No puedes evitar que el sol y la luna se encuentren.
▼El amor prohibido, que destruyó a toda la Galaxia. Un Jedi y una Reina no puede estar juntos. Ni separados. ▼
Historia 💯 % mía
No esta completamente basada en la Historia de Star Wars solo co...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
🜚
Era el mediodía y estar embarazada y ser madre de una niña de cuatro años, era agotador. Al menos se que Mirôs la había llevado hace unos minutos a visitar a Padmé. C-3PO, estaba alerta de la puerta.
El paranoico. De mi esposo decidió poner una alarma, justo en el hangar.
Ahora en mi casa aparecía un búnker de seguridad y no un hogar tranquilo y modesto.
Deje que lo hiciera para que estuviera más tranquilo.
Y su paranoia fue tanta que le puso un chip localizador a mi nave y a la de él. Así por la holocomputadora lograríamos, rastrearnos donde sea que estuviéramos.
— Ya voy. — pronuncio adormilada. — No te muevas tanto.
El pequeño peleador se pataleaba enloquecido dentro de mi vientre, creía que todos los embarazos eran iguales. De Shimm tenía energía hasta entrenaba y estando embarazada.
Pero con éste, estoy que me lleva la mierda.
— ¡Mi señora, el cerezo azul es altamente tóxico para su estado!. — Exclamó preocupado.
¿Qué?
Si esto fue lo que más comí en mi primer embarazo.
— Tengo hambre. — dijo ella empezando a irritarse.
— Ya comió mucho hace una horas.
— ¡Entonces déjame dormir! — se quejó Nerys, mientras masajea sus sienes. — Tengo sueño.
— También ya durmió demasiado. — volvió a decir.
Creo que C-3PO, no conocía las hormonas de una mujer embarazada, y mucho menos cuando estaba irritada y enojada. Si no fuera porque me cae bien, y por qué es el droide que Anakin, armo.
Ya lo hubiera arrojado desde el balcón, o le hubiera arrancado circuito por circuito. Ronde los ojos y solamente fui por un vaso de agua.
— Está bien, C-3PO. — pronunció resignada. — busca ejercicios para embarazadas. Así tal vez me distraiga.
— Eso haré mi señora.
Mientras él buscaba en su sistema, tome el primer libro que vi en el librero. Necesitaba leer un poco, al menos calmaría mi estrés. Mi pequeño peleador se seguía moviendo como loco.
— Si ya sé que quieres salir, pero no me golpees tan fuerte. — habló en voz baja, mientras pinchaba, delicadamente su vientre. — Así está mejor tranquilo.
Ahora lo entendía, si hablaba con él se tranquilizaba, eso es lo que haría hasta que nazca.
