Capítulo 21. [ÚLTIMOS 2 CAPÍTULOS].

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Suspiré.

—Iré a caminar afuera un rato —dije, levantándome de mi asiento—.

Salí del Hospital, respirando aire fresco luego de estar más de tres horas encerrada en un edificio con enfermos yendo de aquí para allá, embarazadas a punto de dar a luz, algunos pacientes en sillas de ruedas, tosiendo exageradamente o estornudando como si no hubiese un mañana, a otros sacándolos de una Ambulancia en una camilla... tal como lo hicieron con mamá hace otras atrás.

Me encaminé hacia el estacionamiento para que mi padre y mis tíos, Sarah y Oliver, a quien ya lo localicé ni bien salí del Hospital, no me vean, ya que necesitaba unos minutos para acomodar mis pensamientos con tranquilidad y, de paso, para desahogarme un poquito más. Me dirigí hacia un árbol, en donde detrás del mismo pude notar una sustancia líquida maloliente de color marrón mierda en el suelo, como si se tratase de una especie de vómito o algo por el estilo. Y ahí me acordé de aquella vez en que Jev y yo hemos venido por nuestra voluntad aquí, para hacernos las pruebas de ADN y para buscarlas, y me acordé del momento exacto en que comencé a vomitar lo que había desayunado a los seis años detrás de éste árbol al enterarme de que él y yo somos hermanos, luego de habernos besado unas cuantas veces antes de que los resultados estén listos.

Salgo de mis pensamientos al sentir que alguien viene corriendo hacia a mí, y me abrazaba con fuerza de atrás.

Rápidamente me di cuenta que se trataba de mi prima, Lynn.

—¡Dios, Audrey! Jamás creí que le llegaría a pasar una cosa así a Julianna. ¡Debió ser súper feo! —se apartó de mí, y me dio la vuelta para que yo la mire a los ojos—. ¿Estás bien, cariño?

Sequé las pocas lágrimas que me brotaban de los ojos, y le sonreí.

—Sí, Lynn. Estoy bien.

Lynn pronunció una enorme "O" silenciosa en sus labios, y luego chilló de la emoción.

—¡Hablaste, hablaste, hablaste! ¡HABLASTE! —se calló de golpe, y se llevó una de mis manos a su frente—. ¿No tendré fiebre y estaré alucinando, no es así?

Sonreí, y negué con mi cabeza.

—Quédate tranquila, no estás alucinando —señalé con mi barbilla hacia mis tíos y mi padre—. Pregúntales si no me crees.

Lynn me tomó de la muñeca y con fuerza tironeó de mí para que corramos hacia donde se encontraban los otros tres. Casi me caigo a mitad de camino cuando tropecé mi pie contra una piedrita, pero logramos llegar sanas y salvas.

—Steven —Lynn llamó a mi padre, el cual volteó a verla—. ¿Es verdad que Audrey ya habla?

Papá me miró, y me sonrió.

—Sí, es verdad.

—Oigan —se metió mi tío—. Primero disparan a Julianna, ¿y ahora Audrey habla? ¿Qué sigue después? ¿Que Lynn nos venga con la noticia de que vamos a ser abuelos? —dijo eso último mirando a mi tía—.

No pude evitarlo, estallé en risas, señalando a Lynn con mi dedo, mientras que ella sólo rueda los ojos.

—Con el hermoso hermanito que ustedes dos tuvieron la amabilidad de darme que va a nacer dentro de seis meses ya me es más que suficiente —dijo Lynn entre dientes—.

Mis tíos se reían mientras sobaban el vientre de mi tía. Papá negaba con la cabeza mientras se reían suavemente... y yo, por supuesto, estaba que estallaba en risas.

—Menos mal, porque sino iba a matar al desgraciado —decía mi tío—.

Todos nos reíamos, y Lynn rodaba los ojos.

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