Capítulo 6.

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Faltan cinco minutos para que termine la hora de Música, en donde tengo la bendita suerte de tenerlo a mi padre como mi profesor. Casi me quería morir cuando lo vi cruzando la puerta, y para colmo, el desgraciado sólo se me reía (sí, así le digo a mi propio padre, pero es un gesto de cariño). Me acuerdo que tuve que usar el celular en clases para hablarle y preguntarle por qué no me había dicho que iba a ser mi profesor.

Fue algo así... él ingresaba al salón, bastante sonriente, y yo estaba aquí, sentada al lado de Kim, casi muriéndome de la vergüenza, ya que ni bien papá había entrado al salón, me dedicó una sonrisa enfrente de TODOS y ya sentía que TODOS me estaban mirando, pero lo raro era que no se reían. De seguro se habrán dado cuenta de que yo era su hija, ya que se ha estado corriendo ese rumor desde que ingresé a éste mugroso bachiller cuando me vieron bajándome del auto de papá en mi primer día.

Bueno, papá los saludó a todos y todos le devolvieron el saludo, bastante alegres. Me han hablado muy bien de papá a la hora de enseñar; me dan dicho que es bastante atento, bastante bromista con sus alumnos, se preocupa por ellos, les enseña muy bien, y que ocho de cada diez alumnos no se llevaban a rendir la materia a la escuela de verano, gracias a él.

Papá se había sentado en su escritorio y comenzó a tomar asistencia. Miré a mis alrededores y podía verlos a algunos charlando animadamente, a los que papá nombra levantando la mano al mismo tiempo que dicen "¡Presente!" o "¡Aquí!", a uno haciendo la tarea a último momento y los que están a su lado copiándole, unos pocos reunidos en grupos cuchicheándose entre ellos y apuntándome con sus miradas, y... Kim. Ella tenía su mirada clavada en un punto inexacto, sin mirarme y sin hacer reacción alguna. Tampoco parpadeaba. O está pensando muy profunda y concentradamente, o se durmió con los ojos abiertos.

Miré hacia el frente rápidamente al escuchar decir a papá mi... bah, nuestro apellido.

—Simmons está... —dijo, sin siquiera darme tiempo para levantar la mano para que me localice (por más de que ya me haya visto, pero es para estar concorde a mis compañeros)—.

Aproveché el tiempo en que papá terminó de tomar asistencia para mandarle un texto.

"¿Por qué no me dijiste que ibas a ser mi profesor de Música?". Le mandé.

Alcé mi vista disimuladamente hacia él, y podía verlo buscar algo en su bolsillo. Al rato, tenía su celular el mano. Por lo que veo, le llegó mi mensaje, ya que ni bien lo vió se tapó su boca con su mano, riéndose en ella.

Me miró por unos segundos, sin dejar de reírse en su mano, y se levantó de su lugar, pero no sin antes decirnos a todos que iba a conversar unos minutos con un profesor. Después de esto, no voy a confiar más en un profesor cuando diga que tiene que salir para hablar con otro profesor, porque ¿quién sabe qué puede hacer después de habernos dado esa excusa? De tan sólo pensarlo, se me vinieron a la mente un montón de imágenes no aptas para todo público...

Ni bien papá había salido del salón, todos comenzaron a hacer escándalo. Sentí mi celular vibrar entre mis manos, y vibraba tan fuerte que por poco lo dejo caer al suelo y romperse en mi pedazos. Lo tomé, desbloqueé su pantalla y podía ver que era un mensaje de papá.

"Era una sorpresa. Al parecer, salió todo bien.".


"Te odio.".


"Yo también te amo, Audrey Rose Simmons.".


"¿Quién fue el o la que tuvo la maravillosa idea de que mi segundo nombre fuera 'Rose'?".


Muda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora