Capítulo 4.

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Vuelvo caminando hasta mi casa. Papá termina de trabajar en el bachiller a las una de la tarde, justo después del almuerzo, y luego se va a su trabajo como trabajador social sanitario. Mamá estaría trabajando ahora mismo, así que tengo toda la casa para mí sola. Casi nunca he estado sola en mi hogar, ya que mis padres piensan que alguien entrará a la fuerza, me secuestrará, me violará y me asesinará, y yo como una idiota no seré capaz de gritar. Por las dudas, le pondré seguro a todo.

Arrojo mi mochila al sofá que se encuentra mirando la enorme ventana del living, aseguro la puerta y las ventanas. Me voy caminando hasta la cocina y saco una manzana roja y brillante del refrigerador, dándole un mordisco. Me voy hasta el sofá negro que está mirando la cocina y me tumbo en él, estirando mis extremidades como nunca en mi vida. Suspiro profundamente. Un día muy pesado en mi nueva secundaria, y lo más raro es que he hecho una amiga. Lo último que esperaba era hacer una amiga, ya que... ¿quién sería amiga de una chica rara como yo?

Esto será algo que mis padres no lo podrán creer.

Estiro mi brazo hacia la mesita que se encuentra detrás de mi cabeza, agarro el control remoto y enciendo el televisor. No soy tan fanática de la televisión, pero en situaciones en las que no tengo nada que hacer, como ésta, miro algunos programas y películas de ficción, paranormal, terror, romance, etc. También leo mucho, pero me he terminado todos mis libros y mis padres me prometieron comprar más hasta que pase noviembre.

Como veo que no hay ningún programa interesante en la televisión, la apago y dejo el control remoto en el sofá. Agarro mi mochila y troto las escaleras de a dos escalones hasta llegar a mi cuarto. Cierro la puerta tras de mí, saco mis cuadernos y verifico que no tenga tarea. Al parecer, no. Es la primera vez que digo esto, pero... me gustaría haber tenido que hacer tarea, ya que no tengo nada que hacer más que tocar algo con mi guitarra, pero se le ha roto una cuerda y papá mezquina mucho la suya.

Mi celular vibra en el interior del bolsillo de mi pantalón. Llevo mi mano allí, lo saco y desbloqueo su pantalla, dejando al descubierto un mensaje de un número desconocido. Clickeo la pantalla, esperando que sea un texto de la compañía de la cual mi celular pertenece.

Al parecer no.

"Hla Audrey!!!! Soy Kim, la chik dl bachillr. Keria preguntart si pdía ir a tu ksa. Stoy sola y no me gusta sola en mi ksa xq no hay nada q hacer. Puedo???????".

Bueno... por más que me haya costado más de un siglo leer ese mensaje, deduje que se trataba de Kim. Recuerdo haberle dado mi número antes de volver hasta nuestros respectivos hogares, pero me olvidé de pedirle a ella el suyo. Y aquí es donde viene la ironía... pedirle su número telefónico, sabiendo que yo soy muda. No muda de nacimiento, pero muda por... por... vaya. Todavía no recuerdo cómo es que llegué a ser muda. Lo único que me acuerdo es que empecé a ser así en la tierna edad de los cinco años, y luego... es como si, en lugar de recuerdos de ese mismo momento, escenas, imágenes... sólo apareciera una espesa niebla en mi cabeza, borrando todos mis pensamientos malos de mi mente.

Volví a la realidad y me dispuse a responderle el mensaje a Kim.

"¡Claro! ¡Ven! Yo también estoy sola y sin nada qué hacer".


"Ok!!! Staré allí n 1 hra!!!!!!!!!!!".

Realmente no soporto que la gente escriba con horrores (no errores, HORRORES) de ortografía, y más si lo hacen a propósito, pero... creo que podré soportar eso de Kim. Después de todo, hay que aceptar todo lo que una amiga tiene; en especial sus defectos, ya que Kim debe de aceptar todos mis defectos.

En especial, mi estúpida mudez.

**

El timbre de mi casa sonó exactamente una hora después, y supuse que debía ser Kim. Como media hora antes, ella me había enviado otro mensaje preguntando por la dirección de mi casa, y le envié un texto como respuesta a su mensaje anterior.

Muda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora