bromeando?— estoy segura que el rostro de Andrew y el mío estaba totalmente serio. —¿Está yendo al psicólogo? ¿Mi hija?

—¿Eso es algo malo?— pregunté.

—Sí, ella no necesita un psicólogo, no está loca.— Ugh, aquí vamos de nuevo.

Risk It All. {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora