Muda.

Capítulo 2.

Es media tarde, y ahora mamá era la que se había ido a trabajar. Estaba sola en el silencioso, espacioso y vacío living de mi casa, acostada en el esponjoso sofá color negro, con mis piernas estiradas, escuchando música que me brindan mis auriculares de color blanco metidos dentro de mis oídos. El volumen de la canción no estaba tan alto, pero tampoco tan bajo; creo que el siete sería una número perfecto para describir lo fuerte que se escucha la canción.

El living de mi casa es amplio, pero no tanto. Tenemos cuatro sofás: dos en donde caben una persona que se encuentran enfrentados entre sí (uno en la derecha y otro en la izquierda), y dos en donde caben tres personas: uno se encuentra mirando la enorme ventana que da la vista de todo lo que pasa afuera de aquí; y el otro, en el cual yo estoy tumbada, se encuentra pegado, respaldo con respaldo, con el primero, de modo que se encuentra mirando la cocina. También tenemos una mesita redonda de vidrio (en el medio de los dos sillones para una persona y en el otro para tres personas), con el control remoto de la televisión y las cartas que nos entregan apoyados allí mismo sobre el vidrio.

Por supuesto, no estaba del todo sola en mi casa. Mi papá había regresado de su trabajo hace una hora y media y ahora se encontraba durmiendo una siesta en su dormitorio luego de un agotador día como trabajador social e irse a dar clases de música a la mañana en su bachiller.

Hablando de su bachiller... hoy en el almuerzo, mis padres habían decidido que sería buena idea que me cambiara de secundaria a donde ellos iban en su adolescencia. Yo, por supuesto, no dije nada ni me quejé, ya que no tengo amigos en mi "antigua" escuela como para andar extrañándolos, y mucho menos porque no hablo. Además, ir a la escuela en donde mis padres se conocieron y comenzaron a ser novios... debe ser lindo, ¿no? No diría que esperaría a conocer a un chico como papá, ya que no creo estar lista para enamorarme todavía.

Además, ¿a qué chico le gustaría ser novio de una chica que es muda como yo? Que yo sepa, a ninguno...

Estaba a punto de conciliar al sueño debido a que la música hacía que mis párpados se cierren de a poco, cuando siento que alguien toca mi hombro. Me sobresalto en mi lugar, me quito los auriculares, volteo mi cabeza y me doy cuenta de que se trataba de mi padre, quien se encuentra agachado a mi lado, sonriéndome. Le sonrío de la misma forma y me siento en mi lugar.

—¿Qué haces? —me pregunta, esperando a que hable. Le muestro mis auriculares que cuelgan de mis dedos, y él hace un asentimiento con la cabeza, medio sonriendo—. ¿Se puede saber qué escuchas? —«otra vez intentando que yo hable», pienso. Le paso un audífono, tardándose unos segundos en tomarlo y metérselo en su oído izquierdo, lo que le permite escuchar una canción de Guns N' Roses—. Hmmm... típica música de tu madre —sonreía—.

Abro la boca para decirle "igual que la tuya", pero la tapo enseguida con mi mano, en donde sólo se me escuchó un hilo de voz. Papá me mira, como esperando a que yo hablase devuelta, pero yo sólo lo miro, esperando a que deje de hacerse esperanzas.

No voy a hablar.

Por lo menos no hasta que me sienta lista para hacerlo.

Papá hace una mueca y suspira, cambiando rápidamente a una sonrisa, pero no una de sus brillantes y divertidas sonrisas, no... una forzada. Me entristece tanto que mi propio padre sufra por esto, pero... ¿qué puedo hacer? «Hablar», dice una vocecita en mi mente, en donde la hago desaparecer al toque.

—¿Qué te parece la idea de cambiarte a la secundaria en donde tu madre y yo nos conocimos? —me preguntaba, cambiando el tema. Ladeo un poco mi cabeza y sonrío; luego me encojo de hombros. Papá suspira—. ¿Quieres hablar? —las comisuras de mis labios bajan solas como si estas pesaran como plomo, y tardo unos segundos en asentir con la cabeza, en donde la cara de sorpresa de mi padre lo dice todo—. P-Pues... hazlo.